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Arturo adoraba dormir, era el único momento en el cual descansaba de sus responsabilidades como príncipe; pero últimamente al despertar, no podía evitar ese extraño sentimiento de culpa, al estar consciente de sus sueños sobre caza, picnics en el bosque y cabellos azabache.
"Gwen tiene el cabello oscuro" se había calmado las primeras madrugadas, y ese engaño duró hasta que sus sueños revelaron orejas molestamente familiares.
Despertó, sintiendo un escalofrío y un  deseo de asfixiarse con su almohada, almohada que había sido perfectamente arreglada con la ayuda de su fiel sirviente; al recordar las manos de Merlín (extrañamente masculinas) masajear sus almohadas, lanzó todas las que tenía a su alrededor y siguió durmiendo.

Merthur Donde viven las historias. Descúbrelo ahora