Capítulo 4: Una nueva Marinette

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La noche de la tarde del incidente en el baño de la escuela...

-¡¿CÓMO ES ESO DE UN FUNERAL DE UN TÍO ABUELO EN ITALIA?! –la voz del señor Rossi retumbó en la habitación de Lila, mientras que la madre estaba en el comedor, llorando amargamente -. ¡Y no sólo eso! Sino que también que incriminaste a la heredera de una de las familias más importantes de Japón de agredir a una estudiante, la que por cierto, ¿Has estado amenazando?

-¡Te equivocas papá! Yo nunca he hecho tal cosa con Marinette, y tampoco he puesto a sus amigos en su contra, todo esto es una trampa entre ella y Kagami para arruinarme la vida –lloriqueó la chica, pero su padre endureció su mirada.

-Lila, en ningún momento he dicho que has puesto a los amigos de esa jovencita en su contra –la morena palideció y el señor Rossi suspiró hastiado-, por "insistencia" del clan Tsurugi, el alcalde Burgeois y el mismísimo Gabriel Agreste, y por la seguridad e integridad de los alumnos, el director Damocles decidió tu expulsión inmediata del colegio –le informó el progenitor y Lila ahogó un grito-, pero seguirás con tu ayuda psiquiátrica, contrataré a un guardaespaldas que te lleve directamente al consultorio en auto, ida y vuelta, ¡Tienes prohibido ingresar al Colegio Françoise Dupon y ver a tus excompañeros!

-¡No pueden hacerme esto! –reclamó indignada la chica, pero su padre le calló con su mirada.

-Se te dio una segunda oportunidad, ¿Y qué hiciste? –contestó su padre, levantándose de su lugar, abatido y furioso-, arrojaste todo por la borda, necesitas ayuda, y si esta es la única forma de curar esa mente tuya, que así sea entonces –el señor Rossi salió de la habitación, azotando la puerta, y Lila respondió con un grito de ira, tirando todo lo que encontró en el suelo y pateando sus muebles.

-¿Qué esperas Hawk Moth? –rechinó los dientes, viendo al cielo oscuro -. Estoy lo suficientemente furiosa para que envíes uno de tus Akumas, ¡Dame poder, dame mi maldito poder!

Lo que ignoraba la chica, es que el villano de París tenía sus propios problemas a resolver, los que le daba más de una migraña.

....

A la mañana siguiente, el matrimonio Dupain-cheng quedó en shock por dos cosas que ocurrieron al mismo tiempo; Marinette estaba levantada desde muy temprano, y vestía un atuendo parecido al de su madre; un Qipao color purpura oscuro de manga larga que le llegaba hasta altura de la rodilla, adornado con el detalle de sus sellos flores en rosa pálido, y con aberturas en ambos lados de la falda. E igualmente, vestía unos pantalones negros, con unas bailarinas purpuras y franjas negras.

Su peinado había cambiado a un moño trenzado sujeto con un broche en forma de flor loto blanco, lo que le hacía ver más madura y elegante.

-Buenos días –les saludó tímida, pero luego da un respingo cuando su padre saca su teléfono y le toma varias fotografías.

-¡Te ves preciosa, mi princesita! Toda una damita –le vitoreó Tom Dupain, pero su madre tardó un poco en reaccionar.

-Amor, ¿Podrías ir por las galletas? –su esposo asintió contento, sin notar como Sabine se llevaba a un rincón a su hija.

-Marinette, ¿Hay algo que no me has dicho? –le preguntó preocupada su madre, pero la chica sólo volteó la mirada cohibida.

-N-No te preocupes mamá, estoy perfectamente, sólo pensé que luego de todo lo ocurrido, sería bueno un cambio.

-Cielo –la señora Dupain-Cheng suspiró derrotada-, muy bien, pero seguiremos con esta conversación en otro momento, no quiero preocupar a tu padre - Marinette asintió nerviosa, siempre ha escuchado que las madres tienen un sexto sentido con respecto a sus hijos, y está podía ser una de esas ocasiones.

Jeanne D'ArcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora