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Capítulo 10

La leyenda del Ángel

El atardecer estaba empezando a dar paso a la oscuridad, el camino a seguir hasta llegar a la iglesia era uno lleno de calles y callejones que se intercalaban entre sí para llegar hasta allí, se encontraba muy oculto en la ciudad, llego al punto en el que ya no se podía ver a nadie alrededor, dando a entender que solo los que fueran específicamente a esa iglesia seguían ese camino. Leyn seguía pensado en el caso para matar el tiempo hasta llegar.

«Este cuerpo tiene un mensaje distinto a los demás —pensaba el, uniendo todas las piezas en su cabeza—. Los cuerpos anteriores presentaban moretones y fracturas, todas sin excepción seguían este patrón, de hecho a pesar de todas las heridas la causa de muerte es inanición, la herida en el vientre fue hecho después de muerto.»

No le gustaba ese sentimiento de sentirse envuelto en algo más, el asesino incluso se daba el lujo de involucrar al Ángel. El gobierno en ocasiones lo había utilizado a él en sus trabajos como para que encima otro imbécil jugara con él.

El sentimiento venia debido a que no avanzaba en nada en el caso, no tenía un sospechoso en mente, solo le venía a la mente Blake, ¿pero dónde podría estar ahora?, sentía como estaba haciendo lo que el asesino quería, pero aun así la curiosidad le gano, le intrigaba descubrir la existencia de una iglesia que le rendía culto al Ángel, tenía el deseo de saber más acerca de aquel misterioso ser.

«En cambio el último cuerpo no presenta ninguna de las fracturas ya vistas, diría que debió haber muerto en las últimas veinticuatro horas, la causa de muerte se debe a la pérdida masiva de sangre, y todavía encima de eso se da el lujo de cocer el cuerpo y dejar un mensaje parecido a los anteriores, claramente está diciendo que es la misma persona, como invitándome a algo más —pensó Leyn sin prestarle atención a sus alrededores, de vez en cuando miraba al frente para percatarse si era el camino correcto, luego se volvía a sumergir en sus pensamientos—. ¿En qué mierda me estoy involucrando?»

Se sintió mareado de nuevo, no estaba seguro si se debía por sus instintos o su paranoia que no hacía más que aumentar, pero inconscientemente giro su vista hacia atrás, no había nadie, se estaba empezando hacer más oscuro y los faroles de la calle se encendieron repentinamente aumentando la oscuridad de un callejón cercano. Su vista se quedó clavada en ese lugar un buen par de minutos, activo su instinto de supervivencia, pero este no le indicaba ningún peligro, luego al no ocurrir nada decidió no prestarle más atención a ese lugar.

—Ese callejón me da muy mala espina, pero tampoco pienso ir a investigarlo, seguiré con mi camino —dijo marchándose de esa calle.

Llego a la dirección indicada, Leyn pensó que se debió haber equivocado en alguna parte, dado que ese lugar parecía de todo menos una iglesia.

Una verja mal cerrada, un pequeño camino que comunicaba hasta lo que parecía ser una pequeña casa, no hubiera pensado que ese era el lugar indicado sino fuera porque desde la calle se podía observar dentro de la casa una mesa en el centro de todo con un libro encima de él.

— ¡Hola!... —exclamo Leyn, pero nadie salió a recibirlo, desde afuera el lugar se veía completamente solo. Abrió la verja lentamente y como observo que nadie parecía cerca entro calmadamente.

En aquel lugar no existía ninguna imagen que hiciera alusión de a que le estaban rindiendo culto, solo estaba la mesa con el libro ya mencionado con una sillas colocadas a su alrededor. Se percató que en la mesa había un mantel blanco con el símbolo de la orden inscrito en el. Impaciente se acercó aquel libro.

La Leyenda Del Ángel. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora