EL BIJU DE LAS 10 COLAS (Pausada)

Te lo dejo a ti...

Su cabeza le punzaba, miro el chico dormido en su regazo y sonrió con tranquilidad, le quito algunos cabellos de su cara y soltó una pequeña y silenciosa risa, pues el chico estaba medio dormido, un hilo de baba le escurría de sus labios y medio roncaba, removió el chico de sus piernas con sumo cuidado para no despertarlo, este solo se removió en su lugar y entre abrió sus ojitos, le enseño una pequeña sonrisa adormilada y se acomodó en el suelo, la pelirrosa se lo imagino como un pequeño erizo que se acomodaba para dormir, volvió a soltar una risilla, se levantó del suelo y sacudió sus ropas, miro a su alrededor y camino hacia algo que llamo su atención en el momento que Nero se había quedado dormido en su regazo.

Una luz, una pequeña luz que pudo ver a lo lejos, camino hacia ella, no rápido pero tampoco lentamente, simplemente ella tenía tiempo, además no quiso hacer movimientos bruscos, avanzo hasta que la luz se hacía más grande, volteo hacia atrás y como ella lo intuyo el chico ya no se podía ver.

Su iris color esmeralda reflejaban la llama de hermoso fulgor carmesí, extendió su mano e intento tocarla, pero la atravesó, no le quemo, no le dolió, tan solo era cálida y perfecta a sus ojos, algo en su interior se removió, su corazón sintió paz; saco su mano y unas pequeñas llamas se desprendieron del fuego, recorrieron su brazo las llamas se separaron en dos, cada una formando unos pequeños gatos de brillante color carmín, estos juguetearon en su brazo y después pasaron por su cuello, la chica rio pues le hacían cosquillas.

—Es hermoso ¿Cierto?... —.

Una voz a su lado provocó que ambos animalitos se desintegraran, volteo rápidamente, una imponente figura de una mujer se encontraba a un metro de ella, lo que más sobresalía de aquella dama eran sus facciones, tenía el pelo de un rosa pálido, sus labios eran de un tono rojo ligero, unas definidas curvas tanto en busto como en cadera, ojos rojos como la sangre, pero sus ojos demostraban soledad y melancolía, su mirada era dirigida a las llamas de gran fulgor, no sintió miedo y solo asintió con la cabeza.

—Si. Lo es... —quito la mirada de la mujer y volvía a ver las pequeñas chispas que revoloteaban alrededor del fuego.

— ¿Así que tú eres la siguiente? —la mujer menciono en un susurro mientras volteaba ligeramente hacia ella, la kunoichi soltó una risa amarga, no para sonar irónico u ofender, tan solo estaba cansada.

—Al parecer si —su voz salió fluida y sin pausas— tu..., eres yo, no es así —los iris esmeralda se encontraron con los escarlatas y se contemplaron por varios minutos, ambas analizaban a la persona frente a ella, hasta que la de mirada color vino sonrió de manera ligera.

—Al parecer lo estas tomando muy bien —la mujer se acercó a ella y tomo su mano dirigiéndola a la gran bola de fuego, ambas manos tocaron las llamas y una energía diferente inundo el cuerpo de la Haruno, se sintió llena, se sintió completa, sonrió ante a aquella sensación, sintió como la energía se colaba atravesó de su piel y llegaba a su núcleo, su mente se sintió mas madura al igual que su forma de pensar; ambas manos se alejaron de la llama que ahora tenía un color azul verdoso.

La pelirrosa mayor le acaricio sus cabellos, la menor se recargo en su abdomen y bajo la vista— ya está. Por cierto respondiendo a tu pregunta, también podría decirse que tú eres yo, solo que más pequeña, sin la experiencia, y por supuesto sin el color de mis ojos, debió de ser difícil ¿verdad?, saber para que estas en este mundo y como va a terminar —la mujer la tomo del mentón con delicadeza para que levantase la vista y siguió sonriendo, la pelirrosa no aguanto más y las lágrimas empezaron a caer, con ambas manos trato de pararlas pero no o logro.

—Y-yo no quiero esta responsabilidad —siguió llorando.

—Lo sé, yo tampoco la quería, pero mírame ahora soy el tercer sucesor y ahora tengo que dejarle mi legado al cuarto, yo ya termine con mi trabajo, ahora es tu turno —la chica menor asintió varias veces y las lágrimas cesaron, la otra se arrodillo para estar a la altura de la otra.

—Y que voy a hacer, yo no sé nada sobre ser pr... —.

—Shhhhhh... —la mayor la tranquilizo y sin previo aviso la abrazo, la otra solo correspondió y se quedaron calladas, sin decir nada, tan solo se despidieron.

La Haruno no la conocía, nunca antes de eso se habían siquiera visto, pero pareciera que la conocía desde siempre, sonrió levemente, cerró los ojos sintiendo paz, hasta que la contraria se separó y la tomo de los hombros, obviamente ella los abrió.

Impresionada se encontró con un rostro de una niña de su edad, con pelo corto y la misma ropa que ella traía generalmente, pero esta era de color naranja con tonos amarillos y con un símbolo en su espalda de color negro y blanco, dos árboles cada uno en un respectivo color contrario al suyo.

—Dale esto a Nero por mí —la palma de la chica frente a ella se extendió, dejando ver una pequeña flor de color lila hecha de un material que ella no conocía, junto a pequeñas incrustaciones de piedras azules zafiro, la kunoichi tomo la flor con su mano izquierda, mientras que tomaba la mano de la otra con la derecha— dile que lamento no haberme despedido y que ha hecho un buen trabajo — el lado derecho de la pelirrosa comenzó a desparecer y se convertía en pequeñas partículas brillantes que revoloteaban a su alrededor.

La de ojos esmeraldas solo observaba como fue despareciendo, no vio miedo en los ojos de aquella niña, tan solo vio una sonrisa que había esperado mucho para poder descansar, sintió ganas de rogarle que no se fuera, incluso un pequeño liquido salió de sus ojos y se deslizo por sus mejillas, pero sonrió, sonrió con orgullo, hasta que la mano que sostenía ya no estaba y la sonrisa que estaba viendo se fueron como viento, sus labios empezaron a temblar y lloro.

Como hace mucho no lo hacía.

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Sayonara...