Prólogo

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Burbank, California. Mayo, 2013.

Nada ni nadie me había preparado para vivir lo que me estaba ocurriendo en estos momentos.

Un silencio sepulcral invadía el ambiente. Inalaba y exalaba lo más rápido y silenciosamente que podía, después de haber corrido por muchas calles y esquivar bastantes obstáculos. Sabía que estás cajas no me servirían mucho tiempo de refugio antes de que me encontrarán.

Maldita la hora en que se me ocurrió seguirlo hasta acá, maldito seas papá.

Mientras trataba de ver si se podía observar algo, escuché un grito de mujer y un ajetreo de hombres, cuando pude ver bien el panorama no podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Mi padre estaba arrodillado en el suelo todo golpeado y rogando miserablemente para que no le hicieran nada a alguien que estaba en la silla amarrada y con una bolsa en la cabeza. Cuando le sacaron esa bolsa de la cabeza, fue demasiado para mi ver a mi madre hecha un desastre y con rastros de sangre en la cara. Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos sin control y trataba de regular el sonido de mi sollozo, porque sabía que si me descubrían iban a morir, incluida yo.

Volví a refugiarme atrás de las cajas de ese depósito y tratar de volver a respirar. ¿En qué demonios te metiste papá?

Sabíamos que estaba pasando por problemas en su puesto de trabajo en el banco de la
ciudad, ya que tardaban en darle una respuesta con la vacante de ascenso al puesto que intentó postularse, pero según lo que había hablado con mi madre unos meses después de su intento, había conseguido la vacante y estaba a prueba para ese dichoso ascenso, por eso debía viajar bastante para el cierre de contratos entre otras supuestas operaciones que cumplía su puesto.

Desde hacía meses que sospechaba de mi padre y sus "nuevos negocios", pero guardarle este secreto a mi madre me estaba consumiendo.
Estaba tratando de darle una oportunidad a mi padre de decirle la verdad o sino buscaría la manera y lo descubriría a como de lugar.

Además, que mi madre también trabajará en el mall de la ciudad casi todo el día hacía que la mentira de mi padre no sea descubierta por ella, por eso no quería ser yo la que tirase la bomba.

Cuando empecé a sospechar de mi padre con su supuesto ascenso en su trabajo -fue porque yo era la que estaba toda la tarde sola en casa y había empezado a recibir paquetes raros con direcciones de otras ciudades, llamadas al teléfono de casa y a su celular a horas extrañas y los fines de semanas no aparecía en nuestra casa- por eso intenté estar más atenta a lo que él hacía durante el día, lo cual demostró que mis sospechas más peligrosas fueran ciertas.

Venía siguiendolo hace alrededor de dos meses, y sabía que los Viernes se reunía con su grupo de trabajo 'alternativo', como me gustaba llamarlo. Así que no fui a la escuela, y lo seguí durante toda la mañana, primero fue a un negocio de comida rápida de la zona sur del pueblo, se pidió un café e hizo una transacción con alguien desconocido. Estuvo toda la mañana haciendo lo mismo en esa zona hasta que recibió una llamada y salió rápidamente. Al seguirlo llegue hasta el final de la zona este del pueblo junto a la ruta, a una fábrica textil abandonada, y ahí fue donde todo esté horror cobró sentido.

Me calme, y volví a sacar la cabeza de mi refugio, justo en ese momento entro el jefe de la pandilla, me di cuenta porque entro rodeado de tres matones y un muchacho de mi edad moreno, delgado y de hombros anchos, que puedo asegurar haberlo visto en algún lado antes.

Y ahí fue donde todo se reveló, mi padre estaba trabajando para la pandilla del Cuervo, la más peligrosa de toda nuestra ciudad y del estado. Mi padre era un maldito dealer de droga y le debía dinero a ellos.

Demonios.

Lo que siguió después de que le sacarán en cara todo lo que mi padre les debía, que lo tenía que devolver trabajando o se la cobraban con la vida de mi madre fue el punto de quiebre, en dónde decidí tomar con mis manos el asunto. Saque mi teléfono y llamé al 911, dando ubicación, pero al tratar de salir de ese lugar, mi mochila se atoro en un fierro y tiro todas las cajas que hacían de muralla, definitivamente era mi fin.

Sali lo más rápido que pude esquivando cajas, basura, pasillos. Sentía los gritos, las armas cargarse, que alguien iba atras de mí pero nunca me di la vuelta para saber que o quien era.

Me tropeze con el pie de una máquina en desuso, cuando me reincorpore seguí corriendo y encontré un recoveco de un pasillo usado como basurero, en donde pude esconderme, no tenía salida y estaba todo oscuro y con cajas, necesitaba respirar y saber dónde estaba porque corría en círculos sin encontrar la salida de ese infierno.

Me estaban por acorralar y lo sabía, cuando escuché y sentí que me estaban por alcanzar todos esos matones otra vez, y en esta no tenía escapatoria, en el final del pasillo se abrió un hueco del ducto de ventilación que no había visto, tenía el corazón en la garganta hasta que alguien encapuchado me chisteo y me guío para sacarme por un lugar que no había visto antes, cuando salí de la fábrica el encapuchado ya no estaba.

Salí corriendo sin mirar atrás hasta la ruta más cercana para tomar algún autobús hasta la ciudad. Nunca corrí tan rápido en mi vida cómo esa vez. Ni siquiera todas las veces que me escapaba de los idiotas de mis compañeros en sus intentos de golpearme o acosarme.

Sigo sin creer que después de eso salí con vida, que mi madre siga conmigo aunque no vuelva a ser la misma otra vez.

Mi padre fue otra historia, a él si que nunca más lo volví a ver ni saber más nada.

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Siempre volviendo en forma de fichas yo ja.

 Dark Nights {cth} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora