No lo podía creer. Hoseok no cabía en la incredulidad de que Taehyung estaba pisando el suelo de su casa. Era un sueño. Nunca pensó que llegaría a tanto. Y de la emoción junto al nerviosismo le temblaba todo siendo así que al que, al querer abrir la puerta de la entrada, se le cayeron las llaves dos veces.
—Vamos, adelante —le pidió dándole el paso al entrar—. Estás en tu casa.
—Gracias.
Al ingresar al hogar del líbero, Tae enseguida visualizó la sala. Esta consistía en una pantalla plana pegada a la pared que yacía pintada de amarillo al igual que el resto de la casa, un juego de tres sillones naranjas y una pequeña mesa de madera oscura en el centro de estos. Luego estaba el comedor que no se separaba más de dos metros de la sala anterior y sólo era una mesa rectangular para seis personas con un frutero en el centro. La pequeña cocina se encontraba en el fondo, una escalera en la esquina que daba a la planta de arriba, y un pequeño corredor que tenía dos puertas y probable una de ellas daba al sótano.
La casa en si era pequeña a consideración de la suya. E incluso, el patio delantero era de un tamaño reducido, pues en este era donde se estacionaba el auto y en el espacio restante, que no era más allá de seis metros cuadrados, había pequeñas macetas con diversas plantas y flores.
Sí, era chica. Pero una vez Tae tomó verdadera atención y miró alrededor, se sintió... en casa. La sensación. El recuerdo. Su casa, su hogar. Pues colgadas en las paredes había portarretratos, muchos, de diferentes tamaños y formas con variedad de fotografías en cada uno de ellos. Fotos que iban desde niños recién nacidos llorando hasta grupos de personas sonriendo con euforia.
—¿Taehyungie?
Hoseok le llamó un poco preocupado al notar que la mirada del menor se perdió en una fotografía colgada cerca de la ventana, en ella yacía llorando a moco tendido en los brazos de su mamá. En su defensa le tenía miedo a los payasos y su madre quería que se tomara una foto con uno de los que contrataron para su cumpleaños. Suspiró rascándose la oreja un poco avergonzado, su familia tenía esa y cientos de fotos vergonzosas suyas que no quería ni mencionar.
—Aún sigo preguntándose de porque mamá eligió colgar esa de todas las que me tomaron ese día... Ya olvidé la cantidad de veces que le he reprochado a mamá sobre esa foto. Quiero quitarla, pero madre sólo me pellizca de la mejilla y me sonríe diciendo que "es un bello recuerdo, Hoseokie. Cuando la veo pareciera que aun te escuchó llorar y decir lo mucho que me amas pero que te saque de ahí", agh... madres —negó con la cabeza riendo levemente, sin embargo, frunció el ceño cuando no obtuvo respuesta de Taehyung, pues éste seguía enganchado en la fotografía, dudó incluso de que le haya prestado atención a lo que dijo—. ¿Tae?
El mencionado por fin parpadeó, saliendo de los recuerdos que envidiaron su mente. —Tu madre tiene razón —habló recorriendo de nuevo con los ojos las paredes.
«Sí me estaba escuchando» se dijo Jung curioso.
—¿Razón en que las fotografías se escuchan...?
—Las fotografías capturan los momentos para después rememorarlos.
—Bueno, es verdad —murmuró el mayor.
—Te envidio.
Los ojos de Hoseok se abrieron como platos ante lo dicho por Taehyung. —¿Q-Qué?
«¿En qué me puede envidiar?» se preguntó confundido mirando su humilde casa.
Cabiendo mencionar que en un principio dudo mucho el invitar a Tae a su casa pues se detuvo a pensar por un momento que aparte de que ya se viera morir de nerviosismo por estar los dos a solas, él no tenía mucho que ofrecer a alguien del estatus social como lo era Taehyung.
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En una tarde lluviosa || Vharem
FanfictionLos seis peleaban entre ellos por la atención de Kim Taehyung, más conocido como el príncipe de hielo, que capturó su atención una vez ingreso al instituto. • Historia completamente original. • Contenido homosexual. • Lees esta historia...