El lazo de la oscuridad

17. Hola, hermosa

Anna's Point Of View:

Durante años hemos descubierto que la mejor manera de ignorar tus sentimientos es protestar ante ellos y hacer caso omiso de su existencia, o simplemente llenarte la cabeza con pensamientos negativos.

Pero el paso del tiempo se remonta desde la noche en la que jugaron conmigo y me convirtieron en alguien más débil.

Cambié de aires, cambié de vida, pero mis pensamientos siguen siendo los mismos, y eso para mí es tanto una bendición como una maldición.

Al parecer, él siguió mis pasos hasta donde he llegado, no bastó con aquella noche. Rematarme sería tontería, porque ya estoy bastante hundida por dentro, aunque eso no es suficiente castigo para nadie. Y menos para mí.

Porque sólo yo sé a qué demonios enfrentarme, y el que está ahí fuera no es un demonio, sólo es una de las almas oscuras que rondan por mi vida.

¿Por qué no huir? La respuesta es sencilla.

Por el simple hecho de que me es más fácil quedarme y perder la cordura en cualquier momento que irme y relajar hombros hasta que de nuevo el problema se acerque a mi vida.

Yo no huyo, nunca. No es mi política sobre cómo ser un ser humano, aunque de todas formas, no podría huir de esa oscuridad, ya que la oscuridad te persigue allá donde vayas, siempre.

"Tierra llamando a Anna." Pasa su mano por delante de mi rostro librándome de mis pensamientos.

"¿Eh?" Pestañeé varias veces mirando en su dirección algo confusa.

"Enserio Anna, no deberías pensar tanto, no es bueno para ti y tu cabeza." Dijo.

Y que lo digas.

"Sólo estaba pensando en mis cosas." Me encojo de hombros algo indiferente.

"¿Y se puede saber en qué estabas pensando?" Preguntó alzando una de sus cejas.

"Nada importante." Negué.

"Eres muy cerrada, ¿sabías eso?"

"Lo sé."

"Aparte de ser cerrada de piernas también lo eres de mente." Niega con la cabeza con disgusto.

"Yo no le abro mi mente a cualquiera, y menos mis piernas." Negué con la cabeza.

"Por eso sigues siendo virgen."

Le doy un golpe, no muy fuerte, en el hombro.

"¡Eh!" Se frota la zona dolorida. "Eso ha dolido." Frunció su ceño hacia mí.

"Te aguantas, por darme el coñazo siempre con el sexo." La fulminé con la mirada.

"Señorita Brook y señorita Hoopes, a no ser que su conversación sea sobre mi materia, más vale que se callen y presten atención si no quieren ser expulsadas de la clase." Nos regañó mientras nos miraba a ambas con seriedad.

"Lo sentimos profesor Sanders." Digímos al unísono.

El profesor Sanders nos dio una última mirada y siguió con su clase.

"Amargado." Susurró Sam.

Su comentario me hizo reír por lo bajo.

Ambas estábamos cogiendo nuestras cosas de las taquillas para la próxima clase, Sam iba despotricando sobre cuán imbécil era el profesor Sanders.

"Le odio con todo mi ser." Maldice mientras guarda su libro en la taquilla.

"No eres la única." Bufé.