Parte Ocho : Determinación

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Sarada no durmió esa noche. En lo único en que su mente pensaba era en la forma de serle infiel al malnacido de Taiyou. ¿Lo dejaría Boruto fundirse en sus brazos? Se daba cuenta que sus sentimientos por él empezaban a cambiar. Ya no eran de admiración, ni tampoco de afecto, ni mucho menos podía verlo como su guardaespaldas. Hacía varias semanas que sus sentimientos mutaban. Hacia uno más profundo. Solo que no lograba asumirlo del todo, sabía que si decía abiertamente que lo amaba, su vida cambiaría de rumbo. Seguramente el amorío terminaría en algo peor que una aventura. Boruto se quedó con ella toda la noche. Conversando sobre diferentes temas hasta que ella logró conciliar el sueño. Para entonces ya eran más de las cinco de la mañana y Taiyou no estaba en sus aposentos. Se había retirado bien temprano.

Sin embargo se había cruzado con el rubio antes de marcharse, cuando fue a buscar algo para comer a media madrugada. Ambos se miraron con la mirada llena de rabia, Boruto quería molerlo hasta que caiga desmayado y el Hyuuga prefería quitarlo de su camino.

-Te lo advierto, Boruto. Si llegas a meter tus narices en mi matrimonio, tu familia será la primera en sufrir las consecuencias.

-Intenta ponerle un solo dedo encima a la señorita Sarada y mi espada cortará tu garganta-amenazó sin miedo el rubio.

-Lo dices porque Obito te protege-asumió.

-No necesito al General para cuidar mi espalda, sabes muy bien de qué soy capaz-continuó con el mismo tono.

-No me digas, ¿quieres que te deje el otro ojo ciego?-insinuó.

Boruto alzó su espada y la colocó sobre su garganta, sus ojos azules lo fulminaron e hicieron que retrocediera, manteniendo la distancia. Taiyou palideció al sentir el roce del filo de la espada sobre su cuello, tragó con fuerza y tuvo miedo de que le cortara la garganta. Retrocedió mascullando y se retiró bajando las escaleras. Antes de perderse le advirtió:

-Ni se te ocurra insinuarte a mi esposa o eres hombre muerto.

Su voz rumbó en los pasillos de abajo. Boruto frunció su cejo y guardó la espada en su estuche, maldijo entre balbuceos y añadió, irritado:

-El hombre muerto serás tu, imbécil. Maldición-suspiró-. ¿Qué haré con ella? No puedo seguir soportando que lastime a Sarada...

Bajó la mirada al recordar lo shockeada que estaba. El malnacido de Taiyou la había forzado a intentar quedar embarazada y ella estaba frustrada porque temía que fuera estéril. ¿Lo era? Bufó molesto. No podía creerlo. Pensándolo bien era mejor que no serlo. Al menos se ahorraría un disgusto. No obstante le seguía pareciendo horrible. Debía pensar qué hacer con sus sentimientos hacia Sarada, ella le había dado espacio para que pudieran conocerse, en especial empezaba a darle una oportunidad. ¿De verdad quería tener un amorío con él? La idea le gustaba. Era mejor que intentar fingir algo que no era. Tampoco quería forzar sus sentimientos. Sacudió la cabeza y regresó con Sarada.

Durante el día siguiente, Sarada tuvo que soportar el malhumor de Taiyou, lo único que la confortaba era la presencia de Boruto. Todavía no habían logrado ponerse de acuerdo para hablar sobre sus sentimientos y la preocupaba. Cuando terminaron de almorzar, Taiyou la guió hasta el gran salón, allí los estaba esperando una persona. Boruto no entendía qué pretendía hasta que vieron a la persona, era un doctor. Levantó una ceja mostrándose confundido. Sarada palideció, frunció sus puños, ya estaba cansada de todo. ¿Un doctor? ¿Y para qué lo quisiera?

-Sarada-sama, he decidido que necesita hacerse unos análisis. Estuve hablando con unos especialistas, así que necesito que...

-¿Para qué quieres que me hagas esos análisis?-dijo temblándole la voz, estaba frustrada. Boruto se sorprendió por la forma en la que habló. Levantó la mirada y sus ojos negros reflejaban odio-. ¿Realmente es tan importante que quede embarazada? ¡¿Tanto necesitas que te de un hijo, Taiyou?!

Quiero Ser Tuyo (Borusara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora