Capitulo 9- Lluvia Ácida.

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La lluvia tiene, como todo, dos caras. Una cara es la buena, es refrescante, inspira, es hermosa; además de que sirve para beber y la sobrevivencia humana. La otra cara era la mala, para la gente que no tiene donde dormir, la lluvia les puede parecer fría e incomoda, la lluvia hace crecer ríos, lo cual afecta a los pueblos. La lluvia "mala" destruye casas de gente pobre, hace volar sus techos de lámina por los aires. Pero, ahora imagina una tercera cara. . .una lluvia ácida, una lluvia que mata a los humanos, pero igual mata a aquellos zombies.

Desperté ya que Mario me había movido, sentía un gran dolor de cabeza. —¿Y los cabronazos? —dije aún despertándome y con aquél dolor que no dejaba de palpitar.

—Han salido por provisiones, es nuestra oportunidad, solo dejaron a uno, pero se subió con Thalia. —dijo Mario en susurros— Las otras 2 chicas están descansando. Vámonos.

—No podemos irnos sin Thalia. —Dije algo serio, quizás por el dolor.

—¿Qué? Vámonos, es nuestra oportunidad. Al diablo con ella, está ahorita mismo cogiendo allá arriba, vámonos. —Mario logró desatarse y me ayudó a soltarme.

—Que mal, iré a apagar su fuego intenso. —Mario me soltó y me levanté, las otras dos chicas descansaban en el sillón algo grande y de piel. Las dos eran de piel clara, se paresian mucho, tenían muy buen cuerpo, la única diferencia era que una tenía pecas y la otra no.

Caminamos en silencio hacia la cocina y tomamos 2 cuchillos demasiados grandes. Mario se quedaría a cuidar a las chicas y por si regresaban los otros chicos, mientras que yo iría por Thalia. Al ir subiendo las escaleras, cada vez más eran los sonidos que me hacían mal pensar, pues se escuchaba una cama rechinar y al ir acercándome más unos gemidos agudos. Llegué hasta un cuarto, la puerta estaba emparejada y me asomé un poco. Thalía estaba dando brincos sobre un chico, me detuve un rato a apreciar aquel bello cuerpo, pues a pesar de su conflexion delgada, tenía muy bonitos pechos y un buen trasero, no fue que entre hasta que:

—Oh, Tayson, que tal si me tratas como la perra que soy. —dijo Thalia con exitación.

Aquel chico asintió y se separaron. Thalía se puso en cuatro, a la orilla de la cama y miré como aquel chico de nombre Tyson, empezó a pasar su miembro entre su trasero. Fue ahí, cuando entré.

Pateé la puerta y aquel chico se asustó, prefirió taparse las bolas que a defenderse, mejor para mí. Thalía gritó. Golpeé con fuerza a aquel chico y puse mi cuchillo en su cuello poniéndome detrás de él.

—Thalia, tu padre estaría muy desepcionado. — Dije con algo de burla en mi cara, ella solo me miró por un momento desconsertada, se tapaba sus pechos con los brazos y su rostro mostraba vergüenza.—Bien, ahora vístete, Thalia. —Ordené y ella seguía ahí anonadada. —¡Ya! ¡O lo mato! —amenacé acercando más el cuchillo a la garganta de aquel chico.

—Hey, tranquilo, podemos solucionarlo. —dijo algo nervioso el chico de nombre Tayson.

—Cállate y pon las manos donde las vea. —ya tenía las manos arriba, pero las empezaba a bajar. Thalía se levantó, me mostró su cuerpo desnudo y se vistió. —Bien, acércate y no intenten ninguna estupidez. —Ella hizo aquello, parecía que iba a llorar. Cuando tenía a Thalia cerca mío aventé al chico con esteroides y tome a Thalia de la misma forma. —Vístete, no quiero que mi compañero vea tus miserias. — Se veían asustados. Aquél chico se vistió rápidamente. Y luego le ordené que empezará a caminar hacia la parte de abajo. Al llegar al primer piso, las chicas que dormían estaban amarradas y llorando. Mario les había puesto una mordaza con lo que paresian ser trapos.

—Amárralo. —Mario amarró a Tayson y lo sentó junto a las chicas.

—Larguémonos. —Dijo Mario con desesperación.

—Me parece bien. — amarré las manos de Thalia, lloraba en silencio. Nos dirigimos a la puerta y un trueno resono con acto seguido, una tormenta.

   (...)

Todo fue demasiado rápido, el trueno, la lluvia, sus gritos. . . Todo. Mario al ser mojado por aquella agua lo miré gritar de dolor y desesperación, salía humo de su cara, corrió a taparse y se tiró al suelo llorando y gritando del dolor. Tiré a Thalia al suelo y corrí a ayudarlo, me retiré mi camisa y empecé a secarlo y a tratar de calmarlo. —¡Hey! Mario, tranquilo. Mario. —Repetía su nombre pero el seguía llorando y gritando del dolor. Empecé a retirarle la ropa, que se estaba deshaciendo, hasta dejarlo en boxers. Dejó de llorar, solo soltaba quejidos, empecé a ver su piel quemada y derretida, un pedazo de su rostro estaba rojo, como si le hubieran pasado una plancha.

—Ya pasó. . . Ya pasó.—Calmé a Mario y el abrió los ojos como platos. Volteé hacia atrás y supe por qué, Thalia tenía el cuchillo de Mario. Alcé mi mano y ella encajó aquel cuchillo en esta, atravesándolo y haciéndome gritar de dolor. Le di un puñetazo en su estómago y la ví doblarse en el piso. Me retiré el cuchillo y empezó la sangre a salir a chorros. Rápidamente usé la prenda de Mario ya que está estaba quemada y desgarrada, pero servía como venda, esta se llenó de sangre pero ahí la mantuve. —Maldita perra. . . ¡Debemos irnos con tu papá!

—¡No confío en ustedes!— Gritó Thalia.

—¿¡Por qué!? ¡Solo por qué tu estúpido novio lo dijo! — Le valdrás verga después de que se entere que lo engañas. —ella guardó silencio y bajó la mirada. Miré a Mario el cual estaba muy herido.

Removí a las chicas al suelo y después cargue a Mario al sillón, lo oí quejarse. En su estado no podríamos irnos pero si ellos volvían esto sería un infierno.

—Piensa, Dahíro, piensa. — me dije a mi mismo y me puse a ver por una ventana: zombies estaban tirados en el suelo con su piel quemada, las casas de veían normal. Miré al único chico y le quite la mordaza. —¿Qué saben de esta lluvia?

—No creas que te diré algo imbécil. —Me escupió y frunció el seño.

—Que lastima, tendré que obligarte. —le di un golpe en su mejilla, escuché el chocar de los huesos. —Dime.

—Me. —sonrío cínico.

Lo volví a golpear y luego le di una patada en su cabeza haciéndolo caer al suelo.— Déjate de estupideces. —Miré a las chicas y estaban aterradas, lloraban. Miré a Tayson, sangre salía de su nariz y boca. — Anda, me da asco la sangre. —Empezaba a desesperarme.

—Y-ya te lo dije. . . No te diré nada. No me dan miedo los golpes, recibía muchos de niño.

—No me cuentes tu vida, idiota. —Lo tomé con fuerza e hice que quedara boca abajo, me senté encima de él y le baje los pantalones, cerca de mi estaba mi tubo, no lo había visto ya que se camuflajeaba con el sillón.

—¿Que haces? No, déjame —Empezó a forcejear. —¡No sé nada, lo juro!

—De ser así, no me hubieras dejado golpearte. —acomodé aquel tuvo en su ano y le metí un poco, sangre salió.—¡Ahh! —Gritó de dolor. —¡Bien! —Saque el tubo.— Está tipo de lluvia, lastima mucho la piel, pero algunas cosas no, como el vidrio, el barro, el acero inoxidable, entre otras cosas. . . Pero en la piel es muy peligroso. . . Y lo mejor de todo, tiene muchas enfermedades. . . ¡Tu amigo está muerto! —Comenzó a reír.

"La vida nos da tantas sorpresas"

Patoghen A18E08: ReleaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora