014 - Los recuerdos felices se volvieron los más dolorosos.

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Dejando sobre la mesa los cubiertos, la hermana mayor de los Kim entrecerró sus afinados ojos para mirar una de las nanas quien suponía se trataba de Hyo, por la manera suave en que comía. Saeron había notado que ésta no paraba de observar a Taehyung.

—¿Ocurre algo? —atinó a cuestionar Saeron y posó su vista en el menor quien fue el único que no se exalto por su pregunta.

El de cabellos claros comía serenamente sin alterarse de nada fuera de su emparedado. Saeron quiso sonreír al ver al menor comerse primero las orillas del pan antes de dar la primera mordida, sin embargo, mantuvo su expresión juiciosa para poner su mirada en los demás.

Todos están entre curiosos y confundidos por la interrogante que era fue lanzada al aire, pero que Hyo sabía que era dirigida a ella. Aceptaba silenciosamente que fue muy obvia para una mirada tan audaz como la de la señorita Kim, que para ella no hacía falta preguntar para saber lo que sucedía.

—Oh, no pasa nada mi niña —respondió Hyo girándose hacia Saeron, disculpándose con una sonrisa y una leve inclinación de cabeza.

—¿Segura nana? —cuestionó Saeron alzando su perfilada ceja, no muy convencida.

Hyo dudo por un momento sobre si compartir lo de esa mañana cuando fue a levantar al menor. Pero justo momento Taehyung alzo la mirada de su emparedado. Y la mayor al ver esos ojos tan serenos supo de antemano que no podía compartir algo que, siendo la manera de ser del menor, era tan íntimo para él.

—Sí, mi niña —y con un nudo en la garganta puso una sonrisa en sus arrugados labios—. Sólo me debatía sobre el uniforme de Tae, creo que necesita uno nuevo.

Y dicho aquello, todos miraron con dirección al menor quien frunció levemente el entrecejo.

«¿Necesito otro?» se cuestionaba éste.

—¿Otro? —Ji estaba igual de confundida que Taehyung. «Ah, por eso lo miraba» consideró la mayor de los hermanos—. ¿Pero no ya te compraron nuevos para este año, Taehyung? ¿Necesitas otro?

El de piel cálida estaba por contestar, pero su nana se le adelantó.

—Sí lo necesita. El que tiene se llenó de pelusas —Hyo se resistió el impulso de reír al usar como escape la obsesión de su melliza.

Y como si la hubiera invocado, Kyo habló sonriendo de oreja a oreja:

—¡Es verdad! —tenía los ojos puestos fijamente en el saco del menor, como si las estuviera viendo desde su lugar.

«Pero ni siquiera se notan...» pensó Taehyung.

—De acuerdo... entonces hay que comprarte otro —retomando la acción de comer, Saeron dio por resuelto el problema.

Un suspiró silencioso salió de Hyo, después de darle un último vistazo a Taehyung. Sonrió con cariño. Tenía un sentimiento de agitación en el pecho porque no podía sacarse de la cabeza la amarga imagen que obtuvo esa mañana cuando fue a despertar al menor. Una escena donde Tae balbuceando entre sueños con lágrimas secas en las mejillas, mientras abrazaba el saxofón que algún día le perteneció a su padre.

En ese momento, viendo la tristeza que sobrellevaba el menor y que no mostraba, Hyo sintió su corazón apretujarse. Rememoró los años atrás, cuando fue contratada ella junto con Kyo para cuidar de un niño de ocho años que acababa de perder a sus padres y que no tenía a nadie que se hiciera cargo de él.

El primer día como nanas, Kyo y ella se sorprendieron de lo que vieron. El pequeño era como un muñequito, de ojos inocentes y mirada adormilada. Era tan silencioso como un angelito. Tan tranquilo y obediente que, si tú le pedías que no se moviera de su asiento, hacia el más mínimo ruido y movimiento hasta que le ordenaras algo más. Exactamente eso era, un muñeco; No era como ambas esperaban. Las mellizas pensaban encontrar dificultades para cuidar de un infante que acababa de perder a sus padres, porque la sola noticia era impactante y difícil de asimilar para alguien tan pequeño que aún no tenía plena idea de la vida. Pero la cosa es que... nunca le vieron llorar. Taehyung nunca volvió a preguntar por sus padres una vez supo que no iban a volver.

En una tarde lluviosa || VharemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora