Déjame Amarte

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Se sentía como la peor persona del mundo...

Nunca imagino que Jimin tendría una discapacidad y solo estuvo hablando de actividades físicas que por obvias razones el rubio no podía realizar, esa noche no lograba verlo a los ojos, quería irse lejos de allí por la vergüenza que sentía.

Por otra parte Jimin notó el cambio de actitud de Jungkook, el que ni siquiera volteara a verlo le hizo sentir mal pues antes de enterarse de su problema se veía entusiasmado por conocerlo y ahora no.

Nadie quería ser amigo de una piedra, así se sentía Jimin, habían pasado tres años desde su accidente y perdió toda la esperanza de que algún día volvería a caminar.

Todo cambió desde ese día, le gustaba mucho cualquier actividad física, odiaba que su madre lo quisiera tener encerrado, desde niño jugó fútbol pero lo que más le apasionaba eran las bicicletas, tenía 4 y era lo único que pedía en cumpleaños y navidad, eran su adoración.

Salió de su casa junto con sus amigos, quién bajaría más rápido de la montaña en bicicleta?

Downhill... Solo agresividad y velocidad lleno de adrenalina, era muy arriesgado pero en la mente de Jimin solo podía sufrir algunos raspones como las anteriores veces, ojalá solo hubiera sido eso.

El rubio estaba muy entusiasmado por llegar a participar en algún campeonato en el futuro pero para eso tenía que entrenar duro, le exigía demasiada habilidad y condición física pero ese no era un problema para él.

Su madre no tenía idea de lo peligroso que era, Jimin solo le contaba lo que necesitaba saber para tenerla contenta y que lo dejara seguir practicando.

Antes de montar la bicicleta y bajar tuvo un mal presentimiento, por alguna extraña razón no se sentía bien pero sus amigos ya estaban listos y esperándolo.

Suspiró y se montó, cruzó algunas rampas y unas que otras piedras, no contaba con que hubiera tanto lodo, había llovido solo un poco pero aun así estaba más resbaloso que otras veces, iba bajando cerca de los 50 km/h y sentía la adrenalina brotar por cada poro de su piel.

Sintió como de a poco se le descontrolada la bicicleta, se aferró a ella y logró manipularla bien o al menos eso creía, frente a él había una rampa grande, no pudo pensar mucho pues por la velocidad que levaba llegó demasiado pronto.

Solo recuerda como su cuerpo rodó por los aires, el sabor del lodo entre los dientes, un intenso dolor de cabeza junto con una visión borrosa.

Después despertó desorientado, un brazo enyesado, cables y el cuerpo entumecido.

Escucho gente hablar a su alrededor, entraban y salían médicos, lo revisaban mientras cuchicheaban y hacían anotaciones en sus carpetas.

Algo lo tenía inquieto, no podía mover las piernas, tal vez por pasar tanto tiempo acostado, él no estaba acostumbrado, eso pensó.

Pasaron horas y nadie de su familia entraba a verlo, las enfermeras de turno solo le dijeron que esperara un poco más.

Por fin llego el momento, vio cómo entraron sus padres, se veían extraños, su madre sonreía y le acariciaba el rostro mientras decía que todo estaría bien.

Entraron dos médicos, caminaron hasta quedar frente a la cama, nunca olvidara esas miradas que gritaban lastima por todos lados.