Bestia [Omegaverse]

Nueve

El alfa acariciaba los cabellos de aquel omega, olía tan bien y era tan cálido, casi tanto como su otra pareja. Estaba contento con su nueva adquisición, en un tiempo entraría en celo y podría preñarlo, no estaba nada mal, su padre también tenía dos omegas y creía que dos era la cantidad perfecta. El niño se abrazó al pecho ajeno con gusto mientras inhalaba el aroma ajeno, sintiéndose querido y completamente absorto en sentir su nuevo vínculo y la nueva marca en su cuello. Pero su tranquilidad se vio perturbada a la vez que el alfa se levantaba y apartaba a ese chico, el alfa lo sabía, por su vínculo podría sentir a su omega sufrir y eso lo alarmó, salió casi corriendo de ese lugar abandonando a su otra pareja, entró a la madriguera del albino observándolo asustado.

Él estaba recostado mientras respiraba aceleradamente y se sostenía el vientre con dolor, su cuerpo apenas se estaba preparando para lo que vendría y las contracciones lo lastimaban más de lo que deberían, el albino era delgado, delicado y bastante sensible, aquel laborioso trabajo de parto solo parecía querer matarlo. Vio a su alfa llegar y se sintió más relajado, podría incluso decir que feliz, dejó salir una gran sonrisa a la vez que una contracción poseía su cuerpo y dejaba salir un grito que alertó al alfa para que se acercara a él, cuando estuvo cerca de su pareja miró su rostro y le sonrió con pena, no le gustaba que su omega estuviera llorando, le besó la frente con delicadeza y acarició sus mejillas. El omega solo lloraba pidiendo ayuda, no pensaba que aquello sea tan horrible.

El alfa no sabía qué hacer por su pareja, recordó que cuando su madre estaba por parir a su hermano, su padre trajo al otro omega para que lo ayudase, eso era, los omegas se ayudaban entre ellos cuando estaban en esas situaciones. Se levantó y alejó del albino con una nueva idea en mente, claro que el joven asustado no quiso dejar que su pareja se alejara de él, pero este solo le sonrió mientras salía de la madriguera en busca de aquel otro omega que había llegado a su territorio hace solo unas horas, lo tomó del brazo bruscamente y lo empujó fuera de su madriguera para llegar a la del albino. Este se confundió cuando vio al intruso ¿Otro? ¿Qué debería hacer ahora para deshacerse de él? Lo mataría para que dejara a a su alfa en paz, no quería verlo en ese lugar, pero... estaba en desventaja, ahora era él el que estaba pariendo y su bebé el que nacería, su alfa no les haría daño ¿Verdad?

El niño en cambio solo se asustó al escuchar gruñir a aquel extraño ser que lo miraba, parecía estar sufriendo, ese vientre que cargaba le daba la razón por la cual sufrir y el aroma del alfa entre ambos evitaba que salga de allí corriendo, no quería ayudarlo, no sabía por qué estaba ahí y por qué su alfa lo había empujado, pero al sentir el toque de este en la espalda incitando a que se acerque al omega de cabello blanco supo que debía ayudarlo, él no tenía mucha idea de cómo hacerlo, debía tratar de tranquilizarse un poco, pero su aroma no serviría. Mientras el omega intentaba inexpertamente ordenar las pieles que lo rodeaban para recibir al cachorro, el alfa rodeó con un brazo al albino y comenzó a liberar sus feromonas para tranquilizarlo.

El albino no quería que aquel extraño lo toque o toque a su cachorro, no podía dejarle hacer eso cuando no lo conocía y menos sabía por qué estaba allí, pero aquello le dolía tanto que podría dejar su orgullo de lado por un momento. Podría luego pensar en aquella extraña situación, solo cuando acabara el dolor y su cachorro estuviera con él. Por el momento comenzó a pujar sintiendo cómo todo dentro suyo se rompía, jadeaba con rapidez mientras su alfa lo tomaba de la mano y besaba su frente, aquel omega frente suyo entre sus piernas abiertas esperaba con aquella piel de cervatillo entre las manos, el frío intenso trataba de colarse hacia la madriguera donde el calor del momento provocaba que el aire se sienta pesado y desagradable. El omega dio un último esfuerzo por su cachorro, sentía que ya estaba por terminar todo aquello así que logró quitarlo por completo de sí. El niño de cabellos oscuros recibió a aquel pequeño humano cubierto de sangre, se sorprendió tanto de que sea tan ligero y lo tomó envolviéndolo en la piel del cervatillo. Al instante en que el albino vio a aquel extraño tomar a su cachorro se enderezó y alcanzó a la pequeña bola de carne, ignorando el dolor y el hecho de que su alfa estaba mirando fijamente a aquel cachorro, el albino abrazó a su pequeño hijo y le limpió la naricita, metió uno de sus dedos a su boca haciendo que escupan un líquido y comenzó a llorar, todo aquello lo hacía por puro instinto pues su madre no le había enseñado, estaba completamente absorto en su cachorro, tanto que su alfa y aquel extraño pasaron a segundo plano. Colocó al bebé sobre su pecho, compartiendo calor con él y abrazándolo mientras lo cubría con la cálida piel que lo recibió al mundo. El alfa se acercó a su pareja y cachorro, impaciente por oler a ese pequeño niño y asegurarse de que su sangre corra por sus venas, descubrió la piel encontrando aquella cabeza cubierta con un poco de cabello oscuro y esas manos que se cerraban contra el pecho de su madre, respiraba lentamente mientras dormitaba sobre la piel ajena, el omega dejó que su alfa oliera al nuevo cachorro y este parecía complacido con él, se trataba de otro lindo niño omega del que estaría orgulloso por cuidar.

Lejos de la burbuja que la pareja creó entre ellos, el niño de cabellos oscuros observaba a la pareja y a ese cachorro tan pequeño, sonrió porque estaba feliz de que lo haya hecho bien y el cachorro estaba bien. Se alejó de la pareja y salió de la madriguera, el choque del calor corporal con el frío del ambiente lo hizo temblar y con rapidez fue hacia su propia madriguera para refugiarse de aquel hostil ambiente.

Todo estaría bien de ahora en más ¿Verdad?

Solo digo que este es el penúltimo capítulo de esta corta historia, el siguiente cap viene con un anuncio que creo les gustará :)

¡Hasta la próxima!

B.A.