Capítulo Tres : Hogar

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El ambiente se sentía pesado e indiferente. No podía escucharse nada más que un zumbido aturdido, leves gritos y golpes sordos. Escuchar con claridad era técnicamente imposible. Se podía divisar a la pareja con menos de dos meses de estar unida discutir en la sala. Rick no traía su habitual chaqueta como Morty no traía su abrigo. Ambos estaban despeinados como si acabarán de tener alguna intimidad intensa o como si se hubiesen sometido a una terrible pelea, pudo ser uno o pudo ser otro, inclusive ambos.

Ambos se encontraban realmente enojados. Morty le gritaba con gran rencor expresado en su rostro mientras el mayor parecía defenserse de lo que el menor decía pero eso no hacía que el rubio callará, ambos gritaban con fuerza, cualquiera que pudiera escucharlos sin ese molesto zumbido tendría miedo, sin duda.

Rick golpeó una de las botellas vacías de cualquier tipo de alcohol haciendo que esta cayera a el suelo y se rompiera en miles de pedazos, Morty pareció reaccionar ante esto ya que se enfadó aún más. Rick piso con sus zapatos los vidrios en el suelo acercándose a el menor. Lo tomó del cuello con fuerza, el de cabellos dorados no lograba respirar bien.

Empezaba asfixiarlo y ese era su objetivo aunque el alcohol también interfiriera en ello, apretó con más fuerza sus manos haciendo que el menor perdiera más aire y a su vez tratar de respirar cosa que el peli-azul le impedía. Debido a sus movimientos bruscos Morty llegó a pisar el vidrio roto lastimando su pie descalzo, chilló y sin soportarlo más golpeó con fuerza el rostro del mayor.

Rick lo soltó retrocediendo un poco, había sido un golpe realmente fuerte. Tocó la zona herida sintiendo un dolor punzante, frunció el ceño y volteó a mirar al de menor estatura, éste lo miraba con odio, jadeante y tambaleante con sus manos sobre su cuello rozando el mismo, se podían divisar las marcas de las manos de el peli-azul.

Morty volvió a gritar con enojo.

[. . .]

Ya se encontraban ante la puerta de su antigua casa en Miami. Rick inhaló el aire fresco del ambiente mientras Morty sonreía contento, ambos felices por volver. Entraron en la casa la cual era espaciosa y acogedora, necesitaba algo de limpieza y no era de extrañarse ya que se habían ido hace uno o dos años. Dejaron sus maletas en sus respectivas habitaciones, el menor bajó las escaleras dirigiéndose a la sala donde encontró a su amado limpiando un poco de polvo de la estantería de libros.

— Tenemos que limpiar. — Susurró. — Vamos Morty.

— Muy bien. — Dijo al ir tras el mayor.

Buscaron los productos de limpieza, un par de tapabocas y guantes. Empezaron con la sala la cual parecía tener más polvo que limpiar, Rick sacó su teléfono y colocó música y el menor desde sus adentros agradecía que tuvieran los mismos gustos.

Mientras limpiaban conversaban o se incluían en la canción riéndose de ciertas faltas y errores que tenían respecto a la música.

— Es extraño. — Dijo el rubio. — Se supone que sabes cantar, Sánchez.

— ¿Debería?

— Claro, de joven fuiste roquero.

— Si, lo fui pero eso no significa que de viejo tenga la misma voz. — Rió levemente.

— Aaw, ojalá fuera hereditario.

— ¿Qué más necesitas, señor Morty? Hasta donde yo sé, y eso que lo sé todo — El menor rió. — Eres lo más cercano a el término perfecto, y estoy feliz por el simple hecho de tenerte en mi vida.

El rubio no esperaba tales palabras pero de igual manera sonrió tiernamente. Y así continuaron con los labores que terminaron rápidamente. Se reunieron exhaustos en el sofá dejando salir ambos un gran suspiro agotador. Miraron a su alrededor, la casa había retomado color y ambiente.

Let's Be Better [MiamiRickorty]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora