Capítulo 8: Sangre.

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Estaba demasiado concentrada en el examen práctico, Hanta y yo hacíamos un buen equipo ya que nuestras particularidades se complementaban bastante bien, permitiéndonos rendir al máximo en la batalla simulada que era llevada a cabo en el campo preparado de la U.A. Todo parecía marchar como se esperaba, éramos la quinta pareja que entraba en escena y debíamos derrotar a los robots que rondaban la ciudad falsa, mi súper velocidad me mantuvo a un ventajoso ritmo al derrotar a los villanos, corriendo por las calles y limpiando la zona de posibles amenazas, el azabache me seguía el paso utilizando la cinta que salía de sus codos para atarlos cuando intentaban escapar. Sin duda pensé que obtendríamos una calificación envidiable, encabezando la lista de los mejores pero esa aspiración se desmoró a mis pies cuando las náuseas me obligaron a detenerme abruptamente, chocando con un montón de escombros en el proceso y cayendo al suelo.

Mi cabeza dio vueltas, sentía un irritante pitido que atormentaba mis tímpanos y no pude contener el quejido que brotó de mis labios, para ese instante la sangre y los pétalos me hicieron toser con fuerza, destrozando mis cuerdas vocales en el acto. No aguanté dicho ataque, recargando mi peso en el pavimento cuando experimenté la vaga sensación de agotamiento me invadió, los párpados empezaron a pesar kilos y solté un suspiro que anunciaba mi inminente salida de la prueba. Atisbé manchas difusas y desenfocadas de color negro cuando hice el esfuerzo de mantenerme consciente, no obstante me rendí al vislumbrar los orbes bicolor en la multitud conmocionada de mis compañeros que lucían asustados, incluso el profesor Aizawa que se sorprendió al percibir los restos de la flor blanquecina. Oí que los apartó con brusquedad de mi alrededor, los gritos y exclamaciones iban de un lado hacia el otro hasta que no pude más, sumiendo mi acongojada mente en un sueño.

Como pude me estiré en la camilla de la enfermería, rascando la parte superior de mi cabeza y advirtiendo mi depavorable estado que bien podría ser el espanto de una película de terror basada en un hospital psiquiátrico, antibióticos son administrados a mi torrente sanguíneo a través de la intravenosa y me siento en el mullido colchón, el frío de la estancia congelando mis huesos cuando vi que el traje de heroína fue reemplazado por una bata de algodón. Por supuesto que todos se habían fijado en los residuos que formaron un charco debajo de mí, sembrando la confusión que tiñó sus rasgos al no saber de que se trataba aquello y de seguro las preguntas lloverían de los más imprudentes, entre ellos el boca floja de Kaminari. Lo que me preocupa realmente es las reacciones que traerá dicho suceso consigo, el bombardeo de preguntas que vendrán luego y el amargo sabor a miseria que se adueñará de mis papilas gustativas.

El sol se despide, lanzando sus últimos rayos dorados que pintan el cielo de diferentes tonos cálidos y sonrío ante ese detalle de la naturaleza, meciendo mis pies mientras imagino como sería si fuese un espíritu libre. Mi corazón se hincha de paz cuando el silencio se convierte en uno confortante y apacible, aún en medio de la tempestad que ha sido desatada sobre mi mundo. Unas lágrimas se filtran en las grietas de los vitrales de mis retinas, enrojeciendo mi nariz y los pómulos como el firmamento en ese precioso atardecer. Sin embargo, tengo sentimientos encontrados y duele muchísimo pero hago amago de soportarlo, todavía es muy pronto para tirar la toalla.

—Estábamos asustados, (Nombre)-chan. Verte ahí en ese charco de sangre, era como un festival macabro delante de nuestros ojos —murmuró Ashido, sentándose a la derecha y observándome con detenimiento—. Por suerte casi nadie llegó a percibir la extraña presencia de esos pétalos...

Reí con acidez, limpiando la acumulación del líquido carmesí en mis uñas y no hice ademán de responderle. No deseo entablar un diálogo ameno con alguien, honestamente. Prefiero buscar alivio en mi conciencia que chilla de angustia al darse cuenta que está en severos aprietos.

—No estás sola, sé que eso piensas y lo sé porque somos amigas, eres una persona muy importante para mí. Por eso también me afecta que estés así y no poder hacer nada al respecto —su voz suena quebradiza como si estuviera a punto de llorar y me abrazó en un impulso, con cierta incomodidad se lo correspondí—. No soy capaz ni de hacerme una idea de como se siente Bakugou en este instante, cuando corrió hacia ti y empujó a Todoroki su expresión demostró frustración, ira, preocupación... Él te cargó hasta aquí con Recovery Girl.

Pétalos Congelados ❀ Todoroki ShotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora