Capítulo 9

1.2K 179 26
                                    

Cuando en Italia comenzó el verano, tanto la universidad como las carreras tuvieron su descanso para tener unas merecidas vacaciones

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando en Italia comenzó el verano, tanto la universidad como las carreras tuvieron su descanso para tener unas merecidas vacaciones. Una de aquellas noches veraniegas y muy calurosas la argentina dormía con la ventana abierta y descansaba con tranquilidad con el analgésico que había tomado desde hacía dos horas atrás hasta que fue violentada por dos sujetos que se introdujeron en el departamento, cuando sintió que alguien le tapaba la boca mientras dormía y la sacaba de la cama, en el proceso golpeó con el pie al tipo que tenía por delante haciéndolo caer al piso. El que la agarró la hizo estrellar contra el suelo de la sala de estar y volvió a ser levantada de los pelos, gritó ante la manera en cómo la sujetaba, y la llevó contra la mesada de la cocina para intentar manosearla por encima del pijama y bajarle el pantalón.

Ella alcanzó un adorno y se lo estrelló contra la mejilla, este le pegó un puñetazo en la boca haciendo que quedara aturdida, aunque casi cae desmayada de la golpiza intentó tener los cinco sentidos despiertos porque sabía que si el otro se levantaba de donde lo había dejado, no iba a tener chances de escapar de allí. Ésta vez decidió ir un poco más allá y le tiró con las fuerzas que supuso tener, un adorno tallado en piedra, el mismo golpeó contra la cara del sujeto y cayó desestabilizándolo. Allí aprovechó en tomar las llaves del auto y el teléfono móvil, fueron las únicas cosas que atinó a agarrar y salió del departamento corriendo con desesperación. Apretó varias veces el botón del ascensor y cuando las puertas se abrieron se metió sin perder tiempo. Seleccionó el botón para que las puertas se cerraran y pulsó el botón del subsuelo donde estaba el estacionamiento. Apenas se abrieron las puertas, agilizó los pasos hasta llegar al coche, se sentía nerviosa, aterrada porque jamás le había pasado una cosa semejante, estaba que no sabía qué hacer. Solo quería salir cuanto antes de allí. Una vez que entró al auto, se le cayó la llave al piso de los pedales ante las manos que le temblaban.

Al encontrar la llave, encendió el motor y arrancó, salió de ahí enseguida y comenzó a conducir hacia el centro de Milán. Llamó a su amiga, pero esta ni siquiera la atendió. Y a su pesar llamó a quien no quería. La voz masculina la recibió como algo cálido.

―Luka ―le dijo ella con voz quebrada y sintiendo la barbilla temblorosa.

Al italiano le atravesó el pánico al escuchar la voz de la joven y pensó lo peor.

―¿Qué sucede? ―preguntó preocupado.

―Disculpa el llamado, pero... intenté llamar a mi compañera de clases pero no me atendió... ―le respondió de nuevo dándole una justificación tras otra del porqué terminó llamándolo a él.

―¿Qué ocurre Fiorella? ―le preguntó.

―¿Puedo ir a tu departamento? ―inquirió con pena―, estoy dentro del coche, entraron al departamento... ―fue lo único que pudo decirle.

Cassiragghi ni siquiera le preguntó algo más, solo le dio la dirección y que la esperaba en el estacionamiento del condominio.

Cuando él la miró apenas salió del auto, quedó petrificado. Enseguida subieron al piso y él la hizo sentar en el sillón mientras la guiaba sujetada de los hombros por miedo a que se cayera.

Noches de Tormenta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora