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Se levantó temprano por la mañana, con el cuerpo lleno de una energía que no sabía a qué atribuir. Había una sensación en su pecho, un sentimiento de felicidad que lo hacía querer cantar y bailar. Desistió a su pesar, para no despertar a Sehun. En su lugar tarareó una canción en su cabeza, y le añadió una letra improvisada acorde a lo que sentía.

Tomó su viejo portafolio una vez que estuvo listo. Se colocó un abrigo café sobre su traje, y peinó por última vez su cabello.

Abajo, el sonido de algunos pasos y de la cafetera le informaron que Sehun también se alistaba para el trabajo. Yixing esperó con paciencia al inicio de las escaleras, cuidosamente escondido tras una pared, hasta que el sonido de la regadera confirmó que su amigo estaba en el baño.

Salió de su escondite como un rayo. Pasó primero por la cocina para robar una tostada del plato de Sehun, antes de salir por la puerta con una sonrisa gigantesca en su rostro.

Soltó un grito lleno de alegría en cuanto el aire matutino golpeó su rostro. Corrió calle abajo, dejando que su portafolio se balanceara con el zigzagueo de sus pasos.

Se detuvo en una esquina por unos segundos, para dar un giro sobre su propio eje y terminar con el puño en alto. No le importó que alguien le viera, un sonoro "tengo trabajo" se le escapó de los labios.

Un chico, que caminaba de cerca con su perro, pausó sus pasos para verlo. Lo inspeccionó, intentando descifrar el motivo por el que el desconocido bailaba al ritmo de una inexistente música.

Yoonoh perdió el aliento cuando creyó reconocer el rostro del misterioso bailarín.

—¿Es el hombre que me dio el cebollín? —No lo pudo saber con certeza, porque el perro que sujetaba tiró de él para obligarlo a avanzar.

Yixing siguió su camino, controlando su emoción cuando subió al autobús y hasta que llegó a la editorial.

Su mirada recorrió el imponente edificio, y su corazón pareció ir más rápido ante una mezcla de excitación y nervios. Había pasado mucho desde la última vez que tuvo un empleo, se sentía como un completo inexperto.

—Debes ser nuevo.

Yixing dio un respingo, luego giró para encontrarse con el dueño de aquella voz grave y masculina. Se sorprendió cuando encontró a un chico de orejas grandes y brillante sonrisa, imagen que no concordaba con lo que esperaba.

—¿Cómo te llamas? —preguntó el chico, con los ojos resplandecientes de curiosidad.

—Zhang Yixing —Estiró su mano por cortesía, la cual no tardó en ser estrechada y agitada con fervor.

—Soy Park Chanyeol, mucho gusto —Soltó su mano y apuntó a las oficinas detrás de Yixing—. Se ve intimidante, pero no tienes que preocuparte. Luces como una persona que trabaja duro.

—Gracias —Yixing sonrió ante el cumplido.

—Yo también soy nuevo.

—¿De verdad?

—Sí, y también trabajaré duro —Alzó su puño diestro, para dar énfasis a sus palabras.

—Primero debemos entrar o llegaremos tarde.

—Cierto. ¡Vamos!

A Yixing le pareció adorable la forma en que Chanyeol caminó hacia la entrada del edificio, con las manos aferradas a su mochila y pequeños saltitos que le restaron edad. Era como un niño pequeño, un bebé de un metro ochenta y algo de altura.

Juntos atravesaron la recepción, hasta introducirse en el elevador que se encontraba en el fondo. Chanyeol presionó el número cinco, mientras Yixing se acomodaba para dar espacio a otras personas si era necesario. Las puertas comenzaron cerrarse, hasta que una mano lo impidió.

Eres un capítulo aparte [SeXing]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora