Capítulo 11.

393 30 4
                                    

Autora: Me la he pasado torturandome a mí misma mirando cosas que no puedo comprar, ¿Alguna vez han hecho eso?

Si le preguntaban acerca de sus sentimientos, mentía. Su vida se había vuelto una mentira en un abrir y cerrar de ojos, era por eso que llegar a casa y dormir se sentía una fantasía; los sueños eran maravillosos, incluso se encontraba en el punto en el que desearía poder grabarlos para reproducirlos una y otra vez en cada momento de su día, constantemente eran sobre él e involucraban su sonrisa adornada por esos fabulosos hoyuelos. Pero igual era una mierda, porque sabía que los sueños eran como las gotas de lluvia, después de un tiempo se evaporaban de la memoria, pues eran recuerdos no vividos.

Odiaba despertar y mirarse al espejo, tan falso que en ocasiones sentía asco. Viviendo una relación que no le daba ninguna satisfacción y negándose a admitir que la persona que amaba era otra y si lo pensaba de la mejor manera posible, tal vez Stan era una excusa para no enfrentar lo que en algún momento le había hecho tanto daño.

Se odiaba a sí mismo, se odiaba llorando en el auto camino a casa después de ver a Harry siendo besado por su mejor amigo, porque tal vez él lo había provocado por tantas mentiras, por no querer afrontar las situaciones valientemente, porque era débil y también le costaba aceptarlo.

Su pecho dolía de la misma manera en que había dolido en ese parque cuando se había alejado de Harry con la esperanza de que corriera tras él para decirle que todo cambiaría, que trabajarían juntos en ello, que se dieran otra oportunidad. Se sentía ridículo por aún mantener un poco de esperanza acerca de ello en ese punto de su vida en el que ya todo se había ido a la mierda y era demasiado tarde.

A pesar de los desplantes de Harry y del odio que en ocasiones sentía hacia su persona, mantenía la esperanza de que en algún momento volviera a su vida y todo regresara a ser como antes. Esa esperanza había crecido un poco al volver a ser amigos, pero pensó que aún no era momento de dejar a Stan, que aún tenía que mantenerlo ahí como un salvavidas en caso de que el barco de Harry se hundiera para siempre en lo más profundo del océano de su alma.

Al llegar a casa intentó ser sigiloso para pasar desapercibido, cosa que era un poco compleja tomando en cuenta la cantidad de hermanas que tenia. Cuando llegó a su habitación sin haber sufrido un ataque de alguna de ellas, puso el cerrojo y se sentó en una pequeña silla en el rincón de la habitación que daba justo a la ventana. Abrazó sus piernas buscando un consuelo, pero se sentía tan vacío que dudaba en algún momento llegar a encontrarlo.

~*~

Se encontraba animado, no podía creer que por fin llevase un año y medio con Harry, por lo que simplemente había cocinado él mismo una cena romántica que tenía planeada desde hacía tiempo. Su madre le había ayudado en algunos pasos pero se sentía orgulloso porque la mayor parte del trabajo la había hecho él mismo.

Era una sorpresa, por lo que no le había dicho nada a Harry, de hecho, no había hablado con él durante el día para no arruinarlo todo con su emoción. Esa noche su madre visitaría la casa de los abuelos con sus hermanas y se quedarían ahí para que él pudiese tener esa cena a solas. Todas se sentían orgullosas de ser cómplices de un motivo tan romántico.

Harry era dulce y cálido, como comer algodón de azúcar cuando se trataba de él y quería compensarlo además por haberlo estado ignorando para la temporada de exámenes pues quería mantener sus notas para seguir siendo el capitán del equipo de fútbol. Se había esforzado mucho pues algunas materias no se le daban tan bien como al rizado pero tampoco quería abrumarlo pidiéndole tutorías pues sabía que lo de su novio era el estudio más que el deporte y si de encontraba en el mismo equipo que él era exclusivamente porque Louis se lo pidió para pasar más tiempo juntos y compartir actividades extra.

Tres Otoños |Larry Stilinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora