Llevaba diez minutos con los ojos abiertos, tratando de entender dónde estaba. Mi cabeza me dolía como nunca y las ganas de vomitar era tremendas. ¿Qué había pasado ayer? Ni puta idea.
La cama en la que estaba era gigante, al igual que el cuarto.
Esperen un momento.
Miré debajo de mi sabana y tenía una camiseta larga y negra y mi ropa interior.
Ay dios que había hecho.
Me puse de pie rápidamente, traté de buscar mis cosas, pero nada que las encontraba.
—Veo que te levantaste.
La voz de Matt me paralizó por un momento, ¿Que mierda había hecho anoche?
—Matt, por Dios— toqué mi cabeza, dolía como nunca.
—¿Tienes hambre?
—Dime que no hice una locura anoche, Dime que no pasó nada entre nosotros. Por favor.
—No te puedo asegurar nada, te desapareciste toda la noche, y cuando por fin Jade dio contigo estabas borracha.
Cerré los ojos fuertemente.
Recordé que tenía una camiseta negra.
—¿Dónde está el vestido? —Es de jade, no lo podía perder.
Ay no.
¿Él me quitó la ropa?
—¿Tú me desvestiste?
—No tuve otra opción, Jade también estaba borracha, Alex se la llevó. Linda ropa interior, por cierto.
Me sonrojé un poco.
—Van a ser la una de la tarde. Vamos a comer.
La una, había dormido como morsa.
—¿Dónde están mis cosas?, creo que es mejor que me vaya.
—Tu ropa se está lavando y tu celular y cartera en la segunda gaveta de ahí.
Matt estaba vestido con uña pantalones de gimnasio y chaqueta de Red Devil.
Me acerqué a la gaveta y la abrí, efectivamente allí estaban mis cosas.
—Creo que mi ropa se te ve mejor a ti que a mí.
Yo estaba de espaldas a él y sonreí inconscientemente, por un momento se me olvidó que estaba molesta con él.
—Me tengo que ir, ¿Se demora mucho el vestido?
—Lo entiendo, estás molesta conmigo. ¿Se puede saber por qué?
No le podía reclamar, no le podía decir que era por el beso, porque al fin y al cabo no éramos nada.
—No es nada. Solo me tengo que ir— Mentí descaradamente.
—Hace días no sé nada de ti, no contesta mis llamadas, ni mis mensajes, es obvio que algo que hice te molestó, solo dime que fue, por favor.
—¿Te gustó el beso con Alice Jones? -Espeté molesta
—Ella me besó a mí, ¿qué podía haber hecho?
—Olvídalo Matt, no me debes explicaciones. Tu y yo no somos nada.
—No me gusta Alice, creo que es obvio que tú eres la que me gusta, Minnie.
En ese momento dejé de respirar un segundo.
—No he tomado buenas decisiones en mi vida, pero el día que te invité a salir, sí que fue una buena.
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Nada más que la verdad
RomanceMellanie Fernández trabaja en un taller mecánico arreglando autos para así ayudar a su hermana en casa y ahorrar para los gastos escolares. Ella estudia en un instituto costoso, codeándose con los hijos de las familias más adineradas de Londres, do...