Capítulo 1.

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Capítulo 1.

La luz del sol traspasaba con gran dificultad las pesadas cortinas color vino, y aquel ser que dentro habitaba se debatía entre quedarse un rato más en la profundidad de la nada oscura o salir, teniendo así que convivir con sus inservibles subordinados de pacotilla que tenía por empleados; si se lo pensaba bien el único que no le era tan totalmente indiferente era aquel Doctor, su mano derecha y de los poco con tal privilegio, privilegio por el cual muchos habían muerto, no necesariamente por obtener el puesto sino después. Humano que tan solo al sentir su presencia en la habitación, se le activaba algún sexto sentido que al parecer solos los humanos sensatos portaban, su solo presencia hacía que temblara y tartamudeara de miedo.

Volteo a ver la hora en su reloj, que ya marcaba una hora tardÍa, tardía para esos seres de tiempo limitado de vida, seres sin el lujo de perder el tiempo en cosas como disfrutar la vida, pensando que tenían de sobra. Y con un último momento de quietud, el ser con sombrero de copa decidió que era momento de colocarse su traje y forma habituales para así atormentar tanto héroes como villanos.

Todo estaba en un sepulcral silencio, salvo los gritos de las almas en pena o los ruidos de la ciudad agonizante donde habitaba la mansión, aunque si uno prestaba especial atención se daría cuenta que una vez este ser de traje y sombrero desidia iniciar su día el silencio invadía cada esquina como si de un objeto se tratase y lo sofocaba todo. Lo único que se escuchaba era lo que él deseaba que se escuchase, como el rechinar de las escaleras al ser pisadas por la maldad misma en carne y hueso.

Se dirigió a su despacho a atender algunos negocios privados y apenas unos suspiros después desde que se había sentado la puerta de su despacho se abrió de golpe haciendo un ruido bastante molesto debido a la falta de mantenimiento.

—¡Demencia!, ¿pero qué diablos? — se detuvo un momento para observar— ¿Porque aún no te has cambiado? ¿Y Flug dónde demonios está?

—Hola guapo— ronroneo Demencia— Solo vine a delatar al nerd.

—¡Más vale que valga la pena o lo lamentara toda tu maldita descendencia!— Rugió con su voz mucho más ronca de lo normal.

—Tranquilo, Blacky no le hagas nada a nuestra descendencia.

—Demencia, ¿acaso no le temes a la muerte? Mira tienes cuatro latidos para huir despavorida y ocultarte hasta que un héroe me derrote o decirme de ¡una maldita vez donde demonios esta Flug!

—Nunca me dejas divertirme. Ok como te decía, el nerd no fue a alimentarme con algún maldito héroe de pacotilla o al menos con algún perro callejero y venía a acusarlo contigo mi amorcito rey de reyes, dominador y conquistador de ciudades y mi corazón.

—¿Y eso por qué debería importarme?

—Obvio que debería importarte guapo, ese aburrido nerd merece que lo castigues, ¡déjalo sin comer algunos días!

—Desquiciada, tu sabes mejor que nadie que el castigo lo decido yo, y también depende mucho que tan enojado me encuentre, o divertido.

—¿Vas a venir o no? ¿No te gustaría torturar a alguien hoy? —dijo con sorna la peliverde.
—Bueno, sería divertido verlo temblar de miedo solo por verme —al de sombrero se le formó una tenebrosa sonrisa al pensar tan siquiera un poco en ello.

Con eso ultimo dicho, el de negro se levantó de su escritorio y empezó a deslizarse hacia el laboratorio con una loca detrás siguiéndolo sin un atisbo de miedo, por algo se habia ganado con creces tal apodo no muy lejano de la realidad.

El camino al laboratorio había sido bastante silencioso y rápido, daba la impresión de que Black Hat estaba ansioso de llegar y pese a ser algo tarde no sé escuchaba el típico parloteo de los habitantes en desgracia de la mansión del sombrero, apenas y era audible una débil y entrecortada respiración.

La escena que se podía ver en la penumbra del laboratorio podría decirse que sorprendería a cualquiera que tuviera una pizca de corazón o cordura, pero no había ni una ni otra entre los seres que la vieron. Todo se encontraba oscuro y empolvado pudiendo ser un mal augurio en situaciones más comunes. En el suelo blanquecino habitaban brevemente cristales que se acumulaban sobre todo en la entrada, pero al doctor no sé le veía entre la negrura.

Con un solo tronar de los dedos de al que llaman Black Hat las luces volvieron a la vida, mientras tanto en su mente este ser se trataba de tranquilizar para así no hacer explotar el lugar entero en su impaciencia.

— Búscalo— Y con ese tono hasta el ser menos cuerdo o el ser más suicida sabía que era mejor obedecer si no quería sufrir algo peor que la muerte.

Una rápida inspección de la peliverde fue suficiente para hallar a quien habían venido a torturar.

— ¡Oh, Blacky mira a quien encontré! Al mismísimo "Bello Durmiente".
— ¡Despiértalo!

—Blacky, ahora que lo veo bien se ve algo...

-!¿Algo que? Apúrate a despertarlo que no tengo todo tu maldito tiempo.

Demencia, ignorando brevemente al de negro continúo mirando sin despertarlo todavía, con la curiosidad de una niña de cuatro o la curiosidad de un loco, pero curiosidad al fin y al cabo.

—Está algo chamuscada su bolsita, ¡creo que puedo verle parte de su mentón!

— ¡¿Qué!? Apártate y déjame ver. ¡Si es una mentira te juro que te... mató!

Efectivamente, se podía apreciar parte del mentón del humano y el demonio no queriendo retrasar más sus asuntos pendientes de una patada trató de despertar a su científico quien emitió un quejido de dolor.

—Oh doctor, usted acaba de romper muchas reglas y ni siquiera se ha levantado aun— Susurró con malicia para nadie en especial.

"Bello rostro"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora