Capítulo 8. Osvaldo

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Carolina salió y sólo me senté y cerré los ojos, tenía mucho sueño y estaba cansado, esa bestia no dormía, pero ya en mi forma humana todo ese tiempo que no dormía me repercutia.

Sólo miraba mi cuerpo y me preguntaba cómo podía pasar esto, aún no lo podía. De pronto algo nuevo sucedió, al cerrar los ojos logré ver la mirada de un animal, sentí el gruñido en mi oído pero poco a poco ese gruñido se volvió en un ligero chillido de un animal sumiso.

Abrí los ojos y mire mi mano, empecé a concentrarme y logré que mi mano comenzará a cambiar de forma sin que mi demás cuerpo cambiara.

De pronto una imagen en mi mente llegó y un lobo color gris ascuro parado firme me dejo pasmado y sin más comencé a inclinarme, quedando en cuatro puntos de apoyo y sentí un calor en mi cuerpo mezclado con tranquilidad.

Salí de ese trance y volvió a pasar, sólo observaba, pero esta vez no sentía rabia, sólo era un lobo, no de gran tamaño, pero si más que un lobo normal.

Mis sentidos estaban más agudos, el olfato, oído, la vista también, tanto que logre escuchar como se acercaban, pero eran dos personas, dos olores llegaban a mi. Uno era un pequeño con olor dulce, otro como una bella rosa con un perfume exquisito.

La puerta se abría y la voz de un niño se escuchó.

- ¿Te ayudo a preparar algo?-

- No, tú solo siéntate y espérame aquí, traeré un amigo a desayunar -
Contestó Carolina, caminando a donde me encontraba

- ¡¿Osvaldo?!, ¿te encuentras ahí? Ya regrese, traje un pequeño amigo a desayunar.

En mi intento de responder sólo logré dar un pequeño chillido. Ella abrió la pequeña puerta y sus ojos se hicieron muy grandes al verme.

- ¿Pero que rayos.......eres tú? - era evidente que estaba sorprendida, yo solo logré mirar mi cuerpo y alzar una pata como lo hace un perro para demostrar amabilidad.

Ella miro hacia la cocina y me hizo una seña para que saliera a la cual obedeci algo desesperado al no saber cómo regresar a mi estado humano.

Camine algo confundido y empecé a concentrarme en mi cuerpo y a cómo caminaba, mi mirada se alejaba del piso y cuando note ya estaba erguido en mi forma humana pero completamente desnudo. Me mire y voltee rápido para mirar a Carolina con los ojos abiertos y completamente roja.

- No te muevas, espera que voy por algo - salió corriendo a la habitación de su hermano y regreso de la misma forma.

Me aventó unos shorts, cubriéndose la cara al estar yo de frente ella.

- Pontelo rápido, que hay un niño en la casa, ya le iba a presentar a un enorme lobo gris.

Apenas me lo ponía se dirigió a la cocina adelantándose.

Salí del pasillo y mire a un pequeño niño de cabello negro y ojos café claro, delgadito pero con un rostro muy tierno.

- Hola pequeño, ¿cómo te llamas?

Este río y miro a Carolina con curiosidad.

- ¿Ya tienes esposo?, ¿tendrás hijos?, ¿podré venir a jugar con tus bebés? - Pregunto entusiasmado dejando a Caro completamente muda y roja, sin decir nada por unos segundos.

- ¡Sebas!, es mi amigo, él ....... él me está rentando una habitación, eso es todo, no imagines cosas - rió un poco sin que su piel rojiza bajara de intensidad.

- Ahhh, ¿y tú hermano?- pregunto mirando a todos lados.

Carolina me miró triste y sólo le dijo cabizbajo borrando la pequeña risa en su rostro.

- Él .....él se lastimo y está en el hospital, pero en unos días lo volverás a ver por aquí.

El pequeño noto la tristeza y se bajó de la silla para abrazarla.

-No te preocupes, yo te cuidaré en lo que el vuelve - le jalo el brazo suavemente para que se pusiera a su altura y besar su frente en un gesto demasiado tierno para un pequeño.

- Gracias grandote, en verdad gracias.

Lo abrazo y le dio un pequeño beso sin lograr contener unas lágrimas. Me miro e hizo una seña para tranquilizar la culpa que al ver esa escena me invadió. Culpa por algo que yo había causado, algo que espero no volver a hacer.

Mi lobo GuardianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora