Extra "Niñeros"

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— Te lo agradezco, Nathan

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— Te lo agradezco, Nathan.

Al escucharla, el castaño movió su cabeza y sonrió: — Siempre puedes contar conmigo.

La pelirroja hizo una pequeña sonrisa: — Noah... —dijo esta refiriéndose al infante que se encontraba en sus brazos— quiero que te comportes, y no quiero que le des ningún problema al tío Nathan ¿ya?

El bebé hizo una expresión de alegría al escuchar a su madre hablar, y después, estiró sus pequeñas extremidades con el propósito de tocar el rostro de la mujer y depositar un pequeño afectó en su mejilla.

— ¿Seguro que el Señor Dorian no le molestará? —preguntó esta mientras se alejaba del rostro del menor, para luego, entregarle a su hijo al joven—.

— No, todo lo contrario... —contesto tomando al pequeño y dejándolo en sus brazos cuidadosamente—.

Andrea asintió ante la repuesta, movió su brazo y le entregó el bolso maternal al de ojos azules: — Cualquier cosa, me lo haces saber, Nathan.

— Tranquila, Noah se encuentra en buenas manos —le dio seguridad agarrando el objeto sin dejar de preocuparse por el bebé—.

Andrea se encontraba agradecida por la acción que hizo su amigo. En parte, ella no quería molestar a Nathan porque este aún continúa con su tratamiento por el accidente que tuvo a hace meses, no obstante, no le quedaba más opción porque no tenía con quién más dejar a su hijo.

La de cabello fuego volvió a acercar su rostro al de su pequeño con el fin de plantar un cálido beso en su mejilla rosada, y después, se dirigió al taxi que la estaba esperando.

Al ver que su amiga se subía al transporte, Nathan, cogió suavemente la pequeña mano del infante he hizo que este la moviera con el fin de despedir a su mamá.

— Adiós... —dijo como último la de ojos cafés mientras cerraba la puerta—.

Cuando el vehículo se había alejado lo bastante, Jones, dejó escapar un pequeño suspiro y luego observó a la criatura que aún veía la dirección en dónde se fue su madre.

— Debes de estar hambriento —dijo provocando que el pequeño moviera sus orbes y le prestara atención— ¿Cierto, Noah?

El pequeño bebé movió sus manos mientras de su boca salían unos sonidos inentendibles.

Bueno, al estar en los brazos de otra persona este pequeño no se sentía a gusto porque solamente desea estar en brazos de su madre.

El castaño solo dejó escapar una pequeña risita por las acciones que hacía el infante, y después, se propuso a entrar en la residencia.

Al estar en la cocina caminó hasta el frigorífico para buscar algo con que alimentar a Noah.

— Veamos...

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