— En verdad, agradecemos el generoso aporte de la Compañía Danforth —expreso aquella mientras caminaba junto a los representantes de dicha empresa.
El mayor de los hombres mostró satisfacción ante las palabras de la chica: — Es lo menos que podemos hacer.
Los tres recorrían un pasillo, el cual, a un lado había una pared con dibujos infantiles, y al otro lado, un vidrial que mostraba el jardín en donde se encontraban jugando unos niños y niñas.
— Después de todo, es difícil, ya que hay algunos de estos pequeños requieren necesidades especiales y una atención única, por lo cual, es mucho más costosa.
El de cabello castaño ladeó su cabeza para ver a través del cristal la escena de aquellos pequeños, hermosos niños llenos de felicidad jugando con un balón.
—... La mayoría provienen de familias problemáticas, o incluso, abandono...
Al escuchar esa declaración, esta vez observo con tristeza a los principales de este orfanato.
Un recuerdo apareció en los pensamientos de Nathan, aquel en el cual se encontraba con su madre, donde lloraba por lo que cometió su padre, pero aún así, esa mujer salió adelante y le dio lo mejor a su hijo... No muchos niños tienen la suerte de tener una madre o un padre, y mucho más estos niños.
Sus iris azules observaron a su pareja, sí, Dorian se encontraba más que distraído con la conversación de la funcionaría, bueno, sabía perfectamente que él quiere ayudar con este centro. Sus labios se curvaron ante la hermosa actitud y las acciones que esta haciendo este azabache, como le fascinaba verlo así.
Repentinamente de detuvo, sus orbes observaron aquella figura, una pequeña que se encontraba sentada bajo un árbol. Movió nuevamente sus iris con el fin de ver a los dos, pero estos, ya lo habían dejado atrás. Aquel volvió a caminar pero en sentido contrario, extendió su brazo con el propósito de abrir la puerta cristalina y salir a exterior.
De a poco se fue acercando a es lugar, y al llegar, observo curioso ¿qué clase de infante no juega con sus semejantes, si no, se encuentra sola y con un libro?.
— ¿Qué lees? —pregunto el de cabellos claros mientras se agachaba para ver el objeto.
La niña, movió su cabeza con el objetivo de ver al dueño de dicha interrogación: — Manga... —respondio.
¿Manga? ¿pero qué es eso? Nathan no sabía a que se refería la pequeña. Observó con más detalle el libro, unos dibujos adornaban las páginas que se encontraban a la vista, aquellos capturados en cuadros y con pequeñas viñetas que contenían escritura.
— ¿Un cómic? —volvio a exclamar.
— No, es una historieta japonesa —corrigio moviendo la hoja de forma incorrecta- no es un cómic, si no, todo lo contrario.
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Sugar Baby
RomantizmNathan Jones, desde que terminó sus estudios y comenzó con su vida laboral, ¡él no se a descansando ni una sola vez! Porque su tiempo siempre lo consume su nuevo trabajo. No obstante, aquella infernal y estresante desdicha termina cuando su amiga lo...