Autora: Este es el último y tiene una referencia de otra novela mía porque la escribí cuando esa ya había terminado. Después sólo el epílogo y un par de drabbles.
Miró todo a su alrededor con una expresión maravillada, tocaba todo lo que podía y su sonrisa era brillante. Intentó memorizar ese momento para guardarlo en su corazón porque Louis por primera vez se encontraba en su habitación de esa manera, como si intentase memorizar todo lo que veía a su paso y eso hacía que algo en su pecho se sintiera cálido.
- Cuántos libros – murmuró al llegar a ellos. Esos tesoros que escondía hasta de su mejor amigo.
- Me… me gusta la lectura – dijo nervioso. No quería parecer un perdedor con su novio de apenas un mes.
- Lo puedo notar.
Lo miró pasar las llenas de sus dedos sobre los títulos de los libros, en algunos se detenía un poco más de tiempo y sonreía ampliamente. Louis era un tema… sus reacciones eran tan variadas que nunca sabía que esperar y eso que apenas llevaban poco tiempo.
Se sentía tan cómodo con él, como si lo conociera de toda la vida, incluso se podía aventurar a decir que lo amaba porque lo que sentía cada vez que estaban cerca era igual o incluso mejor que lo que había leído en esos títulos que en ese momento el de ojos azules observaba con admiración.
- ¿Tú lees? – preguntó, curioso.
En lo que llevaban juntos jamás lo había visto tomar un libro que no fuese de sus clases y no es que él siempre leyese frente a Louis, pero en ocasiones cuando llegaba al parque lo atrapaba sumido en una lectura.
- Los clásicos – apartó la mirada de los libros para mirarlo a él – quisiera estudiar algo como el teatro.
- Yo quisiera escribir, pero creo que jamás llegaré a ser tan bueno.
- ¿Qué te inspira a leer estos títulos?
- Quería entender el amor…
Louis sonrió hacia él con cierta dulzura en su mirada.
- Serás bueno, ese mismo amor es el que te guiará y te hará grande.
Correspondió a su dulce sonrisa y se acercó a él para abrazarlo. Los correspondió al instante, como siempre, dispuesto a brindarle todo su amor.
- Puedo escribir esas obras para las que actuarás.
- Así será – rió levemente, como si pudiese imaginarlo.
Siempre que hablaban del futuro – aunque no era frecuentemente – se imaginaban juntos en distintas situaciones.
- Por cierto – Louis se separó de él un poco para mirarlo a los ojos - ¿lograste comprender lo que es el amor?
- Bueno – Harry sonrió – A pesar de que es poco tiempo… puedo asegurar que el amor eres tú.
Louis lo besó dulce y lentamente, transmitiéndole tantas cosas que sólo confirmó lo anteriormente dicho por el rizado… él era el amor… él era su amor.
~*~
Una semana había pasado desde aquel momento incómodo, semana en la que había intentado por todos los medios hablar con Louis pero éste simplemente lo evadió y de la peor manera posible ya que pasaba más tiempo pegado a Stan de lo normal.
A las clase entraba justo detrás del maestro y se sentaba al final, a la hora del almuerzo simplemente no llegaba a la mesa donde ellos se sentaban, sino que iba a con los amigos de su estúpido novio. Eso no sólo había afectado a Harry sino que también a sus amigos que no tenían nada que ver con lo que sucedía.
Zayn en un intento por resolver las cosas se había ido a casa de Louis en más de una ocasión, pero Jay siempre le decía que se encontraba indispuesto, cosa que hacía que Harry descartarse esa idea que ya en más de una ocasión había pasado por su mente.
En resumen, la semana había sido horrible, y por más que le había jurado a su amigo que después de ese día aquel beso quedaría en el olvido, le era imposible ya que las consecuencias de él estaban presentes cada momento.
Por fin era fin de semana y se sentía más cansado de lo normal, nada lograba que las cosas con Louis mejoraran o avanzaran de alguna manera y de repente lamentó que en aquel entonces cuando aún estaban juntos, jamás pidió perdón por las discusiones sin fundamento que de repente se empezaron a aparecer haciendo que se fuesen alejando poco a poco. Simplemente las evitaba o se quedaba callado, pero nunca intentó solucionarlas.
La canción que en cierto momento Louis le había dedicado sonaba una y otra vez en su móvil restregándole en la cara que ya nada de lo que decía era parte de lo que vivía en ese instante de su vida. La amaba y la odiaba al mismo tiempo, era como una auto tortura que sólo podía realizarse cuando se encontraba a solas en su habitación mirando el techo y sumido en el anhelo del regreso.
- ¿Quieres parar? – dijo, Gemma entrando a su habitación de golpe.
- No sé qué tiene la gente con darme sustos – se quejó, apoyándose en sus cosos para levantarse un poco y poder mirarla.
- Esa canción empieza a cansarme y no creo que la hayan escrito para eso.
Rodó los ojos con fastidio. Su hermana ya había terminado la universidad y se dedicaba a escribir blogs y cosas por el estilo acerca del empoderamiento femenino y la situación social actual. Eso era bueno porque ganaba dinero haciendo prácticamente nada – desde el punto de vista de Harry – pero era malo porque pasaba demasiado tiempo en casa, por lo que tenían ese tipo de discusiones casi todo el tiempo.
- Déjame escucharla una vez más – pidió intentando no hacer el pleito más grande – Ni siquiera la he disfrutado todas las veces anteriores que ha sonado.
- Eso es mierda – su hermana se cruzó de brazos.
- De verdad – aseguró – mis pensamientos no me dejaron oírla.
Gemma suspiró antes de adentrarse a la habitación del rizado cerrando la puerta detrás de ella para tener más privacidad, aunque no la necesitaban pues su madre estaba en el súper mercado disfrutando de su sábado de compras.
Cuando su hermana se sentó a la orilla de su cama supo que él tenía que sentarse también.
- Suena a algo sobre Louis.
- Últimamente todo tiene su nombre.
Ella rió levemente.
- ¿Sabes? Deberías de tomar ejemplos de todos esos libros ridículos que lees – palmeó su pierna - ¿Qué haría Romeo si se encontrara en esta situación?
- Envenenarse para morir.
- No, maldición – soltó una carcajada fuerte – Antes de acudir al suicidio.
- Tal vez iría a por Julieta.
- ¡Exacto! Porque es un loco enamorado e iría a raptarla, la llevaría a vivir con él y la mantendría de todo lo que robe a la gente rica.
- ¿Estás haciendo una combinación entre Romeo y Julieta y ROYALS que no tiene sentido.
- Son libros, da igual – movió la mano para restarle importancia – El punto es que tienes que ir por él y terminar con el sufrimiento.
Harry se encogió de hombros y recordó las veces que se había escapado durante la noche a casa de Louis y se había colado por su ventana. Una hazaña muy difícil tomando en cuenta que ese árbol que daba a su ventana quedaba un poco alejado por lo que siempre tenía que pegar un salto con el riesgo de morir, aunque morir por amor en aquellos días sonaba como una idea tentadora.
- Tal vez tengas razón.
- La tengo – soltó, sonriente.
- Iré a verlo entonces.
Se puso de pie y empezó a buscar sus zapatos debajo de su cama.
- Por cierto, mamá se llevó tu auto.
- ¿Qué? – ella se encogió de hombros sin dejar de sonreír – préstame el tuyo.
- Ni en tus sueños.
- ¡Gemma!
Ella pareció meditarlo un momento antes de rodar los ojos con resignación.
- Bien, todo con tal de dejar de escuchar esa ridícula canción.
Sonrió alegre antes de darle un abrazo y salir corriendo de la habitación a toda velocidad. Tomó las llaves del auto del pequeño recipiente que su madre tenía en el mueble a un lado de la puerta principal y se encaminó al auto.
Sabia que si se detenía a pensar las cosas de la manera adecuada al final de cuentas se detendría y no iría en busca de Louis. Tenía que aprovechar ese instante de adrenalina desmedida que le generaba el sentimiento de valentía que en esos meses de curso que llevaban no había sentido.
Corría varios riesgos y eso era algo que su mente tenía claro mientras conducía, tal vez Louis lo echaría de su casa a palos o simplemente lo encontraría con Stan. Pero cuando el miedo empezó a recorrer su cuerpo ya se encontraba estacionado frente a la casa del chico de ojos azules.
Miró la fachada por un momento, soltó un suspiro y apretó las manos alrededor del volante. No podía arrepentirse en ese momento, además, no tenía nada que perder pues Louis ya le había retirado el habla.
Salió del auto y se encaminó al lado derecho de la casa, justo a donde daba la ventana de Louis. Si se encontraba cerrada no le quedaría más remedio que llamar a la puerta y correr la misma suerte que Zayn cuando Jay lo recibiera, pero cuando notó que se encontraba abierta dio gracias mentalmente a eso pues no tendría que enfrentar a toda la familia del de ojos azules para lograr hablar con él.
No estaba seguro de que se encontrase en ese lugar, su auto no estaba estacionado fuera donde siempre, pero tenía que averiguarlo de alguna manera. Empezó a subir ese árbol que tanto odiaba por el riesgo de muerte que le causaba y cuando llegó al punto en que no podía avanzar más, tomó aire antes de pegar un pequeño salto a la ventana de la que por poco cae.
A veces odiaba el fútbol, pero en días como aquel agradecía haber escuchado al de ojos azules cuando le pidió que se uniera al equipo con él ya que los partidos y los entrenamientos le habían generado condición física.
Cayó de golpe dentro de la habitación y maldijo en un susurro por el golpe que se llevó, pero después de un momento se levantó y miró el lugar completamente vacío. La cama de Louis estaba debidamente tendida y todo estaba impecable. Pensó por un momento mandarle un mensaje de texto para preguntarle dónde se encontraba pero después decidió que aquella era una pésima idea.
Se puso de pie y después de dar los primeros pasos se sintió estúpido pues se había movido lentamente como si fuese un ladrón. Era torpe en esas situaciones y su corazón alocado tal vez por la caída retumbaba en sus oídos como si se tratase de una alerta de peligro que era real.
¿Sería buena idea sentarse y esperarlo ahí o sería muy mal educado de su parte ya que ni siquiera estaba invitado a entrar?
Se acercó al escritorio del cuarto de Louis y miró que en el pequeño tablero que estaba colgado por encima aún habían fotos de ellos y de los chicos. Sintió nostalgia por esas risas y la alegría que se veía plasmada en las fotografías. Parecía como si hubiesen pasado mil años desde eso pues su realidad no se parecía en nada a lo que en esas imágenes se notaba.
La nostalgia lo golpeó de repente cuando vio la foto de ellos dos en la que se encontraban abrazados, Louis sonriendo y él plantando un beso en su mejilla. Estiró la mano y la sostuvo un momento pensando en si era adecuada quitarla de ahí.
- ¿Harry? – la voz de Louis lo tomó por sorpresa.
Miró a la puerta donde se encontraba el chico de ojos azules con una playera blanca básica y unos jeans apretados como siempre. No podía describir lo que había en su mirada, pero su corazón se aceleró nuevamente porque aquella no era la manera en la que imaginó las cosas.
- Lo siento – soltó la fotografía rápidamente, sin que los ojos de Louis se perdieran cada uno de sus movimientos. – Yo… de verdad lo siento.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó confundido - ¿cómo entraste? – cerró la puerta a sus espaldas.
El rizado sólo atinó a voltear a ver la ventana, a lo que Louis lo imitó.
- Oh… - susurró con entendimiento.
- Sé que esto es raro – dijo rápidamente mientras Louis se cruzaba de brazos – No debí entrar de esa manera pero necesitaba hablar contigo.
Esperaba una negativa si era honesto, pero Louis se encogió de hombros y asintió levemente.
- Creo que yo también.
Louis camino hacia su cama donde se dejó caer indicándole con un movimiento de cabeza que sentarse a su lado, a lo que Harry reaccionó más nerviosamente de lo que esperaba.
Cuando ambos se encontraron sentados uno al lado del otro, se quedaron callados por un momento, pero desde el punto de vista de Harry eso no podía volver a suceder ya que quedarse en silencio había logrado que entre ellos las cosas terminaran tan mal.
- Lo que viste con Zayn – empezó – No fue nada, él simplemente estaba…
- Eso ya no importa, Harry – lo cortó – Me ayudó mucho verlos así.
- Pero no nos diriges la palabra, sin embargo.
El de ojos azules bufó, soltando una risa que no parecía en lo más mínimo divertida.
- Sentía vergüenza por lo que pasó – explicó, mirando sus manos – Por salir casi corriendo de ahí y no enfrentar las cosas.
- Yo… te entiendo.
- No creo que entiendas exactamente a qué me refiero.
- Bueno… es decir… sí – titubeó – todos han pasado por eso.
- Terminé mi relación con Stan ese mismo día.
La situación en sí lucía irreal. Quería pellizcarse para asegurarse de que estaba despierto, pero recordó el golpe que se dio al caer cuando entró a la habitación de Louis y supo que todo era una realidad por más loca que pareciera.
- Pero… toda la semana tú...
- Oh… sí – rió tan bajo que de no encontrarse cerca estaba seguro de que no lo hubiese escuchado– No terminamos mal así que pasamos tiempo juntos como amigos.
- Vaya… - susurró sin saber cómo reaccionar ya que saltar de alegría sería precipitado.
Louis lo miró por un momento como si hubiese esperado algo más, como siempre, intentando atravesar su alma con el mar profundo que había en sus ojos.
- Lo siento, Harry.
- No, no tienes razones para disculparte.
- Me estoy disculpando por todo en realidad – notó tanta tristeza en su mirada que quiso sostenerlo entre sus brazos – Creo que la mayor parte de la culpa por la que estamos ahora donde estamos es por mí.
- Lou, fue responsabilidad de ambos – suspiró – No soy menos culpable ya que no luché por ti.
- Ha sido difícil, ¿sabes?
Asintió porque lo sabía, igual había llorado y sufrido cada instante que estuvo lejos de Louis.
- Podríamos intentar…
- Puede ser… aún tenemos el tiempo que pasaremos en la universidad para arreglar todo lo que hemos dañado.
- ¿Tú…?
Sonrió levemente extendiendo una mano para alcanzar la de Harry. Seguían encajando a la perfección, como si hubiesen nacido para ello.
Un día sin Louis se sentía como tres eternos y fríos otoños, eso era algo que ya había podido comprobar por sí mismo. Pero en ese momento la esperanza instalada en su pecho le hacía creer que realmente estarían juntos una eternidad para compensar cada segundo que perdieron.
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Tres Otoños |Larry Stilinson|
FanfictionTe extraño más allá de mi propio entendimiento, más allá de lo que puedo soportar; mi corazón padece tu ausencia, como si fuera ausencia de luto. Mi mente juega conmigo, creando abismos en mi lógica; tu lejanía es mi tortura, una que provoca una t...