COLAPSAR

Capítulo 2

Vales más que ese veneno al que solías llamar amor, así que gracias por irte porque de todo se sale y de todo se aprende, y supongo que esto no será la excepción.

No entiendo mucho de esto  pero juraría, quiero decir... te aseguro que el amor, este vicio incalculable no debería doler, no tendría que sufrirse ni agotar al corazón, el amor, ese sentimiento tan adictivo, es libre, valiente y sincero; Así que no, no me controles, no me grites, ni me obligues, no me hagas sentir que no valgo nada y que tú eres ese sol sobre el que tengo que girar aunque no quiera.

Querido amor tóxico quizás me diste los momentos más hermosos de mi vida pero te tengo que ser sincera, eso no iba bien, esto no funciona y eres tú,  no soy yo.
Lo nuestro solo tenía cadenas y ganas de no volver a vernos nunca.
Se pudrieron las sonrisas y el echarnos de menos.

Y ahora mismo lo único que quiero es quererme a mi misma mejor de lo que cualquiera podría hacerlo.

No necesitaba un castillo, me bastaba con que estuvieras allí, conmigo.
Sin que ni si quisiera nos importase el motivo.

No necesitaba palabras bonitas al oído, me conformaba con que no me hicieras sentir culpable por querer vivir de más.

Querido amor tóxico te he querido aunque no sé si eso era lo correcto.

Confundí tu juego con el amor y por eso te dije adiós y esa vez fue la definitiva.
No hubo vaivénes de esos que acaban en enfados, no dudé y aunque lo haya hecho no volví porque me respeto y me he dado cuenta, Al fin!, de qué  hay gente que es capaz de hacerte sonreír con tan solo mirarte e inclusive con el simple hecho de escucharlos mencionar tu nombre, gente con la que puedes ser tú misma de pies a cabeza.

El amor es completarse, no competir.

Ojalá te des cuenta de que tu círculo vicio te hace daño incluso a ti mismo.

Me desgastaste emocionalmente y eso no te importó, siempre quisiste hacerlo un poco más.

Huí.

No quise que mi próximo amor sufriera o que me encontrase rota o inestable por algo tan común como lo fuiste tú.

Lamento tener que pisotearte al hablar de ti pero créeme es una pérdida de tiempo halagarte, aún cuando el halago va dirigido a ti de una forma tan precisa de lo que pienso que eres realmente.

Y cuando sepas de mí,  por favor,  disimula.
No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos.
No les cuentes lo que habríamos sido de no ser por los dos.

Primero porque jamás te creerían, pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto, te tomarán por loco, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.

Cuando sepas de mí,  tu disimula y sonríe.

Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue y con todo lujo de detalles, ya verás.

Y si me fue bien tampoco tardarás mucho en enterarte, no te preocupes.
Intentarán ensombrecer tu alegría usando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas pero de nuevo te vendrá todo como si ya  hiciera tiempo.
Inconexo y mal.

Que sabrán ellos de tu alegría?
Yo que la he tenido entre mis manos, que la pude tutear como quién tutea la felicidad. Pero ellos?...

A lo que iba...

Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí.
Nadie puede ni debe , hazme caso.

Sentirás el dolor de esa ecuación que creíamos resuelta por ser incapaces de despejarla hasta el final.

Sentirás la respuesta de esa pregunta que nunca pudo cerrar su signo de interrogación.

Sentirás un: ¿Que hubiera pasado sí...?

Sobre todo, Sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo. Incluso cuando nos separamos.

Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos o un algo tan pequeño como el espacio que en sí estaba siempre cediendo un 'no'.

Pero tú aguanta, resiste.
Hazte el favor, háznoslo a los dos.
Que no se te note.

Que nadie descubra esos ojos tuyos intentando buscarme entre la multitud.

Y es que son aquellos recuerdos que fabricamos juntos, con las mismas manos con las que construimos un futuro que jamás fue, son esas anécdotas estúpidas que solo nos causan gracia a ti y a mi.

Prestáles algo, cualquier cosa, aunque sólo sea tu atención.
Porque sí algún día sabes de mí,  eso significará muchas cosas.

La primera, que por mucho que lo intenté,  no me pude ir tan lejos de ti como yo quería.

La segunda, que por mucho que lo intentaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos tan felices.

La tercera, que tu mundo y el mio siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad.

Y la cuarta, que cualquier resta es en realidad una suma despejada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.

En mi mundo ya solo valen los punto y final.

Porque eso que regamos en el corazón ya está marchito.

Porque me he roto el corazón más de una vez.

Soy inestable, siempre lo fui.
Tengo problemas de confianza y eso me escuece el alma.

Uno no elige cuando ni de quién se enamora, como tampoco se puede elegir la velocidad.

Pero olvidamos que el hecho de hablar no tiene nada que ver con acto de comunicarse.
Para lo primero basta con mover la boca y emitir fonemas, para lo segundo, además, hay que mover el corazón, tanto el propio como el ajeno.

Y hablando de ajenos... que tan ajenos seremos ahora?