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Los días no siempre eran radiantes para Yixing. La vida no parecía estar dispuesta a sonreírle tan pronto, pero a veces, si cambiaba el ángulo para ver las cosas, podía encontrar que no todo era malo.

Logró obtener un trabajo de medio de tiempo en un sauna, tres días a la semana, como miembro del equipo de limpieza. Tomó el empleo sin dudarlo, porque el sueldo le permitiría subsistir de mejor manera. Al menos podría cenar algo más que un yogurt y un pan dulce.

Se presentó en su primer día con su mejor sonrisa, tratando de ser amable con las personas que acudían y con aquellas que también laboraban en el lugar. Así conoció a un puñado de señoras que estaban en una situación similar a la suya, aunque con una edad más avanzada.

Las mujeres le acogieron como a un hijo, y se encargaron de aconsejarlo y de apoyarlo cuando sus ánimos comenzaban a decaer.

—Un muchacho como tú será un regalo para cualquier empresa —expresó la señora Lee una mañana en particular, luego de regalarle un pastelillo para el desayuno.

Yixing le sonrió amplio, mostrando el hoyuelo que la mujer siempre gustaba picar como un gesto amoroso.

—Eres guapo también —continuó—. Te aseguro que encontrarás a un buen hombre cuando llegue el momento adecuado.

Una risa tímida se escapó de sus labios, incapaz de responder esa afirmación. El único hombre que Yixing tenía en su vida era su hijo, y a veces, con esas llamadas ocasionales que usualmente acababan en una pelea infantil, a su mejor amigo.

Sehun, ignorante de su situación económica y amorosa, había logrado apoyarlo más de lo que creería.

Como complemento de su trabajo, Yixing se convirtió secretamente en el ama de llaves de Sehun, luego de que el menor le preguntara si conocía a alguien que pudiera hacer el aseo de su casa.

—No tengo tiempo de ocuparme de la limpieza, el nuevo libro requiere que trabaje también los fines de semana —explicó el chico en una ocasión.

Yixing fingió que conocía a una mujer con excelente sentido de la limpieza y que, además, podía encargarse de prepararle algo de comida que no fuera ramen instantáneo.

El pago de Sehun era apropiado, más que justo si Yixing tomaba en cuanta las facilidades que el empleo le ofrecía, o las libertades que se tomaba.

Después de terminar en el sauna, Yixing tomaba un autobús que le llevaba al parque que estaba a diez minutos de la casa de Sehun. Una vez ahí, comenzaba con la ropa, la cual recogía del cuarto de su mejor amigo antes de colocarla dentro de la lavadora. Seguía con la limpieza del primer piso y luego cocinaba, antes de llevar la ropa al jardín trasero, donde la colocaba sobre el pequeño tendedero de metal.

Una vez que todo estaba en su lugar, Yixing tomaba el atrevimiento de ducharse y de tomar un poco de la comida que había preparado. Su estómago se lo agradecía, después de estar acostumbrado a una comida ligera al día.

Su mentira no podía llegar tan lejos, Yixing lo sabía bien. Frente a su mejor amigo se volvía vulnerable, como si se convirtiera en un libro bajo el escrutinio del editor. Por ello trató de evitar un encuentro con él, para mantener sus secretos a salvo hasta que encontrara un modo de suavizar la situación.

Pero la suerte nunca estaba de su lado.

Una tarde de septiembre, mientras Yixing intentaba extender una camiseta al sol, un bóxer azul cayó al suelo. Habría creído que pertenecía a su mejor amigo, de no ser porque no era la marca que utilizaba y la zona de las piernas era más amplia en comparación con la anatomía de Sehun.

Eres un capítulo aparte [SeXing]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora