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-          ¿Qué haces aquí? – le pregunto y el se sienta en mi cama – claro tu como en tu casa guapo – le sonrío.

-          Están besándose allí, paso de presenciar eso – me dice mientras mira mi habitación

-          Siempre está la opción de irse – elevo una ceja

-          Claro, pero he venido en su coche – me sonríe irónico - ¿Te gustan los libros? – dice mirando mi gran estantería.

-          Si, un poco – sonrío

-          Vaya

-          ¿Qué pasa?

-          No te veía pinta de lectora

-          ¿A caso una camarera de cafetería no puede leer? – le digo enfadada

-          No, ósea sí, pero no sé – dice nervioso y a mi me está saliendo humo por las orejas.

-          Mira vete de mi cuarto, porque me están dando unas ganas de meterte una hostia que lo flipas – le señalo la puerta

-          Joder con la españolita – suspira

-          Mira, inglesito ¿te piras o te acompaño a la puerta?

-          Eres insufrible – dice y se tumba en mi cama – venga llévame si puedes

-          ¡INBÉCIL! – le grito y me pongo a su lado para intentar levantarlo. Lo cojo de los brazos y forcejeamos. En uno de los movimientos acabo sentada encima de el y me mira fijamente. Yo sigo moviéndome para que me suelte y escucho un gemido, es el. Yo paro y su mirada está mas oscura que de costumbre. El se levanta y quedamos a escasos centímetros, me mira la boca y yo miro la suya. Suspiro y toca mi labio con sus dedos.

-          Tienes una boca muy sucia pelirroja – me susurra y yo siento mi cuerpo temblar. El se acerca más y roza mis labios con los suyos. Elevo la vista y veo como me mira fijamente. Jared no junta sus labios con los míos, y yo no puedo más. Me arrimo a el y los junto yo misma. El me acerca más a el y yo coloco mis brazos en su cuello, me esta devorando la boca. Suelto un gemido y me aprieta el trasero mientras me gira y me tumba en la cama quedando el encima mía. Mete sus manos por mi camiseta y ve mis bragas.

-          Joder – dice y me acaricia por encima de ellas, yo respondo arqueando la espalda. Para y me mira, yo le miro agitada y sube la camiseta hasta mi obligo y lo besa. Suspiro y me incorporo para sacarle la camiseta. El levanta los brazos para facilitarme el trabajo y descubro un sinfín de tatuajes en su pecho y brazos. Me quedo fascinada y me tumba de un tirón de nuevo en la cama. Esta vez yo le acaricio el pecho mientras nos besamos. Necesito más joder.

-          Jared....- susurro

-          ¿qué nena? – dice mientras me besa el cuello

-          Quiero más – le digo y el para y me mira

-          No me pidas eso

-          ¿Qué? ¿por qué no?

-          Por que no podré parar – me mira serio y yo lo acerco más a mi con las piernas. Niega y se separa de mí. Se pone en pie y me mira desde arriba. Suspira y se pone su camiseta. Yo me incorporo nerviosa.

-          ¿A dónde vas? – le pregunto agitada

-          A casa

-          Pero...

-          Adiós – dice y se va dejándome en mi habitación más caliente que una candela. ¿Qué ha pasado? Me miro en el espejo y entiendo, ese tío es demasiado para mí. Niego ante tal pensamiento y me vuelvo a mirar. Estoy demasiado buena para cualquiera, él se lo pierde.

A la mañana siguiente camino a la cocina para prepararme el desayuno antes de irme a trabajar. En el sofá me encuentro restos de ropa, los que supongo son de Liam y sonrío pensando lo bien que se lo habrá pasado mi amiga, no como yo, puto Jared. Me preparo un café y una tostada y corro a vestirme. Cuando ya llego al colegio oigo como mis niños me gritan los buenos días. Yo les sonrío y camino a mi mesa. Hoy trabajábamos con arcilla por lo que todos tenían que llevar ropa de repuesto. Mientras caminaba por las mesas vi como el pequeño Dylan fruncía el ceño.

-          ¿Qué ocurre Dylan? – me agacho para ponerme a su altura - ¿no te gusta la arcilla?

-          Si me gusta – me dice y hace un puchero

-          ¿Entonces porque no haces como tus compañeros y empiezas con la actividad?

-          Es que mi madre está malita y a mi padre se le olvido meterme ropa en la mochila – sorbe su nariz.

-          ¡Ay pero me lo hubieras dicho! No te preocupes la seño tiene ropa en ese armario – lo señalo - ¿quieres ponerte una de mis super molonas camisetas? – le sonrío

-          Siiiiii – dice y me abraza

-          vamos a por ella – me levanto junto a el y vamos a mi armario.

Cuando las clases han terminado, espero a que todos los padres recojan a sus hijos. Dylan me mira triste cuando todos se han ido y solo quedamos nosotros dos.

-          ¿Tu mamá que está malita? – le pregunto y me siento en su mesita.

-          Si, esta en la cama con mocos

-          Vaya... ¿y tú la ayudas?

-          ¿Yo? – me mira sin entender

-          ¡Claro! Puedes llevarle agua, pañuelos, comida... o darle un masaje

-          No lo sabía, papa me dice que me quede viendo los dibujos – yo carcajeo y miro la hora. Han pasado quince minutos. Debería dejar a Dylan en consejería pero me da tanta penita que este solo que decido quedarme y esperar con él. Cuando ya había pasado media hora, veo como Dylan se aprieta su barriguita. Tiene hambre. Sonrío y saco de mi bolso un sándwich.

-          Toma cariño comételo – se lo entrego y el me sonríe mientras se le iluminan sus ojos azules.

-          Gracias seño – me da un besito y se sienta a comérselo, cuando de repente el sonido de unos pasos corriendo me hacen llevar la mirada a la puerta que se abre inmediatamente.

-          Titooooooo – Dylan sale corriendo a los brazos de un hombre al cual aún no le he visto la cara. Elevo la mirada y me encuentro con la última persona que quería ver.

-          ¿Lenna? – me mira atónito, yo suspiro y niego con la cabeza.

-          ¿Se puede saber que haces en mi clase Jared?

-          Es mi tito seño Lenna

-          Anda ¿si? – le sonrío al peque y luego miro a Jared seria - ¿qué?

-          ¿Pero tú no eras camarera? – dice cogiendo a Dylan en brazos

-          Eso lo pensaste y asumiste tú – le señalo – ahora si no te importa llévate a tu sobrino y dale de comer. Y tu Dylan ya sabes, ¡a cuidar de mamá!

-          Siiiiiiiii – levanta sus manitas y carcajeo

-          Esto... yo es que estaba trabajando y...

-          No me cuentes tu vida que no me interesa, ¡hasta mañana Dylan!

-          ¿Y ese sándwich? – le pregunta al crio

-          Me lo ha dado la seño

-          ¿Estás loca? – me grita - ¿sabes que es alérgico al gluten?

-          Lo primero que a mí no me grites y menos en mi trabajo y lo segundo que CLARO QUE LO SE, soy su profesora y tengo una lista con todas sus enfermedades, alergias y demás. Mira allí está, junto a mi mesa, ese cartel – le señalo – y el pan es sin gluten. Y ahora si no te importa, ya sabes donde está la puerta.

-          Adiós seño Lenna – se despide Dylan antes de seguir a su tito corriendo por el pasillo.

Lo que pasa en Londres, se queda en Londres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora