5.Primera lección.

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(. . .)

Miedo… ¿Qué hacemos al sentir miedo?

Algunos corren, se esconden, y rezan por estar bien, como si hubiera un mounstro bajo la cama. Otros se congelan, sienten el frío recorrer sus espaldas y se mantienen a la espectativa de lo que pase, ninguno se acerca a sus miedos, por lo escalofriante que es ver frente a tus ojos aquello que te persigue en pesadillas, que te atormenta… el miedo corroe la mente de quien lo siente… Nadie quiere acercarse a sus miedos.

Pero nuestro querido científico, caminaba a sus miedos, sentía cada paso resonar en su cabeza, miles de voces clamando “¡Corre! ¡Huye de aquí de nuevo! ¡no debiste volver!”, cada que la suela de sus bien pulidos zapatos castellanos chocaba contra la lujubre e impecable madera de aquel pasillo, sonaba como un grito ahogado, como si cada vez una soga se atara más y más a su cuello, su vista se nublaba, los nervios lo corroían, todo se volvía oscuro para él.

—¿Papi? — Pero dentro de toda oscuridad siempre debe haber una luz tenue que alivie placebo el alma. —¿Estas bien? Tu mano está fría. —esa tenue luz era su adorada hija.

—Sí, retoñito, estoy bien. —Sus pasos sin caer en cuenta ya estaban frente a las puertas del despacho del amo y señor de aquella mansión, O como las veía Flug, las puertas al infierno.

Se tragó todas sus inseguridades e intentando no vacilar dio un toque en la puerta, seguido de otro algo tardado y finalizando en uno más rápido.

Los segundos de silencio en presencia desesperaron al científico, a punto de tocar nuevamente fue interrumpido por su hija quien se adelanto a sus acciones y dio varios toquecitos a la puerta.

—Señor Black Hat, soy yo, vine de visita, como usted dijo. —Expresó la niña entusiasmada.

Y desde los adentros de la oficina se escuchó un “Adelante”, ante esto Flug tomó la mayor cantidad de aire que sus pulmones le concedían y acto seguido empujó una de las puertas adentrándose en aquel despacho con su pequeña de la mano. Su vista se posó en la habitación, esta no había cambiado en lo absoluto, estaba tal y como la recordaba el científico, bueno, tampoco le sorprendía, no era como si se hubiera ido por un millón de años. Luego de analizar el entorno su vista se dirigió al demonio sentado tras el escritorio con una suave sonrisa, y aún siendo suave, llena de maldad perceptible, y sentada en una esquina del escritorio una joven morena, cosa que confundió a Flug, ¿Quien era aquella dama? ¿y por qué Black Hat la dejaba sentarse como si nada en su escritorio?

—Flug, enana… Tomen asiento, es bueno saber que vinieron de… —hizo una pausa mostrando sus colmillos en aquella típica sonrisa— visita.

—¡Hola, señor Black Hat! —la niña castaña corrió rápidamente a tomar asiento en unas elegantes sillas que se encontraban frente el escritorio del demonio.

—Buenas tardes. —Se limitó a decir el científico mientras tomaba asiento.

El del sombrero sin borrar su sonrisa dedicó una mirada a la joven morena, Flug noto ese extraño contacto visual. La joven morena asintió y retrocedió unos pasos para luego desdicar su mirada en la tableta que traía entre sus brazos.

—¡Papá me dijo que dejaría que usted me instruyera! ¿Verdad que es genial? —Comenzó la niña mientras movía sus piernas que colgaban de la silla.

El demonio sonreía complacido para luego recargarse en su silla. —Claro que lo es enana, aunque me hubiese gustado algo más de anticipación. —Dirigio su mirada a el científico.

—Sí quieres, nos largamos. —Soltó desviando su mirada.

La morena presente a metros de ahí levantó su mirar notando la insolencia del de la bolsa. “Vaya que tiene la bolas bien puestas” pensó, de pronto sintió su cuerpo tensarse, captó que el demonio derramaba aquel sentimiento de dicha de su ser, tal como el día anterior, eso la confundía, ¿Por qué tenía esa aura tan dichosa y a la vez tan malvada?.

Six Years Later ❴Paperhat❵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora