[Wakfu]🌿FASTASIS💀

Capítulo 11: Floristas Aficionados

El culto de Ogrest ha dado inicio desde casi los inicios de la nueva era que se presenta en el mundo de los doce, la era del wakfu, siendo la siguiente generación después de la era de los dofus. La era del wakfu ha dado inicio desde aquel diluvio que acabo sumergiendo la mayor parte de los continentes e islas del mundo, y el causante de aquello fue el mismísimo Ogrest, quien junto los seis dofus primordiales, logrando llegar a un poder muy elevado y poderoso.

Al estar corrompido por ese poder, al igual que la gran pérdida de un ser querido, siendo una de las muñecas del dios sadida cuyo nombre es Dathura, comienza a llorar tan fuerte que provoca grandes tormentas, al igual que sus lagrimas que descendían en su cuerpo hasta las tierras, inundó la mayor parte de los territorios terrestres. De ese modo comenzó la era actual, edad del wakfu.

Dando inicio a aquella catástrofe, se crearon varios cultos por esa razón, siendo uno de ellos el culto de Ogrest. Estos se alojan en un gran campamento principal en Zinit, alabando esa bestia con bastante gozo y orgullo, llevando también a disfrutar la observación de las catástrofes surgidas por esa razón. Los cultistas de Ogrest instalaron varias bases en diferentes sitios del mundo, uno de ellos es el conocido territorio de Astrub, viviendo nuestros protagonistas en aquel lugar, enfrentándose en varias ocasiones a ellos, y aunque derrumbaron una de estas, todavía existían las demás.

Tras ese acontecimiento que marco bastante a aquellos miembros de la hermandad, estaban devastados, no sabían que decirle al jefe principal de aquella organización. El Esbirro Guadañero, que se dio a conocer por primera vez en las alcantarillas de astrub, teniendo el enfrentamiento del sadida y sram, fue el principal testigo de la situación a causa del grupo de jóvenes, siendo en parte de la hermandad de los centinelas, estando en contra del caos de Ogrest y de los cultistas de este, una de las otras organizaciones que emergieron después del gran apocalipsis.

El miembro cultista no deseaba ni en sueños ir a dar aquella noticia al jefe supremo, por la razón de que este no es que sea una de las personas más tolerables y simpáticas que te puedes encontrar en cualquier sitio. Es un jefe realmente temperamental, teniendo mucha intolerancia a los errores, como en este caso sería el no cumplir de sus deseos. No le quedaba de otra más de dar a conocer el anuncio, este estaba ya presente en la base principal, teniendo un largo viaje en trayectoria desde Astrub, tardando días en llegar a su destino. Claramente estaba en desacuerdo de ir por su cuenta, decidiendo que lo acompañaría uno de sus compañeros siendo un asesino esbirro.

Su llegada fue muy nostálgica, por los recuerdos que tenían al ver a sus otros compañeros como es que fueron maltratados por no cumplir aquellas ordenes, cambiando su expresión en el rostro, una con mucha vergüenza, igualmente de miedo y nervios, mientras caminaban por el pasillo principal directo a la entrada de la oficina del jefe, pero por mientras estos daban camino hacia allá, tuvieron una plática entre ellos dos.

— ¿Qué le diremos al jefe? —Cuestiona el esbirro guadañero, nervioso mientras caminada junto a su compañero en los pasillos, directo a la oficina.

— ¡Yo que sé! —le contesta con un grito en susurro—. ¡Esos mocosos destruyeron la base! ¡¿Y quieres que le digamos?! ¡¿Que uno de ellos destruyó una de las bases de Astrub?! ¡¿Que nosotros no logramos evitarlo?! —Reclamó con varias interrogaciones.

— ¡Cierra el hocico! —Lo calla con un impacto, siendo una de sus manos cerradas, en forma de puño, haciendo contacto agresivo en uno de los hombros de su compañero—. ¡¿Qué más le decimos?! ¡Sera peor si no le decimos! ­—Aclaró—. Ya sabes que les pasa a los que mienten.

— ¡Prefiero un castigo que morir diciendo la verdad! —Responde con enojo, no solo por lo dicho, también por aquel puñetazo de parte de él. Se frotó con una de sus manos en el lugar que experimento el golpe.