Capítulo 2: Síntomas.

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Sigilo.

Un vasto silencio que me traladaba los tímpanos al punto en que sentía la sangre escurrir de mis oídos, me encontraba desorientada en esa lobreguez y me tambaleaba, consiguiendo apoyo en las paredes haciendo un gran esfuerzo para no derrumbarme en el piso de madera agujereado. Suplicio psicológico era aquello que volvía mi respiración errática y aceleraba mi desbocado corazón, que amenazaba con salirse de mi pecho pero eso no me dificultó el camino hasta la estancia.

Punzadas arremetían con agresividad la piel descubierta de mis brazos y distinguí ese muro invisible que me impidió avanzar, por un instante creí perder la conciencia pero todo se vino abajo cuando él me ofreció su mano. Lo insólito es que sus retinas de color zafiro brillaron y su macabra sonrisa se ensanchó al percibir mis quejidos de angustia al darme cuenta que mi mamá yacía pálida, acostada en la alfombra con una jeringa clavada en su yugular.

Es la circunstancia más apropiada para que te unas a mí y te deshagas de lo que te hace débil, hija adorada.

Desperté, percibiendo las perlas de sudor descender por mi frente y me froté el rostro percatándome de que es más tarde de lo que imaginé. Esa pesadilla me dio escalofríos pero más que todo, por el hecho de que había corrido las horas lentas y tardías como si mi inconsciente estuviese recordándome uno de mis miedos secretos.

Que él viniera por mí.

Me levanté, dispuesta a asearme para salir al comedor para almorzar y que mis tripas no empezaran a gruñir por la falta de alimento, dándome cuenta que en el grupo de whatsapp donde estamos Kirishima, Bakugou y yo estos dos no dejarían de enviar mensajes hasta que me reportara, avisando que bajaría a toparme con ellos en un par de minutos; es eso o que el rubio viniese a pulverizar mi puerta y sacarme por las greñas. Tan lindo él.

El agua lavó mi acalorada figura, permanecí unos instantes así permitiendo que mis aflicciones fuesen borradas y se marcharan por el desagüe. Tenía tiempo sin vislumbrar esa tétrica imagen en mis sueños, casi había olvidado el olor polvo, sangre seca y cenizas que me producían cosquilleos en la nariz; un estornudo salió disparado y me dolió el pecho, una extraña sensación se extendió por esa zona por lo que intenté exhalar normalizando mi ritmo cardíaco.

Al final me vestí con unos shorts, una camiseta negra donde reza el coro de mi canción favorita, mis indispensables converses -que según yo combinan con lo que sea- y arreglé mi cabello en una coleta alta desordenada, mientras leía las quejas de la diva que se impacientó por mi demora.

—Ese chico si que necesita relajarse —hablé en voz alta y guardé en mis bolsillos lo que me haría falta, abandonando mi habitación y bajando las escaleras.

Vi que Eijirou me saludó con una sonrisa y elogiando mi atuendo, por más que éste hubiese sido escogido de manera aleatoria pero bueno, el pelirrojo es un pan de Dios y es inevitable no apreciarlo. Por otro lado Katsuki se la pasó refunfuñando porque está hambriento y lo pausado de mi andar al estilo caracol ese día, no obstante, me quedé pensando en el festival que se llevaría a cabo ésta misma noche y lo ansiosa que me encuentro, sin filtro ni exageraciones.

—¿Saben con quién irá Todoroki? —ese fue Denki, quien apareció quien sabe de donde y como de costumbre, llegó con un chisme—. ¡Con Momo! Y escuché, además, de que fue ella quien lo invitó.

Hice una mueca de asco que no pasó desapercibida para Kirishima, el cual últimamente podía afirmar que está muy pendiente de mis reacciones cuando nombran a Shoto y si quiero ahorrarme su charla, debo seguir guardando mis afilados comentarios e indiscreción respecto a él. Porque verdaderamente no me agrada la idea de oírlo darme un sermón sobre el amor y esa clase de tonterías —que aunque lo negara, a él le fascinan—; a lo mejor solo hay que hallar una novia para el chico.

Pétalos Congelados ❀ Todoroki ShotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora