Había hecho el amor con Boruto y cometido una infidelidad a su esposo. Lo mejor de todo es que se sentía la mujer más feliz del mundo. Mientras el rubio conducía de regreso a la mansión Uchiha, no podía dejar de mirarlo de pies a cabeza, ¿de verdad se había sumado a su locura de serle infiel a su esposo? Boruto sabía que había cometido uno de los delitos que jamás imaginó que haría, no le importaba. Sarada se había convertido en su prioridad desde que se enamoró de ella y buscaría la forma de sacarla de ese infierno aunque tuviera que acudir a la infidelidad. El sonido del teléfono celular los distrajo, atendió, era Taiyou preguntando por Sarada. Boruto resopló y revoloteó los ojos:
>>Boruto, ¿dónde está mi esposa? ¡¿Está contigo todavía?!
-Taiyou...-miró de reojo a Sarada y ella se rio con picardia, entendía su indirecta-. Sí, está conmigo. No se preocupe, ya la estoy llevando de regreso, en cinco minutos estamos.
>>Me imagino. Las sirvientas la buscan para elegir la ropa que usará en la fiesta.
-De acuerdo-dijo y colgó.
Ambos soltaron una leve risita. De alguna manera Sarada no quería regresar a la mansión y continuar con esa farsa, pero no podía. Al menos sabía que tenía a Boruto y que su relación iba mejorando con el tiempo. Al posar la mirada sobre la ventana, recordó que ella podía ser estéril y de ser así, haber hecho el amor con él no sería un problema. Ingresaron a la mansión estacionando frente a la puerta, el rubio se bajó primero y le abrió la puerta, la sujetó de la mano y la ayudó a bajar. Al sentir el contacto Sarada se ruborizó. Recordaba las caricias que se habían dado y era imposible olvidarlas.
Tal como le pidió su esposo, Boruto la acompañó hasta el gran salón donde la estaba esperando la estilista Ino. Sarada resopló. Otra vez con esos dichosos vestidos que tanto odiaba, sujetó del brazo al rubio y le dijo que la ayudara a escoger uno. Se quedó detrás suyo e inspeccionó cada pieza, un vestido era más bonito que otro, revisó las perchas con buen ojo hasta que encontró un vestido que le quedaría. No era escotado ni ajustado, era tableado y de mangas cortas, mas bien cerrado, sin breteles. Y una ancha cola que caía como una pequeña flor. Un listón blanco rodeaba la cintura. Al vestirlo, notó que le quedaba precioso, se quedó embobado viéndola. De verdad lucía hermosa con esas prendas. Relamió sus labios y contuvo sus instintos. De no ser que estaban en público ya la hubiera besado. Sacudió la cabeza.
La cena se llevaría a cabo en el gran salón para después abrir una especie de baile al finalizar. Cuando Sarada terminó de vestirse, Boruto la acompañó hasta el salón, en el camino hablaron sobre observar a los invitados. Se sorprendió al enterarse que su tío buscaba encontrar el culpable del asesinato de su padre. Ahora sentía miedo, ¿de verdad el asesino estaría con ellos en la cena? Tragó con fuerza y al bajar el último escalón, fue Taiyou quien la recibió.
-Vamos, cariño-la sujetó de la mano y la obligó a que lo sujetara del brazo.
Sarada desvió la mirada hacia el rubio, este se encogió de hombros y asintió con la mirada. Debían seguir fingiendo algo que evidentemente no pasaba. Caminaron hasta el salón, las puertas se abrieron hacia los costados y Taiyou la guió hasta un extremo de la mesa donde se sentarían ellos. Del lado derecho se encontraban los Hyuuga y del lado izquierdo los Uchiha. Boruto los siguió y se posicionó a unos metros de Sarada. Manteniendo la mirada fija en las visitas.
Las visitas eran viejos amigos del negocio Uchiha, una empresa del Norte de Japón, los Kaminari que estaban asociados a los Kakei. Uno de los hombres que estaban presentes era el actual líder Denki, que lideraba empresas comerciales y de gastronomía, mientras que los Kakei se encargaban de los laboratorios y la parte de medicina avanzada. Se habían acercado a los Uchiha para lograr juntar las cuatro familias más ricas de Japón y sus intereses solo eran política internacional. En eso eran expertos los Uchiha.
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Quiero Ser Tuyo (Borusara)
Fanfiction«No acepté este trabajo para ver cómo te lastiman, cómo te manosean, cómo te desprecian. No acepté ser tu guardaespaldas para ver cómo te humillan frente a mi. Tampoco para ver cómo suplicas por tu libertad. Lo acepté porque no tuve otra opción y po...