Odasaku observó en silencio a su amigo de años; su casi hermano.
Dazai no hacía más que mirar un punto fijo y perderse en sus tormentosos pensamientos mientras bebía lentamente el whisky de aquel vaso que el barman le había servido hace más de treinta minutos.
¿Cuántos días llevaba así? Se preguntó Oda, ¿Una semana?... sí, algo así, tal vez unos días menos, tal vez unos días más.
Dazai Osamu nunca en su vida había parecido tan inhumano como en esos días. Él solo trabaja sin parar, incluso metiendo las narices en otras áreas (menos en la de Ace), cosa que no haría cualquier jefe... sí, así es, jefe. Hace unos cuatro días, Mori definitivamente había dejado el puesto de presidente de la empresa, cediendo el cargo completo a Dazai, para así poder disfrutar de los años que le quedaban.
Con la última campaña publicitaria, y el gran éxito que obtuvo el Hotel inaugurado en el nombre de su querida hija, Mori decidió que definitivamente podía dejar todos sus esfuerzos de años en las manos de Osamu, que para él, siempre fue lo más cercano a un hijo.
Entonces... estos eran los síntomas: Dazai no podía parar de hacer cosas, porque si lo hacía fácilmente se perdía en sus pensamientos. Tomaba cantidades ridículas de café para mantenerse despierto hasta que ya no pudiese más y literalmente se desmayara de sueño, todo para no tener tiempo de pensar antes de dormir.
Siempre había sufrido por tener una mente demasiado inquieta, aunque con el tiempo había aprendido a sacarle provecho a aquello, dejando de lado los angustiosos pensamientos, centrándose en los estudios, aprendiendo de todo, y convirtiéndose en alguien realmente intelectual en varias áreas.
...Aunque la inteligencia emocional siempre le fallaba...
Odasaku no preguntó nada, ni en los días anteriores, ni cuando el celular de Dazai sonaba por las innumerables llamadas de Kouyou sin contestar, ni antes de que esa noche Dazai se fuera en silencio solo regalándole una sonrisa cansina.
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Había pensado en todo...
El problema no era que no pudiese aceptar que Chuuya le gustaba de una manera especial, porque... por favor, él ni siquiera lo conocía bien, ni siquiera lo había besado, ni siquiera lo había abrazado y... ¡Mierda! ¡Él quiere hacer todas esas cosas! Quiere abrazarlo, besarlo, descubrir cómo sabe su boca, descubrir sus puntos dulces, saber qué le gusta, saber qué no le gusta... Dazai solo siente esa inmensa necesidad de saber. Saber quién es realmente Nakahara Chuuya.
Él podía admitir que de Kouyou nunca sintió nada más allá de una gran admiración y cariño: Misma admiración que le tiene desde que descubrió que era la mujer con más perseverancia que había conocido luego de que, hace unos cuantos años, convenciera a Mori de hacer un desfile de vestidos de novias en uno de sus resorts más lujosos de Tokyo. Y el mismo cariño que desarrolló hacia ella desde que se convirtió en una gran compañera; alguien con quien podía tener conversaciones interesantes y nunca aburrirse, alguien que le hacía berrinche y le obligaba a salir a cenar, o a bailar a algún lugar, alguien con quién podía reír.
Pero... él definitivamente no amaba a Kouyou.
"¿Amor?" resonó la voz de la mujer en sus pensamientos.
Sí, le había llamado "amor" en el peor momento. Pero definitivamente no era culpa de ella. En lo absoluto.
Él no quería lastimarla, de verdad que no. Pero tampoco quería seguir en una relación con ella. No una romántica al menos. Porque no soporta más mentirle a su amiga... no soporta más mentirse a sí mismo.
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uncontrolable • Soukoku • Finalizada
FanficChuuya no soporta al novio de su hermana mayor. Y a Dazai se le hace imposible lograr llevarse bien con el hermano menor de Kouyou.