Suelten al lobo.

8 0 0
                                    

Pov: Twisted.

Pasó una semana desde lo ocurrido, y pude recuperarme bastante bien. Mi estómago estaba totalmente vendado y mis manos también debido a que decidí continuar mi rutina de entrenamiento normal. Había sido salvado de morir desangrado por una hermosa joven neko de cabellos dorados, que me trajo hasta una cabaña alejada del palacio. Aquella joven se llamaba Yain, y era la hermana menor de Jennifer y Elizabeth. Los primeros días en los que empecé a entrenar, apenas me veía... Pero a día de hoy, luego de una semana, no hay momento en el que no se quede a verme entrenar. Me pareció raro, pues cuando la miro su mirada no se despega de mi cuerpo, y me cuesta llamar su atención. Normalmente me pongo a reír cuando se queda viéndome, pues se ve muy tierna... Pero cuando Minemura me decía que mi entrenamiento me daría también mayores beneficios con las mujeres, no le pude creer del todo hasta hoy. Tuve sexo con la mayor de las tres, a Elizabeth logré confundirla, y parece que le gusto a Yain.

Y: ¡Twisted, el desayuno está listo!

T: ¡Ya voy!

Caminé hacia la cocina y fui con ella para luego abrazarla por la espalda. Como siempre, besé su mejilla y froté mi cabeza contra la suya con felicidad y agradecimiento total. Con ella no tenía miedo de que me viera raro y dejaba salir mi cola y mis orejas de lobo.

Y: Eres tan tierno, lobito.

T: Y tú tan linda... Hehe.

Sonreí mientras relamía mis colmillos para luego besar su cuello con suavidad. Se le escaparon varios gemidos pequeños y comenzó a ronronear con suavidad, a la vez que su cola se movía cerca de mi pecho, intentando provocarme.

Y: S-Señor lobo...~

T: ¿Quieres ser mi comida esta vez?...~

Y: S-Sería un gusto...~ S-Sólo sé gentil...~

La miré y le di un profundo beso, a la vez que comencé a desvestirla con deseo. Su cuerpo tan pequeño me llamaba la atención, porque a pesar de no haber sido tan dotada de encantos femeninos como sus hermanas, eso le da un toque muy tierno, y consiguió llamarme la atención. Poco tiempo después, estábamos en la cama haciendo el amor, besándonos con dulzura mientras ella movía sus caderas con una lentitud que disfrutaba, pues podía gozar de sus labios y de su cuerpo con más tiempo.

Y: A-Ay, lobito...~ M-Me encantas...~

T: Hm...~ Y tú a mí, bonita...~

Y: C-Cómeme sin miedo...~ P-Puedo aguantar un poco más...~

Su cuerpo comenzó a moverse con mayor rapidez, mientras que sus gemidos sonaban con más fuerza, haciéndome mover a su ritmo. Los besos que le di en el cuello, las caricias de mis manos a su cuerpo, y nuestras frentes juntas todo el tiempo fueron los factores por los que no olvido esa vez. No tuvimos sexo en ningún momento, hicimos el amor en cada segundo. Nuestros ojos permanecían cerrados y nos dejábamos llevar por el momento de amor y pasión.

La historia de los Anata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora