Llegaron al aeropuerto donde los esperaban Happy y Pepper.
Silencioso y con cautela, Tony se acercó a Pepper, la observaba con la misma apreciación que si estuviera viendo el objeto más valioso del mundo.
No dijo nada, sólo sonrió levemente y la mujer le sonreía de vuelta de forma cariñosa y feliz.
Le tocó el hombro con su brazo no vendado y apretó de forma tierna, para luego unirlos en un abrazo correspondido.
-Te extrañé -susurró en su hombro.
-Yo también, -susurró ella de vuelta en unos segundos-, señor Stark.
Tony se separó casi de inmediato de que haya dicho aquella frase.
Sin mediar otra palabra, ambos se subieron al auto.
-¿A dónde, señor? -Happy. Estaba muy joven, se veía muy joven.
-Al hospital, por favor -le dijo Pepper. El hombre miró a Tony observando la ventana, perdido en sus pensamientos.
-A casa. Llévame a casa, Happy -contestó sin apartar la vista de la ventana.
El guardaespaldas y Pepper intercambiaron miradas, y luego de unos segundos hicieron caso a su petición.
La casa era tal cual como la recordaba, incluso, se veía aún mucho más hermosa y acogedora.
Su hogar.
El primer lugar donde creó a Ironman.
Entró con pasos seguros y firmes, a pesar de que en su interior se estaba muriendo sobre lo que venía.
-¿Jarvis?
-Bienvenido de vuelta, señor. Lo extrañé -sonrió ampliamente.
-Yo también, J...
Pepper se acercó a él.
-¿Se quedará aquí mientras hablo con la prensa?
-Por favor. Gracias... Señorita Potts.
-Un placer, señor -se sonrieron una última vez antes de que la mujer se retirara.
Tony observó cada habitación, apreciando cada detalle que había olvidado y extrañado todos esos años desde que Killian la destruyó.
Bajó al taller acariciando la pared con su mano buena, y los hologramas se encendieron. Era obvio que Jarvis quería darle la mejor bienvenida a su lugar de trabajo.
Dio una vuelta a su propio eje mientras observaba todo con una sonrisa de nostalgia.
Hasta que la encontró a ella.
La delgada mujer estaba sentada encima de une escritorio con sus perfectas piernas cruzadas para dar la sensación de coquetería. Dejando ver un poco de su blanca y tersa piel por debajo del vestido de humo negro.
Ojeaba unas hojas mientras sonreía. E intercambiaron miradas.
-J, si me escuchas hablando sólo, que no te importe. Te aviso directamente si quiero algo, ¿okey?
-Claro, señor.
Y algunos hologramas perdieron un poco el brillo.
-Vaya... Eres más tranquilo -la mujer se bajó de la mesa y se acercó a él con movimientos limpios, como si los calculara a la perfección-. Eso me agrada.
-¿Quién eres?
-Yo creo que ya lo sabes -la mujer se acercó, y acarició el pecho del hombro, especialmente la zona del reactor-. Tú me buscaste tanto que llegué a ti.
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ᒍᑌᔕT ᗰY ᗰIᑎᗪ
Fanfictionlσ pєσr quє lє puєdєѕ hαcєr α αlguíєn єѕ rσmpєr ѕu mєntє... No había nada. Ni esperanza, ni confianza, ni cariño por quienes lo abandonaron. Perdió todo lo que amaba, y no pudo más con esa vida. ¿La solución? Una pequeña ayuda para hacer las cos...