Capítulo 4... Yoonmin...

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Suga apenas pudo conseguir una pequeña cabaña en lo más alejado de Jeolla. 

La casera o mejor dicho, la señora que solamente las rentaba, parecía muy consciente y acostumbrada a el tipo de personas que solicitaban una de sus cabañas: las más alejadas de la ciudad. YoonGi no era la excepción. 

Cuando la mujer miró a través de la ventana del auto, que el pálido había estacionado a un lado de ellos; notó a un bonito chico inconsciente en los asientos traseros. Miró de nuevo al joven frente a ella, un atisbo de lastima atravesó sus ojos, el chico pudo notarlo.

— ¿No eres demasiado joven para ésto? —cuestionó con suavidad, como si supiera lidiar con todo tipo de delincuente y mirar dentro de ellos. Suga sintió una sensación de culpa oprimiendo su pecho. 

—Lo soy... —murmuró el joven alfa, intentando mantenerse impasible ante la omega, que de hecho, le recordaba un poco a su madre. Un cigarrillo colgaba aún en sus labios.

No, no era que fuese un adicto a la nicotina; sin embargo, la travesía había requerido que se mantuviera lo más relajado y tranquilo posible.

Todo hubiera sido más sencillo si no tuviera que arrastrar al maldito omega más valioso cerca.

El chico ni siquiera podía sostenerse sobre sus propios pies y con mucho esfuerzo logró llegar al edificio, del que sería ahora, su antiguo departamento. Empujó a Jimin dentro de su auto en el estacionamiento y notó cuando una mujer habló por teléfono desde el interior de su propio vehículo mirando en su dirección; abordó con rapidez y condujo sin tomar algo extra de su casa.

Le hubiese gustado conservar algunas cosas de su antiguo hogar, seguramente la policía ya las poseía ahora.

La mujer omega dio un suave suspiro y caminó con parsimonia lejos de ellos.

—Sólo intenta usar anticonceptivos... es un cachorro todavía y sería demasiado duro para él... —comentó con tristeza, sabiendo que era peligroso decirlo directamente a la cara. 

Era cierto. YoonGi abrió los ojos sorprendido. No lo había pensado... si el omega necesitaba llegar con los Kim completamente puro e intacto, debía cuidarlo de todo alfa que se acercara, incluyéndolo a él. El celo era una etapa peligrosa, lo tenía claro pero no recordaba cómo es que en la red se hacían cargo de ello, con los omegas capturados. 

 YoonGi tenía que comprar algunos supresores en la farmacia, aunque ahora sólo tenía que conducir lo que restaba del camino hasta la cabaña que le habían asignado.

Un enorme y seco sembradío lo mantendría oculto por algunas semanas. Tiempo suficiente para que pudiera pensar en un buen plan. Ojalá poco más de la mitad de los hombres de su papá decidiera continuar bajo su cargo.

Tomó un enorme respiro y miró por el espejo retrovisor a su problema principal. Park Jimin... 

Jimin era como un bebé mientras estaba dormido, apenas se despertó todo el trayecto para ser alimentado, aseado e ir al baño. La mujer tenía razón, era sólo un cachorro. No podía dejar de pensar en ello y de cómo seguía sintiendo ligeros estragos por sus encantos. 

Cada que lo veía acostado en la única cama de la cabaña, tenía una ligera ansiedad por ver esa sonrisa de nuevo. 

Sentando en el suelo a un lado del chico, su espalda pegando contra el colchón; llevó ambas manos al rostro frustrado. Vendería a ese niño para solucionar toda su vida. Estaba entrenado para ello. Entonces, ¿por qué no se sentía bien?

[***]

A la mañana siguiente, Jimin abrió ligeramente los ojos. Sus parpados pesaban y su cabeza dolía mucho todavía. Su cuerpo se tensó cuando nuevamente no reconoció la habitación y su cerebro con esfuerzo procesó, que ya no estaba más en esa jaula; ahora se encontraba en una incomoda cama pero que no era la suya. 

Lágrimas comenzaron a deslizarse por sus somnolientos ojos. Impotencia y debilidad. Su lobo interior aún se sentía cansado y ni siquiera podía mover sus brazos para cerciorarse de su integridad. Todo su cuerpo dolía y no sabía porqué. 

—Despertaste... —murmuró alguien al entrar a la habitación.

Jimin se aterró e intentó mirar por el rabillo de sus ojos, a la persona que acababa de ingresar. La persona que finalmente le había comprado como un objeto y que lo usaría a su voluntad.

—Debes tomar esto —el hombre se acercó dejando una bolsa de plástico en la gastada mesilla de noche a su lado y de ahí sacó muchas cajas con diferentes fármacos.

En la farmacia YoonGi había tenido que comprar diferentes tipos de supresores, anticonceptivos y demás cosas para el cuidado de un omega. Avergonzado tuvo que pagar, saliendo apresuradamente del lugar, diciéndose que se debía a que podrían reconocerlo dentro. Luego compró un poco de comida, esperando recuperar la pérdida de su dinero, cuando entregara al omega. Robar o agredir a las personas llamaría la atención y eso era lo que menos quería. 

Jimin negó ligeramente con la cabeza cuando vio pastillas y medicinas a lado de su cabeza. No quería ser sedado nunca más, además de que eran tabletas demasiado amargas. Se sentía débil y ya bastante tonto. 

Observó con el ceño fruncido al alfa pálido y un ligero puchero. Sin embargo, sintió el alivio recorrer todo su cuerpo cuando realmente lo reconoció. Era aquel alfa que lo alimentaba y lo cuidaba. 

—No fue una pregunta —sentenció el chico, molesto—. Vas a tomarlas.

¿Dónde había quedado su hermoso y amable ángel?  Su cerebro no puso objeción cuando el chico colocó la amarga pastilla en su lengua y se la hizo tragar con un poco de agua.

— ¿Qué... es?... —murmuró el pequeño omega, sosteniendo la mano del pálido con todas sus fuerzas para evitar que siguiera dándole agua. 

Apenas logró colocarla sobre la piel del más pálido, una corriente eléctrica le recorrió.

—Son supresores. La casera dijo que los necesitarías pronto... 

Illicit -Yoonmin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora