Smile ➳ Jaemin ; Terminada

Circunstancias II ♣ 1973

¿Fuimos felices en aquel entonces debido a que nada puede durar para siempre? -Rain (Soyou, Baekhyun)

Respiraba con dificultad mientras me desgarraba llorando, tomé mi cabeza porque el dolor era insoportable e incrementaba cada vez más. Me era más que imposible procesar lo que acababa de presenciar. Jaemin era el principio de mi felicidad y mi desgracia. Él con su sonrisa, podía detonar todo de mí en un abrir y cerrar de ojos. Y yo... Yo no podía hacer nada para controlarlo...

Yo no podía defenderme.

—Esto no es melancólico, es preocupante —comentó Donghyuck cuando me abalancé hacia él para refugiarme en sus brazos.

—¡No! ¡No! Y ¡no! —Gritaba una y otra vez mientras sollozaba, sentía que me iba a morir así no lo pudiera hacer—. Haechan yo...

"Tu condena será reducida, Jeyla Park. Gracias por tu colaboración."

Anunció una voz proveniente de la carta haciendo que Donghyuck y yo nos giraramos a mirarla asustados. La carta se esfumó allí mismo dejando un olor a azufre muy fuerte debido al cual Donghyuck y yo tuvimos que tapar nuestras narices, aunque eso no impidió que comenzaramos a toser.

Mientras estaba tosiendo ahogada en mi propio llanto, esas palabras comenzaron a surgir efecto en mí. Mi condena sería reducida... ¿¡Mi condena sería reducida!?

—Aire —imploré volviendo a toser—. ¡Aire!

Tomé mi sombrero, le apreté la mano a Haechan quién me miró asustado y desaparecí de allí sin decirle a dónde iba o qué iba a hacer conmigo.

Cuando aparecí en el lugar que había pensado, miré mi reloj. Eran ya la una de la mañana del siguiente día y no había dormido absolutamente nada, pero todo el sueño o hambre que sintiera, había pasado a un segundo plano en un abrir y cerrar de ojos. Las imágenes de mi vida pasada me atacaban una tras otra, viéndome primero como aquella chica sonriente que solo deseaba salir adelante posando desnuda para ayudar a su familia que eran Marie y Jaehyun.

El rostro de Jaehyun lo tengo tatuado en mi pecho, estoy segura que él no se volvió parca, ya que yo era la que asesinaba a los hombres, él solo se encargaba de planear el momento perfecto, y para completar, yo había sido la que le había obligado a actuar de esa forma lavando su cabeza, así que quién tenía la culpa era yo, aquel joven de sonrisa perfecta con ese par de hoyuelos, no tenía la culpa de nada.

Deseaba con todo mi corazón que en este momento tuviera una vida perfecta o que si había revivido antes, la tuviera. Él se la merecía, yo no.

Me senté en el pasto admirando el río Han y sus aguas claras corriendo suavemente en aquella noche de invierno. Ya por fin era diciembre del año 1973, y se podía notar por los copos cayendo suavemente encima del pasto cerca a mis pies. Me quité el sombrero para que también cayeran encima de mi cuerpo, quedándose pegados en mi impoluto traje negro, y finalmente me refugié en mi piernas en posición fetal mientras comenzaba a llorar de nuevo, aunque esta vez de forma silenciosa.

Me miré mis manos, un poco delicadas ya que me echaba crema todos los días y comencé a temblar. Con esa mismas manos, le había arrebatado la vida a cientos de hombres de formas muy crueles cuando yo no tenía la potestad para decidir quién vivía o no, además que allí también estaba impregnada la sangre de inocentes y de... De Jaemin.

Nuevamente volví a abrazar mis piernas contra mi cuerpo, aunque esta vez mi cabeza se quedó observando el río mientras las lágrimas no hacían más que salir deslizándose por mis mejillas hasta caer lentamente en el pasto y congelarse. No quería pensar en Jaemin, era lo último que quería en lo que mi cabeza se concentrara, pero es que no podía procesarlo.