Sympathize

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Los días habían pasado tranquilos para Chuuya. Entre los deberes de la universidad, salidas con Akutagawa y Atsushi, e incluso terminó de leer el libro que pudo conseguir gracias a Mark Twain. 

Había encontrado su credencial tirada por algún lugar de su escritorio lleno de hojas con escritos y dibujos, lo cual le había tranquilizado enormemente porque se había sentido un poco paranoico con un libro que otra persona había pedido por él, ya que si le ocurría algo, Mark hubiese tenido problemas por su culpa.

Finalmente el libro fue devuelto sin ningún rasguño al americano. El cual le recordó a Chuuya que ese fin de semana era la fiesta que le había comentado el día que se encontraron a las afueras de la biblioteca.

"Considéralo, Chuuya-kun. Sé que no te gustan esos ambientes, y la verdad es que a mí tampoco. Pero es una buena forma de distraerse del estrés de la universidad y solo iremos por una o dos horas. No quiero ir solo"

Twain había suplicado, y Chuuya había aceptado.

En cuanto al hematoma en el brazo del pelirrojo, con el avanzar de los días había pasado a ser de un color casi galáctico; entre púrpuras, verdes, amarillos y rojizos. Aunque eran colores bastante claros y casi imperceptible, cosa que no le preocupaba demasiado, después de todo no había sido un golpe, pero se podían apreciar los dedos del fuerte agarre que le había dado aquel guardia de seguridad.

Realmente no le importaba demasiado. 

Realmente no le molestaba que a pesar de todo Dazai no volviera a preguntar por su estado, dejado el asunto en el olvido. 

No... no le molestaba para nada... después de todo él mismo había dicho que no le diera más vueltas al tema de su maltratado brazo ¿No?

Definitivamente no le había molestado... hasta ese día.

Había visto el auto de Dazai aparcado fuera de su casa luego no haber sabido nada de él en un par de días. Justamente luego del incidente del famoso teléfono celular.

Entró a su casa y lo primero que vio fue a un Dazai muy ocupado coqueteandole a su hermana mayor de una forma muy... incómoda para él.

Al parecer ninguno de los mayores había notado la presencia de Chuuya, porque, entre aquel apretado abrazo, en donde ambos cuerpos parecían casi fundirse, podía ver las manos de Dazai paseándose por las delicadas curvas de Kouyou. Se movían con lentitud y descaro por la cintura de la bella mujer, bajando por sus caderas y un poco más abajo.

Chuuya sintió asco. Asco, repulsión, junto a un sentimiento incomodo y extraño. Tal vez de ver a su hermana mayor en una situación como esa. Siendo tocada por un hombre como... Dazai.

El tipo aún llevaba su traje, o al menos parte de éste, porque la camisa estaba casualmente desabotonada en los primeros botones, y sensualmente desordenada. El pelirrojo pudo divisar el saco y la corbata faltantes, en el respaldo del sofá.

Ambos mayores parecían susurrarse cosas al oído, de las cuales Chuuya podía hacerse una vaga idea de qué iban, porque era capaz de escuchar leves sonidos jadeantes salir de las bocas ajenas.

Sintió las mejillas arder con furia cuando Dazai finalmente había quitado la atención de Kouyou, y había chocado miradas con él, descubriéndolo.

El castaño le sonrió de una manera extraña, abrazando a Kouyou cariñosamente y repartiendo suaves caricias para que la pelirroja no volteara.

Que extraño se sentía... Porque muy contrario a lo que Chuuya creyó, Dazai no hizo ni siquiera una expresión burlesca. A diferencia de eso, su mirada dejó de ser lujuriosa, llena de deseo como la había visto anteriormente, y la cual le había causado extrañas cosquillas en el cuerpo entero, ahora parecía casi tierna, comprensiva, como si intentara excusarse.

uncontrolable • Soukoku • FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora