La noche era demasiado fría como para apartarse de su tan amado alfa, se abrazo una vez más a él para permitir que su cuerpo se nutra del calor ajeno, el albino se apoyaba sobre él con toda su extensión mientras era rodeado por gruesos y fuertes brazos de su pareja, sonrió con gusto mientras suspiraba delicadamente. Fuera solo se escuchaba el suave silbido del viento y quizás uno que otro animalito nocturno que recorría los lugares, en medio del silencio meditaba, no podía dormir. No entendía por qué había ayudado a aquel extraño para hacer una madriguera e incluso lo había limpiado ¿No era mejor dejarlo así? Podría morir en condiciones tan malas y su alfa sería solo para él, era lo mejor, pero alguna extraña razón lo incitó a ayudarlo... algo había hecho click en su cabeza ¿Fue raciocinio acaso? Con miedo a ese nuevo sentimiento hundió su rostro en el pecho de su alfa, este notando la inquietud de su chico solo liberó suficientes feromonas para tranquilizarlo y hacerlo descansar.
El alfa recostó a su pareja sobre un buen cubierto lecho, sabía que estaba cansado por todo lo que había hecho en el día y debía cuidar al cachorro que tenía dentro. Miró una vez más a su omega y luego abandonó la madriguera, hace apenas unas horas había sentido un extraño aroma provenir de afuera y este no se trataba de aquel cadáver en estado de descomposición que colgaba hermosamente de su árbol, no, era un aroma mucho más desagradable que simple carne, y provenía de la madriguera de su otro omega, próximamente pensaba en marcarlo, era un muchachito muy bonito y se notaba que podría tener a sus cachorros sin problema, solo debía morder aquel cuello tantas veces como para hacerlo suyo y borrar la marca de ese asqueroso alfa. Se acercó a la madriguera donde el aroma había aumentado, obligándose a taparse la nariz y a ingresar en busca de respuestas. Allí, sobre aquellas pocas pieles, se encontraba su próximo omega con las piernas extendidas de par en par, entre ellas un charco de sangre y su respiración completamente acelerada. Miró con desesperación al alfa.
—A-alfa... ayúdame alfa... —lloraba, había intentado muchas veces pujar, su cuerpo se lo pedía y eso hacía, pero por alguna razón su cachorro no podía salir, asustado solo recurrió al único que estaba allí en ese lugar, pero el alfa al ver esta escena frente a sus ojos solo retrocedió y se topó con la salida, dejando completamente abandonado al omega castaño, unas lágrimas se escaparon de los ojos del castaño mientras que veía al único que podría ayudarle salir de allí. De nuevo un horrible dolor inundó su abdomen y pegó un grito, no, no estaba bien, su cachorro ya debía haber salido.
Al alfa no se le ocurrió mejor cosa que ir de vuelta a su madriguera, el único que podría ayudar sería su omega, él parecía saber mucho y ser experimentado, se acercó al muchacho y lo movió para despertarlo, este levantó la cabeza y olfateó a su pareja conociendo muy bien aquel aroma tan desagradable... no era posible. Si ese omega paría su alfa se iba a enlazar con él, no quería que eso sucediera, pero ver aquella expresión de preocupación en el rostro de su alfa lo hizo reaccionar e ir con el omega castaño, el aroma era completamente insoportable para la delicada nariz del albino y el ambiente al rededor de la madriguera del castaño se había vuelto tan denso que se podría ver el aire. Con delicadeza se deslizó dentro del resguardo ajeno y observó a aquel muchachito sudado, con una cara asustada y con ese enorme vientre tieso por el esfuerzo y las contracciones. De alguna manera el albino conocía lo que estaba pasando, su madre había tenido muchos cachorros y tuvo que ver bastantes veces situaciones como esas, era moderadamente normal, los machos omegas no estaban completamente adaptados para tener un parto, por eso que su población era bajísima pues de los pocos que habían muchos morían en el primer parto y... el albino no podía evitar estar emocionado por esperar a que ese tonto castaño muera, pero su alfa desde fuera observaba con la posibilidad de que haga algo, no podía mostrarse de esa manera ante su alfa, así que acercó sus manos a las del contrario y las tomó, incitándole a respirar de manera acelerada, este hizo lo mismo. Además de aquello el albino no hizo demasiado, quizás liberar unas pocas feromonas para que se calme un poco, pero no sirvió de mucho pues el castaño parecía perder fuerzas por intérvalos.
El albino sonrió varias veces cuando lo vio cerrar los ojos agotado, quería que muera, quería a su alfa solo para él, sonrió emocionado cuando parecía haberse desmayado, pero con una última contracción el cachorro pudo salir fuera, el albino jamás se percató de que realmente estaba cerca de sacarlo, pero eso no importaba demasiado, ese cachorro no se movía un centímetro y parecía más muerto que vivo, así que era lo de menos, solo le restaba matar a ese desdichado omega. Pero al levantar la mirada se encontró con un rostro lleno de lágrimas y desconcertado ante el cuerpo de su primogénito, con delicadeza intentó tomar el aún cálido cuerpo y aunque lo hiciera torpemente podría llegar a ser una gran madre, el albino miró esta reacción con curiosidad, era hasta incluso triste el hecho de que el castaño acercara la boquita de su bebé a aquel rosado pezón para que este sienta el calor y pueda consumir su primer alimento, pero no sucedió para nada y solo unas gruesas lágrimas cayeron de sus ojos, abrazando al cachorro.
Dentro del albino algo se rompió ¿Qué era eso? ¿Compasión acaso? Sabía lo que debía hacer, se notaba que ese omega no sabía realmente nada de cachorros o de ser madre, así que se acercó al bebé y lo arrebató de las manos ajenas, haciendo que el chico diera un gemido de pena, pero en cambio lo único que hizo el de cabellos claros fue tomar a ese cachorro y sacudirlo un poco, frotar su espalda e intentar hacer que tome aire, la desesperación en la cara del castaño iba en aumento hasta que logró escuchar unos cuantos gemidos bajos por parte de la bola rosa de carne que había salido de su interior. Sonrió y el albino muy confundido por su acción solo le entregó de nuevo el cachorro, esta vez comenzó a llorar lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de su madre y allí sí logró tomar su tan preciado alimento entre esos labios rosas tan pequeñitos.
El albino se alejó de ellos, quedando en la esquina opuesta de la madriguera mientras el cachorro dejaba de llorar, estaba agotado, asustado y muy confundido, solo quería dormirse de una vez por todas, pero vio llegar a su alfa, tenía un aroma tan dominante que su entrepierna quedó en semierección por el simple hecho de verlo y dejó escapar un jadeo, le gustaba mucho cuando su alfa era así, pero lo que le llamó la atención fue ques traía entre sus manos una piedra muy roma.
—Alfa... —lo llamó, pero el alfa en celo hizo caso omiso al omega albino, giró para ver a aquel recién parido y a su cachorro, ese cachorro no olía a él, no era suyo y no le servía, él quería tener cachorros con sus omegas, muchos de ellos, no le servía de nada criar al hijo de otro alfa inferior a él.
Arrebató al bebé del pecho de su madre, el castaño dio un brinco para volver a alcanzar a su pequeño, pero el alfa solo lo empujó nuevamente, el neonato comenzó a llorar e incluso el albino intentó abalanzarse contra su alfa para proteger a aquel inocente cachorro, pero el aroma de este solo inundó la ya pequeña madriguera y dejó paralizados a ambos omegas, incluyendo al bebé y dando así una pista de su género. Con asco contra ese niño lo tomó y lo golpeó contra el suelo, resonando el llanto como algo completamente atroz, en cambio para callarlo tomó la piedra que trajo y de un solo golpe certero en la cabeza este dejó de molestar. El alfa parecía haberse relajado, en el suelo aquel pequeño cadáver lo tranquilizaba. Miró al omega castaño quien paralizado observaba a su cachorro sin vida.
—Omega... —susurró contra su cuerpo, él solo se abrazó a sí mismo, asustado por lo que aquel enloquecido alfa podía hacer.
El albino en cambio solo salió de la madriguera, no era su problema lidiar con aquel muchachito, al menos sabía que ahora su propio cachorro no tendría competencia en cuanto a los alimentos o atención de su padre. Además le tranquilizaba el hecho de que su propio alfa se hizo cargo de aquel no deseado con sus manos, así él no debía ensuciarse las manos de ninguna manera. Y en relación al chico que había quedado a merced de su alfa... estaba contento. Un alfa en celo era capaz de morder más veces de las necesarias, además, las recientes heridas del omega no desaparecían.
Sonrió.
Iba a morir.
Sabía que iba a morir.
•§•
Lamento andar de muerta por tanto tiempo xD universidad, exámenes, enfermedades y depresión juntas no es buena combinación :v
Espero que hayan disfrutado el capítulo, nos vemos 💙
B.A.
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Bestia [Omegaverse]
Fiksi UmumTe invito a conocer a una bestia: el hombre. Historias cortas omegaverse yaoi, disfruten 💙 •§• ® Historia original, se prohíbe todo tipo de adaptaciones de la misma Si conoces algún plagio de esta historia te agradecería que me lo dijeras ♥