Capítulo 1
Sombras de una ciudad
—Dieciocho años después, en la actualidad—.
Un día cualquiera en una calle común y corriente, caía la noche dando paso a las sombras de la ciudad demostrado lo bajo y más asqueroso de este, Nueva York ya no es lo que era antes, ahora está más descuidada y sucia y en ella solo habitan personas de clase media y baja, aunque claro todavía hay personas con amor a esta ciudad que regalan un poco de su tiempo para mantenerla con lo que todavía quedaba, la seguridad es mayormente aceptable contando con policías locales y uno que otro personal del Ejército.
Existe una regla que solo saben las personas que habitan en ella: "por seguridad propia lo más recomendable es recorrer las calles de día". Al anochecer las calles las dominan los ladrones, extorsionadores y traficantes haciendo su negocio y prostitutas, todo con el fin de lograr reunir el dinero suficiente para sobrevivir. Es increíble el contraste que existe entre día y noche, en el cual las personas al comenzar el día trabajan en labores honradas y de buena fe, mientras que en la noche todo lo malintencionado se junta, operando desde la oscuridad donde muy pocos se atreven a rondar y donde solo se escuchaban los susurros.
Era muy fácil caminar y en el mejor de los casos cuando tenías suerte, encontrarte a una prostituta ofreciéndote sus servicios o alguna persona intentando venderte algún tipo de droga que solo Dios y él, saben de clase de sustancia estará echa, y en el peor de los casos ladrones e incluso grupos de personas llevando a callejones oscuros a los más desafortunados. El Ejército estaba ocupado en las fronteras y en las ciudades alerta a cualquier movimiento por parte de la Armada Revolucionaria, mientras que en las ciudades internas la seguridad quedaba de parte de los Capos y líderes de bandas, de ahí que la seguridad fuera tan baja, dado que ellos mismos también tenían sus propios negocios.
Por supuesto esto no pasaba en todo el mundo, en algunos países más que otro, dependían de lo estricto que fuera los Capos y líderes de bandas a cargo de esa zona que era los que controlaban estos casos. Los policías no es que ayudaban mucho, hacían la vista gorda y aceptaban sobornos por su silencio, solo trabajan de verdad cuando se producía un caso de secuestro, asesinato o se intuían de algún tipo de asesino en serie que pudiera alarmar a la sociedad entera, y cuando se producían los intentos de golpe de estado por parte de la amada revolucionaria que es la principal resistencia en contra del Gobierno Mundial.
Adentrada ya la noche estaba rondando la calle Enzo Luciano un hombre muy alto y fornido de cabello, barba y ojos negros, acompañado de Beatrice Leone, una joven mujer rubia de afilados ojos azules, con un cuerpo bastante atlético, ambos vestidos con trajes negros y sombreros casuales muy elegantes, con lo cual destacaban bastante a la vista de todos. A nadie ni siquiera se le pasaba por la cabeza tratar de acercarse a ellos, esos trajes los reconocerían desde lejos, eran un distintivo de los Guardias Reales de los Alto Mando, es entonces cuando estas personas enderezan la postura, dan media vuelta y se retiran, los más valientes solo se quedan a mirar desde lejos.
—Siento miradas a mis espaldas, me asquea —dijo Beatrice al fijarse detenidamente a unos hombres observándola desde la esquina.
—Que esperabas, una mujer hermosa vestida con traje, eso es algo que no se ve últimamente y menos por estos lugares —responde Enzo.
—Ya quisiera que se acercaran, le cortare los dedos a todo aquel que se atreva a tocarme. ¿Y porque vamos a pie y no en auto?
—No te precipites —señalo Enzo—. Esos tipos no tienen el valor de acercarse, trata de mirarlos y veras que se irán enseguida. A un par de calles más llegaremos a nuestro destino, es más fácil hacerlo así ya destacamos demasiado, esto es trabajo —deja en claro haciendo énfasis en la última frase.
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La Leyenda Del Ángel. ©
Fantasy«Al principio todo lo que sentía era mi cuerpo flotando en agua. Por alguna extraña razón no podía abrir los ojos. Me envolvía una luz alrededor de mí, pero no es cálida, era más bien fría, acompañado de aquel sentimiento que me decía que estaba sie...