14: Un paso más

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Un día ella me llamo por teléfono, destrozada. Sin esperar que un minuto pasase, corrí hacía su casa, metiéndome por la ventana que ella me había dejado abíerta.

— ¿Lucy?

La busque. Su cuarto estaba vacío.

— I-Izan... — Su voz me llamo. Me dirigí hacía al baño y ahí estaba: En una esquina, abrazando sus delgadas piernas.

Se veía tan delicada.

Tan pequeña.

Me senté a su lado y la abrace susurrando: — No llores, estoy aquí.

No me había fijado en el piso rojo y sus brazos sangrantes.

— Lo siento... — Susurraba — Lo siento... Perdón...

No respondí. Mis ojos vagaban por cada una de esas lineas en su piel, unas eran grandes y otras profundas.

Mi Lucy...

— ¿I-Izan...? — Me llamo, voltee hacía ella — Lo siento...

— Tranquila. Déjame curar tus heridas.

La cure, la abrace, me acosté a su lado en la cama y no la abandone.

*

Estábamos caminando por las calles vacías de la ciudad, hacía frío y las nubes estaban tristes.

— ¿Vamos a comprar la tinta para teñirnos? — Le pregunte, esperando que ella sonriera.

— Sí — Lo intento, pero no lo logro.

Tome su mano entrelazándola con la mía, le sonreí para después empezar nuevamente a caminar hacía una tienda. 

— No tienes por qué hacer esto... 

-—¿Qué cosa, princesa? 

— Ser tan bueno conmigo... ¿Por qué?

— Todos merecemos un poco de cariño ¿No crees eso? — Nos detuvimos frente la tienda.

— Sí... — Solté su mano y acaricie su rostro — Izan...

— Perdón — Quite mi mano — A veces hago cosas sin darme cuenta.

— No te preocupes.

Entramos, compramos el tinte y la acompañe de su casa.

— Nos teñiremos en dos semanas, ¿Te parece? — Le dije.

— Sí...

— ¿Sucede algo?

— Izan, quiero decirte algo... pero... 

— ¿Pero?

— Tengo miedo.

— No, no lo tengas. No te haré daño — Nuevamente mi mano acaricio su rostro — Dímelo.

Apoyo su mano sobre la mía, suspiro y... me beso. 

— Me gustas. Lo siento...

Y está vez, la bese yo: — También debo disculparme, también me gustas. Se que solo llevamos tres semanas de habernos conocido, pero siento que ha pasado más tiempo, que han meses, años... y estoy enamorado de ti.

— Estás loco. — Sonrío.

— De amor.

Y la volví a besar.

No faltaban las horas que estuviera con ella, cada día que paso en aquellas semanas... Me sentía tan enamorado que me era imposible dejarla tranquila. 

A veces me acostaba a su lado mientras dormía, acariciaba sus cabellos y sus labios con mis dedos, podía pasarme los días admirando su belleza y cuando despertaba, me sonreía y yo la besaba.

— ¡Espero que sepas lo que haces! — Le dije entre risas.

— ¡No te preocupes! He teñido el cabello de mis amigas, bueno... de mis ex-amigas.

— Confió en ti.

Y empezó a teñirme.

— Me siento homosexual — me observe al espejo.

— Seras el homosexual mas bello que he visto — Y se sonrojo.

Me levante de la silla y la bese.

— ¡Izan! — Chillo — Me dejaste tinte en el pelo...

— Agradece que te lo decoloraste.

Tome el pincel con tintura y le pinte el cabello. Ella lucho, pero después se rindió.

— Ahora debes esperar, unas... dos horas.

— ¿Qué cosa haré mientras espero?

— ¿Juguemos vídeo juegos?

Y los ángeles cantaron.

Dos horas después...

— Me iré a bañar — tome una toalla y me metí a la ducha.

Sentía el agua deslizarse por mi cuerpo, estaba relajado, tranquilo. Cuando escuche que la puerta se abría y la cortina se corría. Me gire y observe a Lucy, para después besarla.

Puede que solo llevemos pocos días juntos, puede que seamos menores de edad... pero... la amaba.

Demasiado.

Ella me lavo el cabello y yo a ella, llenamos la tina de agua tibia y nos acostamos uno en cada lado.

Podía admirar su cuerpo, sin una pizca de excitación o lujuria. 

— ¿No crees que mis suegros nos podrían encontrar? — Pregunte.

— Ellos están trabajando, llegaran en unas horas más.

— ¿No te sientes incomoda, por...?

— ¿Estar desnuda en la tina con mi novio? Para nada — Sonrió.

— Está bien. ¿Algun día conoceré a mis suegros? — Pregunte.

— Cuando estés preparado para conocer a las bestias, lo harás.

Nos quedamos en silencio, observándonos el uno al otro.

Cuando ella se mueve de su lugar y se acerca a mi, colocándose encima de mi cuerpo.

— Estás muy azul, pareces un Avatar — Se burlo. 

— Tú también lo eres — dije.

Y nos besamos, abrazados el uno al otro.

De la tina, a la cama.

De la amistad, un paso más.

De dos seres, a uno solo.

— ¿¡Qué mierda le hiciste a tu cabello!? — Chillo mi madre al verme llegar a casa.

— Me lo teñi. ¿No te acuerdas cuando te dije que iba ha hacerlo? — Le recordé.

— Sí, pero nunca creí que sería un azul... 

— No es solo azul, Ma. Es mi símbolo.

— ¿Simbolo de qué? 

— De amor.

*

Había pasado tres meses de habernos conocernos, dos meses de ser novios y un mes desde esa noche...

— Izan... — Su voz tembló.

— ¿Qué? 

— ...estoy embarazada.

Primer comentario se le dedica el siguiente capitulo

Campamento Weel'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora