Capítulo 5: Perlas.

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Katsuki repasaba mi imagen de hito a hito; sus brazos cruzados, su pie emitiendo un sonido irritante al esperar impaciente la respuesta y su ceja curvada, escuadriñando mi rostro que yacía cohibido y retraído por la presión que fue puesta en mis hombros hace una hora. Porque sí, por lo visto aquella explosión espontánea se había tomado esa reducida cantidad de tiempo para generar importantes destrozos, las planta se expande cual enredadera y los pétalos me causan un fastidioso cosquilleo en la garganta, además de las fuertes raíces que aprisionan mis órganos. Irónicamente me siento atada al infierno, separando y juntando mis palmas al compás de una escalofriante sinfonía que secunda las tétricas sonrisas de las sombras que me tienen cautiva.

—¿Y entonces? ¿Qué carajos es lo que tienes? —ladró, desviando sus luceros escarlatas hacia el fondo del pasillo.

—Al parecer no es nada de que preocuparse, la anciana me dijo que es una tos y como la he forzado, es normal que la garganta me sangre. Me recetó un antibiótico, con eso me sentiré mejor —no se me daban bien las mentiras, pero las prefiero antes de que contarle lo que me pasa y que reaccione de la peor manera.

—Como esa. Vayamos por algo de comer, tengo hambre —chasqueó la lengua, juntando nuestras manos y los dedos se entrelazaron en gesto protector. Con esta conmoción había olvidado incluso el rugido de mi estómago clamando por comida.

—Oh sí, tengo mucho apetito —señalé, alargando la "u" y posando el dedo índice sobre mi mentón. Lo miré, percibiendo su semblante sereno y a la vez áspero que observaba al frente—. Al menos podremos disfrutar de lo que queda del festival ¿no?

—Me debes una grande por tenerme esperando como un imbécil en la puerta por una hora —comunicó, una sonrisa suspicaz surcando su faz y se la devolví, decidida a aparentar que todo estaba en orden. Luego habría tiempo para reflexionar y considerar las alternativas que tengo.

Por obras de los Dioses conseguí librarme del cuestionario que preparó Kirishima, más por mi estado de salud que por el presentimiento sobre la atracción que hay entre el bicolor y yo

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Por obras de los Dioses conseguí librarme del cuestionario que preparó Kirishima, más por mi estado de salud que por el presentimiento sobre la atracción que hay entre el bicolor y yo. A él le siguió la de esclerótica onix que se dedicó aporrear mi puerta con parsimonia para —probablemente— hacerme las preguntas que circulaban por la mente del pelirrojo, con el vago pretexto de que me encontraba afónica y por recomendación de la heroína enfermera tendría que reposar, evitando a cualquier costa hablar demasiado. Mientras que Bakugou me envió un par de mensajes luego de dejarme en el umbral de mi dormitorio cuando acabo la festividad, cada uno con groserías diferentes pero era notable su interés así que opté por contestar a través del grupo, el azabache y el rubio deseándome buena suerte en la visita que haría a mi hermano mayor. No había forma de excusarme, así que me veo obligada a salir de mi cama y quitarme la cobija, ya que me hallaba enrollada como el profesor Aizawa en su saco amarillo.

—Creo que se lo diré, tal vez me ayude, aunque sea servirá para darme sus olímpicas sacudidas y restarle importancia —pronuncié, equipando la mochila con lo que necesitaría para no morir del aburrimiento.

Pétalos Congelados ❀ Todoroki ShotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora