Lo puedo decir sin miedo aun sabiendo que tengo miedo a perderte.
Solían jurar que era el último de los comienzos posibles,
y yo seguía soñando que fuera nuestro adecuado y no el suyo.
Los demás asociaban mi miedo a ti.
Yo les temía a ellos.
Verdaderos caminantes alojando deseos perversos,
y hablando equivocados prejuicios que me alejaban más y más de ti.
Y si fuera justo al contrario, yo te entendería.
Si no tuviera miedo a aparecer, a ser verdad.
Si no tuviera miedo a vivir al menos para ti.
Si no me gustara anónimamente observar,
y reinventar una historia día tras día.
Si no me gustara la fantasía en la irrealidad,
y la constancia que esta sostiene.
Si no temiera a la realidad,
si no temiera al tiempo que podría robarte de mis manos.
Nada que robar si no tienes nada que perder.
Nada en tus manos al alcance de nadie.
Miedo, esa era la palabra que definía últimamente mi vida.
Miedo, miedo y yo te quería, pero, tenía miedo.
Y yo lo sabíapero, en realidad, tenía miedo de comprender hasta qué punto.
Y yo añoraba tu mirada pues,
a menudo, no podía imaginar que me observabas a escondidas.
Si me faltaba la fuerza y finalmente, volvía a ganar el miedo.
Si te quería, pero, todo era de nuevo una mentira.