Capítulo 10: Aprender.

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Una semana transcurrió con la misma velocidad que utilizo para entrenar en las tardes, fue cuestión de tiempo para que el rumor se esparciera como pólvora en la academia y todos me observaran de una manera inusual al verme caminar con normalidad por los pasillos, la pena latente en sus expresiones y una lástima que odié enteramente. Había sido cautelosa con dicho asunto para ahorrarme comentarios fuera de lugar y situaciones incómodas pero estas se volvieron inevitables, la ventaja que sobresale es el hecho de que nadie sabe quién genera esta planta en mi interior. Comienzan a murmurar que gracias a los Dioses tienen marcas más sencillas, recalcando la mortalidad que comprende mi condición y arrugando la cara al vislumbrar la sangre que brota de mi garganta, por eso no dejé de fingir, dándole rienda suelta a mi verdadera faz amarga y taciturna que se prolongó por un período bastante extenso. Lloraba en las noches, cuando estaba segura de que mis compañeras no podrían oírme ni pegando las orejas al muro y avancé al ritmo de los demás, decidida a no rendirme con respecto a la fuerte convicción de ser una heroína.

Kirishima me abrazó, apesar de que le dije que no era necesaria tanto drama para algo sin relevancia, Mina se ofrecía a quedarse conmigo para distraerme con cualquier otra cosa y Bakugou estuvo al margen, conociendo mis deseos realmente. Respetó el espacio que exigí aún con el corazón hecho trizas, se dio media vuelta y perdí su rastro cuando cruzó a la izquierda, mientras iba apagándome. Quisiera poder simplificar la turbulencia de sentimientos que me están envenenando y arrancar de raíz los narcisos que están en mis pulmones, todavía se encuentran ahí, intactos y majestuosos. Pero ya no almaceno una mínima esperanza, acepté mi condena como un prisionero que es conducido a la horca y analizó la soga cuando una tos incontrolable aflora en mi pecho, expulsando una cantidad preocupante de líquido escarlata y voluminosos pétalos. No hay frenos que amortinguen este diáfano amor unilateral que retoñó en mí, con su impetuosa crueldad está asesinándome... y no titubea al desplegar sus hojas verdosas.

Lo que anhelé se cumplió, cuando no hubo ni un alma deambulando por la sala común usé mi particularidad para correr hacia afuera, despejando los pensamientos que no son muy diferentes a los de ayer y sintiendo el viento mecer mis cabellos al ir a esa velocidad. Una canción triste se reprodujo, siendo esparcida por mis auriculares y froté mis palmas sudorosas contra la tela de mi pantalón al detenerme justo debajo de un árbol que da buena sombra. Para ser una aspirante a heroína que va a más allá, me hallo demasiado desconectada de la realidad y suspiro, extraviada en un mundo ambiguo. Los profesores me han otorgado ciertas libertades al remitir mi peculiar condición, marcándome como objetivo de consejos, charlas motivadoras, colocar sus manos en mi hombro en gesto alentador y aunque lo valoro, no funciona para nada. Estoy renuente a la posibilidad de que esto salga bien; me extirparán las flores y todo morirá ahí, mi única probabilidad de amar se largaría por un tubo en cuanto despertara y los efectos de la anestesia pasaran. Me convertiría en una máquina sin esa capacidad y tal vez, optaría por ser transferida a otra escuela para no ver a Todoroki. Eso me favorecerá al olvidar.

Apesar de que la primavera está palpando la ciudad, mi mente se encuentra atada al crudo invierno que aconteció previamente y ha puesto una huella imborrable en mí, tomando en cuenta todo lo que ha ocurrido desde que descubrí los principios de mi enfermedad, las emociones descarriadas, los sentimientos que abandonaron su cueva para hacerle frente al monstruo de mariposas con una espada y escudo. Me quito el calzado para que mis pies sean acogidos por el césped, respirando el aroma a alegría y emotividad que vuela por la atmósfera al llegar una temporada tan colorida, ojalá pudiera compartir los ánimos que profesan mis compañeros pero cuando lo intento se desvanece, el cerebro me hace cortocircuito y estallan un montón de oraciones lastimeras hacia mi persona. El firmamento es protagonizado por un tono rojizo, amarillo y anaranjado por la algarabía del sol al marcharse una vez más, las hojas verdes de los árboles son alborotadas por el vendaval que sacude mi espíritu quebrado y la casualidad se viste de colibrí al acercarse a las flores que están esparcidas por las hectáreas delante de mis dilatadas pupilas.

Pétalos Congelados ❀ Todoroki ShotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora