Capítulo 2.

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Capítulo 2.

Se sentía como si estuviera en un bote que a la deriva navegaba adentrándose cada vez más en el vasto océano, solo siguiendo las olas esperando que se llevaran consigo su intenso dolor que le recorría el cuerpo y el alma Aún no se había movido, pero sentía que llevaba años sin detenerse, eso no le impidió sentir el el frío de su alrededor y la forma en que cada nervio suyo parecía arder en sí mismo o llorar a pesar de la incapacidad de aquello, sensaciones que indican que su su jefe y su todo, Blackhat, estaba presente y vigilante.

Si era capaz de sentir tan fuerte pavor, no se debía a sus nervios sobre estimulados o el "sexto sentido" que su jefe le decía tener. No, este miedo era provocado, erq de imaginarse que el demonio estaba con ansias de lastimar a quien tuviera cerca y en su desgracia resulto ser él, dejarlo dormir era parte de su tortura, tanto física como mental.

—Doctor, veo que ya está despierto. Usted conoce bien las reglas, ya sabe que será castigado, pero, le daré la oportunidad de implorar por su miserable existencia— Mientras decía todo esto una enorme y espeluznante sonrisa se dibujaba en su rostro.

—J-jefecito, yo solo quería adelantar algunos proyectos pendientes y la explosión pasó.

Una espeluznante carcajada corto lo que balbuceaba el de lentes, era obvio que a Black Hat le importaba poco o más bien nada, la excusa del que tenía enfrente.

—¡Oh!, doctor, no se esfuerce. Obviamente tendrá su castigo, no importa cuánto balbuce tonterías sin sentido. — El de sombrero dijo todo esto secándose las lágrimas que le habían salido de tanto reírse por el sufrimiento ajeno.

—Señor, por favor déjeme recompensar mi error, — dijo en un susurro entrecortado — por favor.

Y mientras esas palabras eran mencionadas, Flug se bajó de la cama y se puso de rodillas, implorando en silencio, que lo perdonara. Implorando no recibir más dolor que la dosis diaria que su cuerpo aguantaba. Bajo la cabez y estuvo a punto de retirar se máscara sólo para mostrar más sinceridad en sus acciones.

—Doctor —Sonó a manera de advertencia, poniéndose serio de repente — lo espero en mi oficina a las cinco de la tarde, ni un minuto tarde, salga de aquí y termine todo el trabajo de la semana antes de ir a mi oficina ya que parece que le gusta "adelantar"

Dicho esto, le dio la espalda y desapareció entre las sombras dejando de rodillas, con la bolsa torcida, las manos entrelazadas y el llanto en la garganta. Flug no era capaz de creer su suerte al posponer, aunque sea unas horas, su castigo. Tiempo suficiente para dejar cartas nuevas de despedida a su vieja familia y a sus compañeros de confianza en este camino de maldad escogida, solo por si acaso.

*

Estaba agotado, sus manos estaban acalambradas, sus guantes estaban sucios y rasgados. Apenas podía mantenerse en pie, pero lo había logrado, adelanto más de veinte proyectos en un solo día, con unos minutos de sobra.

Se arriesgó a tener un castigo peor del que ya cargaba al utilizar la ayuda de sus esclavos robot, pero en serio deseaba acabar con tanto trabajo, si lo lograba y tenía buena suerte, tal vez su jefe le dejaría reposar unos horas o una noche para reponerse de la intensa golpiza que venía, como supuesto castigo por haber roto unas reglas que no recordaba su existencia.

Ya le había pasado antes, la primera vez, Black Hat lo había encontrado haciendo un proyecto que no había obtenido la aprobación para pasar de prototipo a producto. Cuando el castigo finalmente acabó, solo para torturarle más Blackhat le obligó a trabajar sin darle tiempo de reponerse o descansar. Tuvieron que pasar un par de castigos más, para que aprendiera algunos trucos que le ayudaban a conseguir, aunque sea un par de horas, de descanso. En una única ocasión se le permitió llamar a alguien de fuera de la mansión para que le venga a curar.

Pobre tipo, pensó en su momento el científico, jamás logró salir de la mansión. No duró para todos los experimentos que él deseaba hacerle, pero bueno, ahora tenían a 5.0.5.

Se dejó llevar en sus ensoñaciones y recuerdos, permitiéndose descansar, aunque sea unos momentos. Y como cada llamado de Black Hat, empezó con un dolor intenso en su espalda, un dolor que le indicaba que estaba a punto de ser destruido y re ensamblado en la oficina del jefe, la sorpresa y el dolor le hicieron gritar, para cuando terminó el grito ya se encontraba en la oficina de Black Hat. Él lo había llamado.

"Bello rostro"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora