Capítulo 6

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Después del accidente vino a mi casa y se disculpó con mi mamá.

No sé porque lo hizo pero supongo que pensó que le había dañado algo que para ella era muy importante.
Y claro está, ese algo era yo.

Tan decente, tan reservado y tan formal.

Intercambiamos números e incluso se ofreció a llevarme a la universidad hasta que mejorarán mis rodillas.

Le admiré desde el principio.

Pudo irse y dejarme ahí tirada sin siquiera preguntar o enterarse de mi estado pero no lo hizo, asumió la responsabilidad y me miró con esa preocupación que les juro que me dejó perpleja.
No me conocía para entonces y actuaba como si lo hiciera.
Cómo si supiera que necesitaba que me mirasen de esa forma, más bien, que necesitaba que alguien entendiese lo que quería transmitir con mi mirada.

Esos escasos minutos que nos duró el contacto visual me hizo dudar y cuestionarme sobre la situación en la que estábamos enseguida.

Sabía que de algún modo u otro podría llegar a ser alguien importante en mi vida.

Porque eso es lo qué pasa conmigo.

El hecho de querer lucir como una persona tan indiferente hace que cuando alguien se interese aunque sea un poco por mis cosas , se preocupe aunque sea solo un poco por mi, vuelva y lo haga.

Termino ilusionándome como una niña a la que le prometen comprarle una golosina.

Y no es raro que lo haga porque aunque estoy errada y sumergida en mi propia burbuja que me advierte que no puedo ni debo enamorarme, siempre he sabido que me hace falta afecto, esa persona que me diga que todo va a estar bien, por mas cursi que parezca.
He reprimido mis sentimientos por tanto tiempo que a estas alturas de mi vida vivo mejor con la costumbre de ilusionarme cada mes con un chico diferente.

Primero Stanley, después Alex y ahora él.
Se llama Raúl.
Pero me ha sugerido que le llame Yaul y he de admitir que me gusta más la entonación del último.

Hemos estado saliendo por más de dos meses, me ha hecho feliz.
Pero algo me preocupa... porque no me ha insinuado algo sexual ? Será gay?

Y esa última pregunta divagó tanto por mi mente hasta que decidí preguntárselo a él.

Casi siempre me hacia una, dos y aveces hasta tres llamadas en un día.
Era muy misterioso en parte.
Tenía alrededor de cuatros números telefónicos y siempre que me marcaba, llamaba privado.

Me molestaba pero no importaba porque estaba ilusionada con él.
Y supongo que todos han de saber que estar ilusionado suele parecerse mucho a estar enamorados.

Imagínate estar enamorada de un chico diferente cada mes.
Muy malo, no?
Para mi suerte son solo ilusiones y a los dos días de no ver o saber de esa persona ya no siento más.

Aunque claro está, cada uno deja su huella o algún lindo recuerdo que me hace pensarle de vez en cuando.
Y lo prefiero, prefiero eso a quedarme intentando algo que sé con toda certeza que no funcionará.

Porque todos mis amoríos me han enseñado algo.
Algo que estoy usando a mi favor, o eso creo.

Al final de cada relación la hostia es la misma, los síntomas no dejan de parecerse.
La estadía de la depresión se hace difícil e insoportable.
Y siempre es así a menos que la relación no te importe lo que es difícil porque de no importarte no estarías en una.

Siempre duele.
Y es justo por eso que prefiero no sentir más.
Mejor así.

Me hago daño igual pero duele menos.

Fue estúpido por mi parte haber iniciado con eso, Yaul.
Ya sabía cómo iba a terminar.

Al igual que todo lo que hago, salió mal y por esa razón siempre mantengo la coraza al margen.
Así no me duele, así no lo sufro y si lo hago es por tiempo breve.

Y no deberían juzgarme, porque solo yo sé cómo se siente ese nudo en la garganta cuando me doy cuenta que lo que alguna vez pensé que podría llegar a funcionar o quizás  podría llegar a ser diferente a toda la mierda anterior termina resultando igual o incluso hasta peor.
Y supongo que ahí es justo donde aplica a la perfección esto que tanto dicen: " más vale un malo conocido que un bueno por conocer".

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