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La madre de Sehun se mantuvo ausente la mayor parte de su niñez. Él no se quejó de ello, ni una vez. Le daba cierta libertad, después de todo. Ninguna persona lo reprendió cuando pasaba las tardes en un hospital, haciéndole compañía al hyung que le había salvado la vida. Nadie cuestionó los libros que se acumularon en su habitación, en compañía de algunos regalos que provenían de su mejor amigo. No existió quien lo extrañara por las noches, cuando la madre de Yixing lo acogió en su casa al percatarse de que era un niño solitario.

La figura de su madre se mantuvo al margen, con intervenciones incidentales para preguntar sobre sus estudios, o para tenderle una tarjeta de crédito y que de ese modo no tuviera que pedirle dinero. Sehun se independizó pronto, volviéndose un muchacho responsable de su propia vida.

Cuando su examen de admisión a la universidad comenzó a acercarse, Sehun decidió hablar con su madre para informarle que se había decidido por una carrera profesional. La mujer lo miró con una sonrisa brillante, a la espera de una profesión digna y provechosa; un médico, un abogado, quizá un empresario.

—Quiero ser escritor —Fueron las palabras de Sehun.

Eso decepcionó a su progenitora.

—Espero que recapacites tu decisión —dijo ella, mirándolo con severidad.

Mostró su descontento reduciendo el presupuesto de Sehun para libros, prohibió todas las actividades extracurriculares que tuvieran que ver con la escritura, y sugirió que la acompañara a sus reuniones empresariales.

Sehun continuó con sus planes a escondidas. Terminó su primera novela y se la mostró a Yixing, quien le expresó, con singular alegría, que era un gran escritor.

—Deberías publicarla —sugirió su hyung.

Sehun pensó en esas palabras por mucho tiempo. Una parte de él creía que sólo era amabilidad por parte de Yixing, la otra ansiaba aventurarse en el mundo de las editoriales.

Su primera oportunidad llegó antes de lo que esperó. Una propuesta llegó por correo, acompañado de un papel que indicaba la hora de su primera cita con la editorial que deseaba publicar su libro. Se emocionó demasiado, pero no tuvo valor para contárselo a Yixing o a su madre. No quería ilusionar a su hyung hasta que todo fuera un hecho, y no quería que su progenitora se opusiera al suceso que anhelaba desde hace mucho.

Guardó los documentos en su mochila, y un día, tras su aburrida clase de historia, se percató de las pequeñas letras que rezaban al final de la segunda hoja.

En caso de ser menor de edad deberá venir con un tutor.

Se paseó por la escuela con el papel en sus manos, ideando una forma de excusar a su madre. No se le ocurrió nada. Jamás podría hacer que ella cambiara de opinión, incluso si lo intentaba.

Con una mirada llena de preocupación, Jung Yunho lo encontró a las afueras del colegio, sentado en una banca solitaria. Se acercó al muchacho con una sonrisa amable, dispuesto a ayudarlo.

—¿Problema de amores? —preguntó el hombre.

—Eso desearía.

Yunho frunció el ceño.

—¿Ah, sí?

—Es más sencillo que... —Alzó la hoja— esto.

—¿Es algo de vida o muerte? —intentó.

—Algo así. Es un contrato —Bajó la hoja y la dobló cuidadosamente. Se había percatado de lo irrespetuoso que estaba siendo con alguien mayor y que, a juzgar por su apariencia, debía ser profesor en su escuela—. Lo siento, señor. No debe perder el tiempo conmigo.

Eres un capítulo aparte [SeXing]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora