Capítulo 4- Maldita Sea.

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Tristán levantó su trasero un poco y yo con esfuerzo metí un poco mis dedos con asco. —Maldita sea. —Susurré y sentí la navaja, pero un soldado pasaba y Tristán se sentó aplastando mis dedos haciendo que me tragara el dolor. Le sonreí al soldado no podía ver su rostro ni sus ojos; ¿Cómo mierda aguantaban el calor con esos trajes?

El soldado se alejó y miré a Tristán —¿Lo intentamos de nuevo? —le dije con una sonrisita socarrona.

Él solo bufó un poco y bajó la mirada. —Ya qué. —Se volvió a alzar un poco y tome con mis 2 dedos más largos aquella navaja para jalarla poco a poco; por otro lado Tristán se encontraba rojo y con una mueca que me parecía graciosa. —Apúrale, que es incómodo. —se quejó Tristán.

—Ya casi. —Después de eso terminé de sacarla y hubo otra cuestión, no podía abrirla. —Mierda, ¿Por qué no le pusieron aceite a esta cosa? —Por más que mis dedos intentaban abrirla no se podía y poco a poco la puesta del sol caía.

—Oh, lo siento. Para la otra me avisas que habrá un apocalipsis zombie y que tendré que tener bien preparado las navajas. —Dijo aquello un poco enojado pero su reacción no fue la que me dejó en shock.

—¿Z-zombie? —Dije preocupado y me valió el que ya había logrado abrir la navaja a pesar de que me había cortado. —¿Es una broma no? Dime qué es una broma. Debe ser una broma. —Me hacia en la cabeza aquella realidad de que era solo una broma.

—No es broma, hoy encontramos sobrevivientes y al parecer eso son: zombies. Traté de contarte eso, por eso los soldados están así, tienen órdenes de matar y capturar.

Miré a Tristán a los ojos, y no noté signos de mentiras. Pero aún así mi cabeza negaba aquello. Corté la soga y con cuidado corté de igual manera la de Tristán. —¿Cuál es el plan? —Le pregunté con sigilo a Tristán.

—En realidad no creí llegar tan lejos. —Bajó la cabeza. — ¿Qué se te ocurre a ti? —Me miró.

Me quedé pensando unos momentos. . . Y esos momentos se convirtieron en cinco minutos en los que me inventé un plan. —Esperaremos a la anochecer. —Le dije a Tristán y el me miró con sorpresa y miedo.

—No, no es buena idea. Esas cosas son más activas por las noches, no descansan y salen a cazar. No se cansan y son inmortales. —Me advirtió Tristán y volví a quedarme callado hasta que la noche cayó.

—Tristán —Él volteó a verme. —Lo siento, pero debo ir a casa. —En cuanto el soldado que me miraba a lo lejos dejó de verme, me di una vuelta hacia atrás y me escondí en los arbustos con Tristán tras de mí.

—No vine por ti solo para que me dejes solo. —Me miró con el ceño fruncido, jamás lo había visto así.

—Lo siento.

—No importa, ¿Cuál es tu plan? —Me miró con esa mirada tan enojada.

—Salir de aquí a toda costa. —dije con egocentrismo en mi voz.

—¡Se han escapado! —alguien gritó y el ego se me bajo sintiendo la piel de gallina. Tomé a Tristán del brazo y lo jalé para correr a los baños, pasamos corriendo agachados por los arbustos y llegamos a los baños para encerrarnos Tristán y yo en uno.

Sentíamos el sudor en la frente y aquellas ganas de orinar por la adrenalina del momento. Alguien pasó al baño escuchándose unas botas por el lugar, se acercaba poco a poco y del miedo se nos olvidó subir los pies y aquellas botas se pararon enfrente de nuestra puerta.

—¡Hey! Roger, Dilan. —tocó la puerta —¿Están cogiendo otra vez sin mi? ¿¡De nuevo!? —Aquella voz se escuchaba ebria. Miré las botas militares dejando de ser útiles, pues aquél soldado se las quitó y se bajó los pantalones junto con los boxers. Yo me estaba cagando del susto y Tristán al parecer también. — ¡Ya verán¡ —Iba a poner el maldito cerrojo a la puerta pero éste la abrío, y pude ver un miembro enorme al grado que se me abrieron los ojos de platos. En cambio Tristán se le abalanzó pero el soldado era más fuerte y se posó por encima de él. —Maldita rata, ¿Dónde está tu compañero? —Le puso su pistola en la nuca y le bajó los pantalones y los boxers para pasar su miembro en su trasero, yo me encontraba en shock, todo aquello estaba siendo muy rápido para mí, veía a Tristán forcejear y me miró de reojo y entendí lo que debía hacer. Tomé la tapa del baño, la que va en el agua, y me acerque a él, tomé vuelo como si fuera un bateador profesional y le di en su nuca escuchando como aquella se destrozaba por aquel gran impacto. Sangre mancho el suelo juntó a su cadáver.

—Tristán —Me acerqué a él y lo abracé para escucharlo llorar en silencio en mi pecho— Lo siento amigo, perdóname. Me quedé en shock, mierda, lo siento. . . — Me sentía tan miserable, el peor amigo. . . él ha arriesgado todo por salvarme y yo solo miraba...me odiaba y sentía mis conocimientos querer estallar mi cabeza. Me odio.

—Salgamos de aquí —Su voz quebrada llenó mis oídos como si hayan sido un "Te perdono". Asentí y me levanté para mirar al soldado. Tomé sus pertenencias, la mascarilla, la pistola y por supuesto sus botas.

—Todo esto sería mejor si tuviera mi mochila. —Dije con intención de cortar el silenció.

—De hecho, si logramos pasar por prefectura, ahí tienen muchas cosas, quizás ahí este tu mochila.— Argumentó Tristán mientras veía hacia afuera.

Nos armamos de valor y decidimos subir por los árboles, los trepamos y como todos estaban muy juntos al grado de que grandes y fuertes ramas se volvieron en troncos. Caminamos tratando de no hacer mucho ruidos, bajamos en un árbol que ya estaba junto a la salida.

—¿Ahora qué? —preguntó Tristán en un susurro.

Alcé los hombros y tomye una piedra, la tiré con fuerza hacia una ventana la cual se hizo añicos. Todos los soldados salieron corriendo en busca de al parecer nosotros, pues uno gritó —¡Ahí están! —y fue la razón por la logramos correr hacia la prefectura.

Mis ojos se asombraron a la oscuridad, había casi 20 pistolas como la que tenía aquel soldado, en una mochila guarde todas aquellas y metí varias balas.—  Apresúrate —me dijo Tristán en un susurro, al cual hice caso y empecé a meter cosas a la mochila y a mi mochila sin ver qué es lo que echaba.

—Listo. —Le dije a Tristán y el cargo la mochila que yo había llenado. Miré y los soldados al parecer seguían buscando cercas de donde había aventado la piedra. Era nuestra oportunidad, salimos de prefectura y corrimos hacia la salida.

—¿Dónde está Mario? —Dije sintiendo adrenalina y escuchando como empezaban a dispararnos.

—¡A la vuelta de la esquina! —Gritó Tristán, el cual hizo me llenará de pánico.

A la vuelta de la esquina, pasando unos edificio se encontraba un carro rojo y adentro un idiota. Nos subimos al carro sin pensarlo 2 veces y Mario arrancó a toda prisa atropellando a un soldado.

—¡Mierda! ¡Casi me largo sin ustedes! —Gritó Mario exitado por el momento.

Yo no sabía que pasaba, todo esto era muy rápido, ¿Zombies? ¿Acaso de esto hablaba mi padre?

Patoghen A18E08: ReleaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora