EXTRA #2... Yoonmin...

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La madre de YoonGi murió cuando él tenía 18 años. Era bastante mayor para comprenderlo y aún así, su padre consideró ese hecho como la razón de porque su hijo era un enorme problema en la escuela.

Su madre era una omega, bastante bella y amable con los demás; así que según ella, su padre no estaba en casa debido a su ocupado trabajo. Cuando ella los dejó, YoonGi en realidad se quedó solo en el bonito departamento, nada cambió; su padre seguía tan entretenido en sus negocios y al parecer ahora mucho más, cuando su pareja destinada falleció.

A la edad de veinte, lo encontró. En un suceso que cambiaría por completo su vida.

Salía del dormitorio de una bonita omega, una modelo que también estudiaba en la mejor universidad del país (usando palabras de su padre), cuando tropezó con alguien.

Se acomodaba la camisa de manera correcta dentro de los pantalones cuando accidentalmente empujó a un chico.

Un montón de panfletos volaron por el aire y no estaba muy seguro de si reír o golpear al chico por lo adorable que se veía haciendo pucheros como un niño pequeño, al estar tan molesto.

YoonGi sentía que el pequeño iba a explotar por lo rojas que estaban sus mejillas pero estaba más seguro de que ese chico no sería capaz de decir una maldición por más molesto que estuviera.

Se puso de cuclillas frente al menor y sonrió, porque sólo ahí se dio cuenta que era un cachorro, que no olía a ningún aroma en particular. Luego, sólo le extendió la mano sin decir nada.

El pequeño Jimin se asustó cuando aquel chico, tan pálido como un fantasma se inclinó hasta su altura a observarlo, incomodandolo pero se sorprendió más cuando tuvo la decencia de estirar la mano y ayudarlo a ponerse de pie. Lentamente aceptó el gesto pensando que sería una especie de broma, aunque el chico no se estaba riendo y sirvió como buen soporte

La madre de YoonGi le había enseñado a ser amable con los demás, era incapaz de denigrar a alguien o no respetarle por cualquier cosa.

- ¿Eran importantes esas cosas? -preguntó señalando con la mirada hacia atrás del pequeño Jimin.

- ¿Qué? -susurró el omega, ensimismado por la presencia de aquel chico. De pronto su corazón comenzó a ir más rápido y su mano se tardó mucho tiempo en reaccionar, pues aquel alfa estaba agitando la suya para que lo soltara-. Ah -lo liberó y giró de inmediato apretando los panfletos que le quedaban contra su pecho-. Supongo que servirá para repartirlos más rápido.

El otro rió y asintió.

-Bien, debo irme. Tengo clase en una hora.

Jimin no reconocía el olor del alcohol, sus padres no lo dejaban tomarlo debido a su condición, pensaban que cualquier cosa podía afectarlo aunque de haberlo sabido, se daría cuenta que el chico olía a eso y a una mezcla de algo que le atraía demasiado. No estaba muy seguro de qué era, sólo que podía seguir aquel aroma en medio de todos los que había en la escuela.

Sus mejillas se sonrojaron demasiado y su cuerpo se sentía muy caliente. Nunca se había sentido así.

Más tarde, sus pies se detuvieron cuando observó al chico sentado en el palco más alto de la canchas de fútbol. Su corazón casi se quebró al acercarse, pues pudo darse cuenta que el chico estaba triste, podía olerlo en el aire y cuando lo vio secarse las lágrimas con la manga del suéter, supo que estaba llorando.

Uno, dos, tres... fue contando los pasos hasta que estuvo cerca del alfa.

-Lárgate, déjame solo -ordenó el alfa, sin embargo, no pudo usar su voz de mando debido al llanto.

Illicit -Yoonmin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora