Capítulo 9: Confesiones.

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Mi madre solía decir que el silencio de una persona es aún más cortante y tormentoso que los gritos, en este caso creo que soy capaz de corroborarlo al vislumbrar la figura impasible de Katsuki, su ceño fruncido, los párpados caídos y labios en una línea recta que demuestran su intensa inquietud que me sofoca a gran escala. Prefería que estuviese lanzando una serie interminable de insultos y gruñidos que me hicieran saber que todo está bien, pero la extrema turbación que transmite su postura exclama peligro por donde se observe. Enreda sus gruesos dedos en las espigas rubias de su cabello, suspirando con frustración e intentando calmarse; en ese preciso instante Bakugou es lo más cercano a una bomba atómica que está a segundos de estallar y destruir lo que tenga en el radio de explosión.

 Decido contestar el mensaje del bicolor, avisándole que iré en cuanto pueda ya que estoy resolviendo un asunto pendiente y él parece entender enviando un pulgar arriba de regreso. Recargo mi peso contra la pared, hurgando en los ricones remotos de mi mente para encontrar algo que me de aliento ya que siento mi anatomía caer en una fosa oscura y no puedo respirar otra vez. Recuerdo la reprimenda de Recovery Girl al recalcar el hecho de que no puedo agitarme demasiado, ni forzar mis emociones o la planta arremetería con fuerza en mis pulmones. El único sonido que nos acompaña es el repiqueteo que emiten los zapatos del chico al chocar con el suelo, se frota las cuencas y clava sus orbes carmesí que parecen dos rubíes prendidos fuego, sin comprender el remolino de sentimientos que arden en ellos.

—Eres malditamente descuidada, (T/N). Exigirte mucho con tu delicado estado de salud por orgullo, tragándote ese nudo y hacer como si nada estuviese pasando, cuando en realidad esa estúpida planta te está matando —habló, su voz áspera y tajante hizo eco en mi habitación, no me atreví a sostenerle la mirada—. Cuando te vi ahí, nadando en tu propia sangre no sabes la impotencia que sentí al no poder hacer nada para ayudarte.

»Te considero una buena amiga, apesar de que tengas un carácter de mierda que muchas veces me saca de quicio. Me preocupe, me asusté y lo que recibí fueron respuestas superficiales de lo que supuestamente te está sucediendo, como si me quisieran ver la cara de imbécil; esa sangre y los pétalos significan una cosa.

Lo vi pasar saliva con dificultad, las venas resaltando en su cuello y frente al tener una presión alta. Su pausa se prolongó por minutos que se hicieron eternos, aquello se convertiría en una tortuosa escena que percibiría en mis pesadillas y es que no me podía acostumbrar a visualizar esa faceta tan transparente de Bakugou, como si se hallara a la deriva. Me costó atrapar la valentía que se me escapó en cuanto él me enfrentó con su característica acidez y certeza.

—Sí, Katsuki —empecé, mi voz quebrándose en cada sílaba y mis ojos se cristalizaron al aceptar lo inevitable—. Tengo el hanahaki disease.

—¿Por qué demonios no me contaste nada? —masculló, resentido y herido por el secreto que naufragó en la costa— Te callaste como una cobarde, pensaste que sería mejor guardarte eso que tarde o temprano te iba a lastimar, estás así por tu propia culpa. Maldición.

—¿Qué querías que hiciera sino? —cuestioné, las gotas saladas deslizándose hasta mi clavícula y a medida que admiraba su perfil me rompía en millones de pedazos.

—¡Dar la cara como la (T/N) que eres! No te reconozco, no sé quien eres en este instante, porque mi amiga hubiese hecho algo para solucionar esta situación —señaló, su tono feroz fusila mis defensas y queda la parte más frágil de lo que soy—. Por supuesto que lo sabía, me di cuenta de cómo lo mirabas y aún así no dije nada para que tuvieras los ovarios de expresar esa mierda que sentías.

»El brillo de tus ojos al escucharlo, el rubor en tus mejillas cuando él se acercaba a ti y un montón de acciones que relevaban lo inminente, estás enamorada del bastardo. Del mismo que te burlabas estando conmigo, de ese que fue al festival con la cola de caballo y te dolió que hayan ido juntos. ¿Crees que estoy ciego? Claro que noté esos detalles, sin embargo, no toqué ese tema porque lo confrontarías cuando estuvieras lista y ese momento nunca llegó. Hasta lo que ocurrió hoy.

Pétalos Congelados ❀ Todoroki ShotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora