Adiccto

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Arthur al igual que Orm se tomo más tiempo del necesario para tomar un baño, aun no podía terminar de comprender como es que Orm pensaba borrar la marca que le hizo.

Al terminar de vestirse decidió que lo mejor era hacer el desayuno para su omega, después conseguiría todas las cosas que quisiera ¿Sería muy raro que le cocinara su platillo favorito? Tal vez Orm no lo aceptaría... Arthur ya no sabía que esperar de su relación,  eso era algo que traía la incertidumbre de que toda la confianza que le costó lograr con su medio hermano se perdiera.

Arthur aún podía recordar cuando su madre le dijo que tenía un hermano menor, a la edad de 3 años supo que tenía alguien a quien cuidar. Pero no comprendía que si tenía un hermano por que no vivía en su casa con su familia. Sus padres le explicaron que él y su pequeño hermano tenían diferentes papás y su papá quería quedarse con su hermano, pero que lucharía por traer a su hermano a casa.

Claro que fue hasta que estuvo más mayor que comprendió todo. Su madre se enamoró de un simple pescador estando comprometida con un hombre muy poderoso, ella escapo con su padre y lo tuvo a él, su prometido no dejo de buscarla y cuando la encontró la obligo a separarse de su familia para casarse con él, teniendo como resultado a Orm.
Sin embargo en cuanto las leyes cambiaron y no se le podía obligar a un omega a permanecer en un matrimonio arreglado, su madre se separó de aquel hombre y regreso a casa, pero no se pudo llevar a Orm con ellos pues su padre no lo permitiría. Fue después de años en el juzgado que a la edad de siete años su hermano iría a vivir con ellos.

Para nada fue sencillo llevarse bien con un Orm de cinco años, su hermano casi no hablaba, la comida que su madre se esforzaba en prepararle no parecía gustarle y se negaba a salir de su habitación a jugar con él. Tuvo que tener mucha paciencia y nunca se rindió, hasta que logró que poco a poco su hermano jugará con él, e incluso que hicieran fuertes en la sala de su casa y se quedaran a dormir juntos ahí.

— Orm el desayuno esta listo — Arthur grito desde la cocina para que Orm lo escuchara, su hermano no contesto ni lo vio bajar por las escaleras, así que decidió ir a buscarlo a su habitación.
— Orm el desayuno esta listo — de nuevo no recibió contestación, así que decidió entrar para ver que Orm estuviera bien.

Si tan solo hubiera aprendido algo de la noche anterior no habría abierto la puerta sin tocar, Orm salia de el baño con solo una toalla envolviendo solo lo necesario, el agua resbalaba por su piel, su cabello suelto caía sobre su espalda más brillante que nunca.

— ¡Demonios Arthur que no te enseñaron a tocar!
— Me preocupe por que te estuve hablando y no me contestabas— El alpha dentro de él se moría por tocar a el omega pero se contuvo.
— Solo vine a decirte que bajaras a desayunar — dijo Arthur saliendo rápidamente de la habitación, antes de cometer otra locura.

Decir que ese desayuno fue incomodo seria decir la verdad. Orm miraba su plato como si en el se encontrará la cura de alguna misteriosa enfermedad, Arthur por su parte no se podía sacar de la cabeza la imagen de su hermano recién salido del baño, no sabía si era por la marca o por el echo de que pudo probar su piel, que se le hacia más difícil el estar con él sin admirar toda su belleza. Una vez terminaron de desayunar Orm subía las escaleras de nuevo a su habitación cuando sintió que Arthur lo detenía.

— ¿Que quieres? — preguntó el omega. El alpha podía contestar un sin fin de cosas (unas más osadas que otras) pero no se atrevió a decirlas.
— Me preguntaba ¿Que es lo que necesitas? mamá llega por la noche y pensé en ir a comprarlo.
— Solo necesito que consigas un par de cosas de la farmacia.
—¿De la farmacia?
— Si Arthur de la farmacia ¿Si las conoces verdad?
— Claro que las conozco.
— ¿Estas seguro? Sabes con migo no tienes que parecer inteligente, yo se lo idiota que puedes llegar a ser — Orm jugaba con la paciencia de su hermano, sabía donde picar a el alpha para molestarlo.
— No trato, yo soy inteligente — respondió el alpha sabiendo que su hermano solo trata de molestarlo y si se enojaba el omega habrá ganado.
— Claro hermano tan inteligente... Como cuando te perdiste en el parque, por perseguir a un perro.
— A cualquiera le pasa.
— Claro a cualquiera... Pero no a los 17 años hermano.
Arthur comenzaba a caer el las provocaciones, sabia que solo bromeaba pero no podría contenerse mucho tiempo.
— O aquella vez que al hacer un simple volcán para tu proyecto de ciencias confundiste el vinagre con aceite y el bicarbonato con sal — Orm seguía molestando a su hermano, a decir verdad le encantaba como Arthur fingía que no le molestaba lo que decía mientras se cruzaba de brazos, y ponía una cara de indignación.
— Orm... — Aquella era la primera llamada para que el omega se calmara, sin embargo la ignoró.
— Tan inteligente que falto a la escuela por que pensó que era domingo aquel lunes.
— Orm — volvió a decir el alpha pero no fue escuchado.
— Tan inteligente para andar con la playera al revés.

Arthur no pudo soportarlo más, Orm por su parte comenzó a correr escaleras arriba mientras sonoras carcajadas se escapaban de su boca. Arthur corrió tras él, alcanzándolo antes de que le cerrara la puerta el la cara.

— Te crees muy gracioso — Arthur se acercaba peligrosamente a Orm arrinconándolo en la pared.
— Tranquilo fortachón, solo estaba bromeando.
— Pues yo creó que debería castigarte.
Las manos de Arthur comenzaron con el ataque de cosquillas hacia el omega.
— Arthur, para por favor — trataba de decir Orm mientras reía e intentaba escapar de su hermano. Cansado de no poder contra su fuerza, deslizó su mano sin que Arthur se diera cuenta y comenzó hacer cosquillas en el cuello de el alpha.

El alpha no esperaba aquella acción de el otro, así que su primera reacción fue tomar las manos de su omega poniéndolas a sus costados.

Orm trataba de respirar con normalidad después de aquel ataque de cosquillas, Arthur no pudo pensar en sus acciones cuando vio así de hermoso a su omega, las mejillas sonrojadas por el esfuerzo, sus labios entreabiertos, su cabello suelto dándole un aura a la que no se pudo resistir, juntó los labios en un beso que le supo a la felicidad absoluta.

Cuando Orm sintió los labios ajenos juntarse con los suyos, no se pudo resistir a corresponder el beso, sus manos fueron liberadas pues el alpha las colocó en la cintura de el contrario, pegando ambos cuerpos a la pared, el omega llevo sus manos a la espalda de Arthur sintiéndose acorralado entre la pared y el musculoso cuerpo de su alpha.

El beso que comenzó como un torpe roce de labios rápidamente se convirtió en uno que tenía el perfecto ritmo de las dos personas concentradas en el placer que este les producía.

El alpha de Arthur se podía sentir eufórico, mientras el omega de Orm se podía sentir protegido en los suyos.

Bien podría iniciarse la tercera guerra mundial afuera de su casa y ellos no se habrían dado cuenta. Es por eso que el teléfono que sonaba en la sala fue ignorado hasta la cuarta llamada en la que Orm al escucharlo volteo la cara intentando parar el beso.

Arthur no pensaba lo mismo y se dedicó a acercar su cara a el cuello de Orm. Inicio con un pequeño beso en la marca, para continuar con una cadena de besos a lo largo de este. El aroma que desprendía Orm era más adictivo que la primera vez que lo olió, pues ahora estaba mezclado con un su propio aroma reclamándolo como suyo, y eso le encantaba de tal manera que incluso temió que se estuviera volviendo adicto a Orm.

Las manos del alpha se acercaban peligrosamente a el borde de la playera de el omega, pero no se movieron de ahí.

— Arthur el teléfono... — Orm trataba de decir a su hermano que debían parar o se arrepentirían después, sin embargo se le estaba complicado no pensar en nada más que en las deliciosas sensaciones que su alpha le provocaba.
— Debemos contestar — trató de nuevo de decir el omega, tratando de que no se escuchara como un delicioso gemido a los oídos de su hermano mayor
— Ya volverán a llamar — contestó Arthur aun en el cuello de su omega.
— Debe ser nuestra madre y si no contestamos pensará que algo malo sucede así que debemos contestar.
— Orm... Eres hermoso.
— Arthur debemos detenernos.
— Aun tenemos tiempo.

Orm tenía que detener a su alpha, estaba seguro de que si seguían así terminaran como la noche anterior. Una noche placentera, pero una mañana de remordimientos, culpas y sentimientos incómodos e incorrectos.

— ¡Arthur te dije que pares! — el alpha se apartó alarmado de haber lastimado a su omega.
— Lo siento Orm, ¿te lastime? — Orm quería gritarle a Arthur que dejara de ser tan atento con él.
— No Arthur, estoy bien, pero necesito que vayas a la farmacia o tendremos problemas cuando llegue nuestra madre esta noche — el omega sonrió a su hermano procurando que no se sintiera rechazado por él, ya que sabia de lo que su hermano era capas de hacer cuando sentía el rechazo de su omega.
— Bien iré de inmediato.

Cuando Orm sintió a su hermano alejarse de aquel abrazo en en el que se encontraban tuvo ganas de detenerlo pero se contuvo.

Le entrego una lista con las cosas que debía conseguir y lo vio marcharse.

Cuando escucho la puerta de la casa cerrarse pudo recriminarse por volver a perder el control. Solo esperaba ser lo suficientemente astuto para que nadie notara la marca en su cuello.

¡NO SOY TU OMEGA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora