En la ciudad de Seúl, marcada por el comienzo de un lluvioso otoño, vive el pequeño Jungkook, un chico simple que guarda dos secretos vergonzosos según él: uno, le tiene pánico a las tormentas, y dos, tiene un crush imposible con su jefe, el elegant...
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Aquel fue uno de los peores días que tuve yendo a trabajar. Casi que hasta que no fui y me quedé tirado en mi cama. Me sentía fatal después de mi pelea con Jungkook. No había pegado un ojo en toda la noche y también me moría de sueño. Pero no pude faltar porque mi padre me había llamado diciéndome que quería hablar conmigo. Además, eso de quedarme sufriendo solo en mi casa no parecía ser algo que podría tolerar. Estaba experimentando cosas totalmente nuevas y no sabía cómo lidiar con ellas.
Quizás el trabajo me distraería. Además y lo más importante, quería ver a Jungkook. Aunque estuviera molesto conmigo, seguramente no faltaría al trabajo porque era un chico muy responsable. No sabía bien en qué términos nos hablaríamos luego de cómo me fui de su departamento, solo sabía que quería verlo.
No obstante, cuando llegué al estudio no lo vi por ningún lado. Aquello me desanimó.
Su amigo Taehyung estaba allí, en su lugar de siempre. Me miró algo molesto pero me saludó amablemente como siempre. Estaba a punto de preguntarle por Jungkook cuando escuché a mi padre llamándome de las puerta de su oficina.
Otro que se veía molesto conmigo. Diablos.
- Papá, ¿qué sucede? ¿Necesitas ayuda con algo? - pregunté cuando entré a su oficina.
- Sí, quiero que me expliques esta mierda. Llegó a mi correo esta mañana. - me arrojó un papel doblado a la cara y cuando lo abrí y comencé a leer, mi corazón comenzó a agitarse.
- No puede ser…
- ¿Otra renuncia? Jimin, ¿qué carajos hiciste ahora? ¿Qué hiciste para que el pobre de Jungkook renunciara?
Era su carta de renuncia lo que tenía en mis manos. No lo podía creer. Okay, habíamos peleado pero no pensé que era como para que se fuera del estudio.
- Yo...no sé…- dije - Estoy sorprendido...tanto como tú.
- ¿Ah sí? - se cruzó de brazos. Mi padre no me creía en lo absoluto.
- Nosotros...peleamos. - confesé - Bueno, o discutimos. No estoy seguro de que está pasando con nosotros ahora.
Papá suspiró. Se quedó callado y luego tomó asiento mientras no dejaba de mirarme, como si me estuviera inspeccionando.
- ¿Has estado con él, verdad? - soltó de pronto.
- ¿Qué? - mi cara se puso completamente roja. Rayos, con el que menos esperaba hablar de esto era con papá. ¿Cómo mierda le explicaba que tuve sexo con otro hombre?
- Te has acostado con él. - aclaró - Como has hecho con todas tus secretarias. Diablos, Jimin, ni siquiera sé por qué me sorprendo a esta altura. No aprendes más.
- Espera un segundo. ¿No te altera ni un poco la idea de saber que yo y él…? Ya sabes.
- No, solo me altera el hecho de que no puedas mantener un empleado estable. Jimin, ¿qué van a decir de nosotros? Estamos quedando muy mal.
